DÍA DE LAS INFANCIAS
La importancia del juego y el lugar que ocupan las pantallas en la actualidad
Como cada año, el tercer domingo de agosto brinda un momento especial para celebrar a los más pequeños y recordar aquellos juegos, juguetes y anécdotas que marcaron los primeros años de nuestra vida. Entre otras cosas, es común que el Día de las Infancias también nos lleve a hablar sobre cómo han cambiado las épocas y surge la pregunta sobre cuáles eran, son, o deberían ser las mejores formas de jugar para que los chicos no se vean privados de vivir buenas experiencias y tener un crecimiento sano.
Es frecuente que, en el imaginario social, el juego se asocie a la pérdida de tiempo y se lo abandone para dar paso a otro tipo de actividades “más serias”. Sin embargo, la idea de jugar abre las puertas al intercambio de experiencias y de conocimientos, y se convierte en un medio de expresión por excelencia.
En conversación con Ahora ElDía, profesionales dedicadas a la psicología y el desarrollo infantil explicaron los motivos que hacen del juego en sí un elemento fundamental para el óptimo crecimiento de niños y niñas, y abordaron la problemática del uso de las pantallas, cuyo protagonismo actual despierta inquietudes en padres, madres y especialistas.
El juego, la quintaesencia de la infancia
La licenciada en psicopedagogía Clara Gonzales Chaves resaltó en primer lugar que “todos los tipos de juegos contribuyen al desarrollo cognitivo y motriz de los chicos”. Y especificó: “Según la edad, los juegos y las necesidades de desarrollo cambian. Cuando son más chicos, los niños están más vinculados a juegos de construcción, de encastre, por ejemplo; después crecen y empiezan a entrar en el juego simbólico, en ‘hacer como si fuera algún otro’. Esos juegos les permiten ir haciendo su construcción del mundo, entender y conectar con el mundo que los rodea; también explorar lo que está pasando con ellos mismos y con los demás”.
“Cuando son más chicos, los niños juegan más solos, pero a medida que van creciendo son más capaces de realizar un juego compartido. Cuando son un poquito más grandes, también pueden seguir juegos reglados, aquellos en donde hay que seguir cierta serie de pasos y no todo se puede hacer, donde hay ciertas limitaciones; eso también es parte del crecimiento y estimula un montón de habilidades cognitivas que se necesitan, además, en otras instancias de la vida”, agregó.
En línea con esto último, la especialista remarcó la importancia del juego mediado por un adulto que pueda proponer desafíos que estén en un nivel ligeramente más elevado de lo que los niños sean capaces de hacer por sí solos, pero sí con cierta ayuda. “Es lo que se denomina ‘zona de desarrollo próximo’, y hace que los chicos vayan avanzando en su desarrollo hacia distintos niveles, saliendo de su zona de confort”, explicó, y añadió que esta instancia de juego “se hace en compañía de alguien más experimentado, que puede ser un adulto o un niño más grande, y es fundamental en la vida de los chicos”.
El dilema de las pantallas
Según indicó Gonzales Chaves, la diversidad y el equilibrio en las formas en que juegan los niños es una de las claves que hacen a su sano desarrollo y calidad de vida. Sin embargo, la omnipresencia actual de celulares, tablets, computadoras y televisores smart, con el infinito abanico de contenidos que ofrecen para el entretenimiento, conlleva el riesgo de que absorban gran parte del tiempo de juego de un niño, y por ende, lo priven de otras experiencias lúdicas-creativas y enriquecedoras.
“Hay momentos para jugar solos o para hacerlo con otros; de juego en movimiento o de estar quietos y sentados; de juego con lenguaje o en silencio; de juego reglado o no reglado... Todos ellos son una parte fundamental e inherente al desarrollo”, reiteró la psicopedagoga, y procedió a describir lo que ella considera el mayor riesgo que conllevan las pantallas: su diseño pensado para generar conductas adictivas. “Así como ocurre con los adultos, también sucede con los niños. Estos terminan pasando mucho tiempo frente a las pantallas y es tiempo que no están jugando con un otro, ni en movimiento, ni creativamente -es decir, jugando a ‘hacer como si…’-, ni tampoco pensando nuevas formas de ‘resolver algún juego’ con lo que tengan o de usar un juguete”, señaló, y concluyó en que este componente adictivo “genera que los chicos no estén interactuando con otras personas”.
