LA SOCIEDAD DE LOS “LIBREPENSADORES”
La masonería y Gualeguaychú: cómo las logias moldearon nuestra comunidad
Una de las sociedades secretas más misteriosas que han existido jamás, la masonería, influyó en la vida social y cultural de Gualeguaychú en la segunda mitad del siglo XIX. Sus miembros conformaron la elite dirigente de la sociedad nativa.
En la memoria local la masonería tiene genes decimonónicos. Se sabe positivamente que los “librepensadores” -así se llamaban quienes adherían a sus postulados- pulularon en la época en la que Justo José de Urquiza, un conspicuo masón, fue el hombre fuerte del país.
Tras la batalla de Caseros en 1852, y a tenor de una movida de carácter nacional, el liberalismo triunfante se expresó en el resurgir de las logias, las cuales habían sido perseguidas durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas.
Por entonces se vivió un verdadero “boom masónico”, si es que cabe la expresión. Los masones animaron la empresa de la Organización Nacional y la Constitución de 1853.
En la segunda mitad del siglo XIX Gualeguaychú tuvo una intensa actividad masónica. Esas sociedades, siempre envueltas en un aura de secreto y misticismo, luego entraron en una suerte de ocaso, aunque dejaron rastros en la memoria cultural y física.
El momento masónico coincidió con la vigencia del modelo ciudad-puerto, que no sólo hizo fluir riqueza, sino que “europeizó” a la sociedad nativa con el ingreso de extranjeros provenientes del Viejo Continente, muchos de ellos identificados con el ideario liberal masónico.
Se trató de un momento de quiebre de la historia local, que empezó a virar de la villa hispánica a la ciudad cosmopolita, la cual conoció un despertar social reflejado en la aparición de clubes, sociedades de socorros mutuos, liceos, establecimientos educativos, etc.
Fueron los residentes extranjeros, a los que los unía el espíritu republicano, la filantropía y el sistema de creencias progresista y liberal, los agentes del cambio social.
Ellos estuvieron detrás, por ejemplo, de la creación de la Sociedad Unione e Benevolenza, de la Societè Unión Française; de la Sociedad Operai Italiani; y de la Sociedad entre Argentinos y Orientales.
La historiadora Susana T.P. de Domínguez Soler cuenta que en 1850 un grupo de conspicuos vecinos de Gualeguaychú, vinculados a la masonería, fundó una sociedad que se denominó “Casino del Plata”.
Diez años después, treinta y nueve miembros de esa sociedad crearon el “Club Recreo Argentino”, en cuya comisión directiva se encontraban miembros de tradicionales familias locales.
En tanto en octubre de 1875 se creó formalmente en Gualeguaychú la logia “Unión y Filantropía” Nº56, una de las tantas que proliferaban en el país, América y el mundo. Su sede estaba en el primer piso de la casa ubicada en la esquina sudeste de Urquiza y España.
Cabe consignar que los masones constituyen una hermandad gnóstica universal, más allá de sus divisiones internas, y por eso se designan a sí mismos como “hermanos” ligados por lazos místicos.
Célebres hermanos locales
Los masones han contado entre sus adeptos locales con distintas personalidades que se destacaron en la política, la ciencia y la cultura.
Entre sus filas sobresale el coronal Rosendo María Fraga, quien fue comandante militar de la ciudad en 1845, un ferviente urquicista, que fue gobernador de Santa Fe (1858-1860).
También figura el político y poeta Olegario Víctor Andrade, que se inició en la logia San Juan de la Fe de Paraná (1862) y fue miembro honorario de la logia Unión y Filantropía N°56 de Gualeguaychú.
Según la literatura masónica, José S. Álvarez (Fray Mocho), quien fue director de la revista Caras y Caretas, perteneció a la logia Unión y Filantropía de Gualeguaychú, al tiempo que integró otras sociedades en Buenos Aires, según refiere la Logia Alejandro Korn.
Por otra parte, el uruguayo Isidoro de María, que llegó aquí de la mano de Urquiza para dirigir “El Progreso de Entre Ríos” -primer periódico de la ciudad- fue un conspicuo masón.
Juan Manuel de Goyri, estanciero y empresario, y su hijo Bernardo Ramón Goyri, periodista y redactor de periódicos locales, fueron también miembros de la masonería local.
