La violencia y las dudas que plantea
La agresión es un hecho omnipresente en nuestras vidas. La familia, la escuela, el trabajo, la calle, la cancha de fútbol, son algunos lugares en donde se despliega.Pero, ¿qué es lo que hace que una persona sea agresiva? ¿Acaso está determinada biológicamente o es producto del contexto social? El interrogante no tiene una respuesta definitiva.En el mundo de la psicología sólo hay teorías. Es conocida, por ejemplo, la de Sigmund Freud. Junto al instinto de vida (Eros), el padre del psicoanálisis sostenía que había un instinto de muerte (Thánatos).Thánatos busca destruir la vida y la agresión es la proyección hacia fuera de este impulso. Si la energía del instinto de muerte no se proyecta hacia fuera, será dirigida contra el propio sujeto en varias formas de autodestrucción (posible explicación del suicidio o de las adicciones).Hay otro tipo de teoría de este tenor que se basa en el supuesto de que los hombres están dotados de un instinto agresivo. Sin embargo, no todos los autores suscriben esta corriente de opinión.Están los que creen, por ejemplo, que las personas se hacen agresivas a través de la experiencia. Dentro de esta categoría figura la hipótesis de la frustración-agresión.Y de acuerdo con la cual la interferencia de una conducta dirigida a alcanzar un logro produce un impulso agresivo que, a su vez, motiva a los individuos a ser violentos.Si uno aplicase esta teoría podría explicar muchas de las conductas agresivas de los actores sociales. Se entendería, por ejemplo, por qué los más pobres, que cosechan más frustraciones sociales, son más proclives al delito.Aunque la agresión puede estar presente también en los sectores medios de la población, desde el momento, por ejemplo, que ven bloquedas sus posibilidades de un mejor nivel de vida.Se diría que el resentimiento social, que fragua en un sentimiento de frustración, es un fenómeno transversal. Y de hecho puede convertirse en una política de Estado, llevada adelante por un grupo político resentido.Es conocida, además, la teoría del aprendizaje social de la agresión, que pone énfasis en cómo el medio ambiente afecta el comportamiento humano.Esta corriente psicológica asegura que la conducta agresiva se adquiere de dos modos: a través de la experiencia directa o a través de la observación de la conducta de los demás.Un ejemplo de experiencia directa es cuando una persona que ha sido violentamente golpeada por un agresor mayor que ella, reproduce luego esa agresión en los otros.De esta manera, la violencia se transmite de padres a hijos. Pero ser testigo de violencia (caso de observación), también supone un aprendizaje. Están los chicos que también aprenden y se identifican con aquel padre que golpea a su mamá.Dentro de esta categoría figura el efecto que la cultura mediática ejerce, por ejemplo, en niños y adolescentes. Hay autores que establecen una relación causal entre violencia televisiva y conductas agresivas.En tanto, la violencia de género se ha convertido en un fenómeno actual. Mujeres golpeadas y asesinadas nutren una estadística de terror. La violencia machista es un fenómeno que atraviesa todas las capas sociales.La psicóloga Eva Giberti, una especialista en el tema, pone en el mismo plano al villero que agrede porque está alcoholizado con aquel profesional, médico o abogado, que le tira un trompazo a su mujer, "por el placer absoluto de pegar".Además también las mujeres son violentas. "No hay razón para pensar que no pueden serlo. Esto forma parte de un mito", sostiene Giberti, al explicar que la pulsión agresiva en la mujer está más inhibida socialmente.
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