El uso excesivo o por demás privilegiado de las pantallas trae también consecuencias negativas en el desarrollo motriz de los niños -de lo cual el aumento en los casos de obesidad infantil es solo un ejemplo-, y además puede acarrear consecuencias negativas a su desarrollo cognitivo. “Hoy vemos muchos problemas en relación al desarrollo del lenguaje: chicos con poco vocabulario, con poca habilidad para generar estructuras de oraciones completas, con poca capacidad para imaginar oraciones, historias o textos de autoría propia, eso que se hace tanto en la escuela y que hoy cada vez es más difícil, y requiere cada vez más trabajo adicional o acompañado por un adulto”, observó.
En ese sentido, Gonzales Chaves también advirtió sobre la sensación de inmediatez que generan los contenidos digitales, lo cual hace que los más chicos “vayan cambiando de vídeo todo el tiempo y no esperen a ver si les gusta algo o no”, y en consecuencia, “el desarrollo de la tolerancia a la frustración, la atención sostenida, la espera, entre otras habilidades que son fundamentales para aprender, se vean mucho menos presentes o más ralentizadas”.
La mirada e iniciativa de especialistas en Gualeguaychú
Giuliana Watters, Agustina Santarelli y Mayra Ludueña son tres psicólogas de la ciudad que junto al equipo de Salud Mental de la Municipalidad llevan adelante la “Juegoteca Sur”: un espacio lúdico y terapéutico para chicos entre 7 y 11 años que se realiza cada 15 días, los miércoles, en los CAPS de los barrios Munilla y Pueblo Nuevo.
“Entendemos al juego como un promotor del desarrollo saludable de los niños, y como el lenguaje en que se comunican. El juego produce subjetividades, promueve la simbolización, la representación, y es también una forma de expresarse que tienen los niños y las niñas; un modo de tramitar sus emociones y angustias, y de conectarse con otros. Así fue que pensamos este espacio, como un lugar de encuentro, contención y vinculación entre niños y niñas, ya que algunos se conocen entre sí y otros no”, señaló Santarelli.
Por su parte, Watters agregó que en cada encuentro promueven juegos en equipo donde trabajan la cooperación y la corporalidad, y que “luego ellos proponen diversos juegos a los que les interesa o quisieran jugar”. Como resultado de los encuentros realizados hasta ahora contó que han podido observar cómo “los niños y las niñas que asisten se comunican entre ellos y pueden entretenerse sin ninguna pantalla de por medio, y aprenden a esperar su turno, a conversar con sus compañeros y a pensar estrategias”, por lo que destacan la comunicación real y la conexión con el otro cara a cara. “A veces, todo esto se pierde por la tecnología, pero cuando se dan este tipo de encuentros aflora ‘el ser humano’, la comunicación, el mirarse a la cara y conocerse con el otro”, añadió.
En esa línea, Santarelli se refirió al rol de las pantallas y la importancia de recuperar instancias de juego en las que los adultos ofrezcan otro tipo de atención y propuesta: “Nos asombra la creatividad y la sorpresa de los chicos cuando les ofrecemos otro tipo de entretenimiento porque para ellos lo novedoso es que haya una persona que les esté prestando atención mientras juegan; de hecho, entre ellos mismos se prestan atención, se escuchan y se miran por propuestas nuevas. Esto los sigue convocando a este espacio grupal en el que no hay pantallas ni ningún tipo de entretenimiento virtual. El acceso a las pantallas debe tener límites y los adultos son los responsables de establecerlos”.
Por último, Santarelli afirmó en que “es importante que el juego al aire libre, el juego con el cuerpo, y todo lo que motive la creatividad, la simbolización y el encuentro con el otro no se pierda. La importancia de crear un mundo con una rama o con un tobogán es algo que no se lo podemos quitar a las infancias”.