En el caso de Juan Francisco Seguí (h), abogado, constituyente, secretario de Justo José de Urquiza, casado con Cornelia Villar -hija de una renombrada familia de Gualeguaychú-, integró las logias Jorge Washington de Concepción del Uruguay y Bien Social de Rosario.
También figuran en los registros de la masonería Cándido Irazusta, médico e intendente de la ciudad en dos oportunidades; y Antonio Daneri, comerciante e intendente municipal, presidente en varias oportunidades de la logia Unión y Filantropía.
Entre los representantes de la inmigración francesa fueron militantes masones Joseph Lefevre, hojalatero y redactor de periódicos locales, y Honoré Roustán, empresario, secretario municipal y director del periódico “El Eco de Entre Ríos”.
Los registros locales dan cuenta que fue en la casa del comerciante Domingo Repetto donde se hicieron las primeras “tenidas” (reuniones) de la logia Unión y Filantropía.
Quien fue presidente de esta asociación, allá por 1879, fue José María Núñez, según cuenta la historiadora local Elsa Beatriz Bachini.
Como se sabe, muchos de los antiguos panteones y bóvedas del Cementerio Norte de Gualeguaychú reflejan una simbología masónica explícita.
Las marcas masónicas no necesariamente están relacionadas con el difunto, sino quizá con el estilo del constructor, que integraba alguna logia.
Es el caso de Américo Patriarca, diseñador no sólo de monumentos funerarios en la necrópolis local sino de importantes casas en la ciudad, y miembro de una de las sociedades secretas.
Otro conspicuo masón local fue el abogado Camilo Villagra, quien en 1877 fue vicepresidente de la Municipalidad de Gualeguaychú, bajo la intendencia de Asisclo Méndez.
Villagra, que había ingresado a la Logia Jorge Washington N°44 a partir de 1875, fue el primer político en ocupar el cargo de vicegobernador de Entre Ríos en enero de 1884.
Otro influyente vecino que perteneció a la Logia Jorge Washington, en el período 1868-69, fue Luis Scappatura, presidente de la sociedad Unione e Benvolenza, en 1881, y a la vez vicepresidente del Consejo Escolar que asesoraba al presidente municipal en materia educativa.
Como titular de Unione e Benvolenza, Scappatura le pidió que sea presidente honorario de esa asociación local a José Garibaldi, héroe de la unidad italiana, un consabido masón, el cual aceptó la invitación a través de una carta de diciembre de 1880, según consigna la revista Cuadernos de Gualeguaychú N°25.
Por último, un icónico terrateniente de la sociedad tradicional, Saturnino E. Unzué, que fue dueño de la estancia El Potrero, figura como iniciado en la logia porteña Regeneración Nº5, según se lee en “Nueva historia de las redes masónicas atlánticas” (2012).
Los hijos de don Saturnino donaron a la municipalidad local 115 hectáreas a orillas del río Gualeguaychú, predio que hoy lleva el nombre de “Parque Unzué”, en homenaje al patriarca de la familia.
Lazos entre las dos orillas
En Uruguay, específicamente en la localidad de Fray Bentos, se desarrolló un proceso político e ideológico similar al de Gualeguaychú, en la segunda mitad del siglo XIX.
También allí las logias dominaron la sociedad fraybentina, la cual transitó hacia la modernidad con el aporte de extranjeros que, desde Europa, trajeron las ideas del iluminismo y el progreso material.
“En nuestra Villa Independencia (así se llamaba Fray Bentos), de la mano de su filosofía un grupo de personas relacionado a la masonería universal, comenzó a ayudar para lograr un ordenamiento de la sociedad”, cuenta el historiador fraybentino René Boretto Ovalle.
Había un vínculo masónico estrecho, en realidad, entre las elites de las dos ciudades. Ovalle señala, por ejemplo, que los muebles de la primera logia creada en Villa Independencia, llamada “Fraternidad” y fundada el 17 de marzo de 1881, los aportó como regalo la logia de Gualeguaychú.
Eran tiempos en los que se tejían lazos entre ambas orillas, “con clubes sociales que se llamaban de igual manera en ambas costas, cuando se entendía que el progreso es un derecho de los pueblos y ayudarse a crecer era la linda filosofía que nos permitía enfrentar el mundo”, refiere Ovalle en su escrito “La importancia de la masonería en Fray Bentos”.