MES DEL ÁRBOL
La importancia de preservar las especies nativas en la ciudad
Además de contribuir a la mitigación del cambio climático, su conservación y resguardo permite restaurar paisajes afectados por la actividad humana, y crear ciudades amigables con el ambiente y la vida silvestre. Es por eso que es importante concientizar sobre su valor y reivindicar sus virtudes, ya que son parte de nuestra identidad cultural y natural.
Desde hace más de 100 años, cada 29 de agosto se celebra en toda la Argentina el “Día Nacional del Árbol”, una fecha que se estableció con el propósito de formar conciencia en la ciudadanía sobre la importancia de conocer y proteger las superficies arboladas y tomar dimensión de la increíble riqueza natural que posee nuestro país. Por extensión a esta fecha, todo agosto es considerado el “Mes del Árbol” y fue en esta última semana que Gualeguaychú llevó adelante la iniciativa de plantar especies nativas en distintos barrios, plazas y espacios verdes de la ciudad; un trabajo en conjunto de la Municipalidad y las instituciones educativas, asociaciones civiles, ONGs, clubes y vecinos.
Pero, ¿cuáles son las denominadas especies nativas? y ¿por qué es importante preservarlas?
Ahora ElDía habló con los ingenieros agrónomos Emilio Montefinale, a cargo del Área de Espacios Verdes, y Rodrigo Girard, dueño de un vivero local.
Sobre las especies nativas de Gualeguaychú -casi 100, entre árboles y arbustos-, Girard indicó que en los márgenes de ríos y arroyos pueden identificarse las siguientes: guayabo colorado y guayabo blanco, viraró, canelón, ubajay, sarandí colorado, mataojo, anacahuita, laurel de río, yerba del bugre, chal chal, ingá y lapachillo, entre otras. Y agregó: “Desde el centro de la provincia tenemos el espinal, que se compone de especies arbóreas como el algarrobo, ñandubay, espinillo, molle, tala, coronillo, sen del campo, chañares, entre otros. También tenemos arenales con aguaribay, ombú, ceibales y sauzales”.
Por su parte, Montefinale explicó que “toda nuestra riqueza vegetal proviene de lo que llega a través de los ríos y arroyos”, y señaló que debido a los cursos de agua “compartimos muchas especies con el Norte, dado que sus semillas llegan a través de las corrientes, ya sea a través del río Paraná, por el Delta, o a través del Uruguay, tanto por crecidas o bajantes”.
Cómo puede observarse a simple vista en los campos, parques y hasta en terrenos baldíos de la ciudad, el espinillo está dentro de las especies nativas más abundantes. Según Montefinale, esto es así “porque tiene un gran banco de semillas y se puede reproducir”, pero observó que otras especies como el algarrobo y el ñandubay no corren con la misma suerte: “Están dentro de las amenazadas, porque, principalmente al ñandubay, lo siguen sobreexplotando para leña o para postes, y acá en nuestra zona ya quedan pocos”. A su vez, Girard apuntó que “entre las especies menos frecuentes en nuestra zona podemos citar al ingá, el ubajay, y el lapachillo, que se encuentra en peligro crítico de extinción según la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) debido a la pérdida de hábitat, de lugares donde prosperar”.
El cambio de uso de suelo hacia un modelo de agricultura continua, protagonizado inicialmente por el “boom” de la soja, y la expansión de la frontera agropecuaria, con sus consecuentes desmontes, puso en jaque a una parte de nuestra vegetación. “Aunque el bosque tiene la capacidad de reproducirse, siempre hay especies valiosas que se pierden; seguramente muchas ya hemos perdido”, expresó Montefinale. También mencionó que aunque la Provincia regula los permisos y las zonas donde talar, a veces los controles no se cumplen “y hay muchos desmontes que son totalmente clandestinos”.
La importancia de preservar la vegetación en espacios rurales y urbanos priorizando las especies autóctonas se debe a los múltiples beneficios ecosistémicos que brindan en forma directa o indirecta, empezando por la producción de oxígeno y la absorción de dióxido de carbono (CO2), el principal componente de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) causantes del calentamiento global y el cambio climático. “Cuidar y proteger los bosques ribereños es fundamental porque eso nos da la calidad futura del agua y es lo que mantiene la gran biodiversidad de aves e insectos”, comentó Montefinale, y consideró que “es fundamental que las personas sepan de este rol, sobre todo los propietarios de los campos que tienen este tipo de bosque para que los protejan”.
Pero la tala indiscriminada no es la única amenaza para nuestra flora. Girard sostuvo que “la proliferación de especies foráneas genera invasiones, con la consiguiente desaparición de las especies autóctonas” y que “con ellas se va también toda la vida que soportan esos árboles: insectos, microbios, mamíferos y aves, entre otros”. Y agregó: “Hay invasiones de especies como la acacia negra (o tamarindo) y el fresno en la costa del río; esas son las dos que nos están complicando más. El árbol nativo lleva una coevolución de muchos miles de años con todos los insectos y la microbiología que tiene el suelo. Hay una relación simbiótica entre todos los seres vivos que habitan un ecosistema. Cuando uno trae una especie de afuera no está adaptada y es en perjuicio de la cantidad de flora que tenemos. Perdemos biodiversidad”, precisó.
Montefinale también apuntó contra la acacia negra “que ha desplazado a especies autóctonas como el espinillo, porque le gana por tamaño, y por velocidad y estrategia de crecimiento, y esto es un gran problema que está atravesando toda la región; también pasa con la mora, el ligustro y el paraíso; es importante el manejo de las especies exóticas y saber qué tipo de proliferación tienen para que no ocurran desastres”.
Las iniciativas para conservar nuestros árboles
“Nosotros reproducimos mayormente especies nativas del litoral argentino. Las elegimos por su rusticidad, por su fácil adaptación, por su belleza y por ser parte de nuestra cultura. Nos debemos a la tierra de la que somos parte”, comentó Girard que forma parte de las apuestas por preservar la flora autóctona.
Por su parte, Montefinale habló del vivero municipal, una iniciativa que surgió en pandemia y hoy reproduce casi 60 especies de la región: espinillos, talas, molles, curupí, guayabo colorado, guayabo blanco, anacahuita o arrayán, sarandí, palo amarillo, aguaribay, timbó, lapacho rosado, lapacho amarillo, jacarandá, ibirá pitá, murta, ñandubay, algarrobo. “También todas aquellas que son indicadas para veredas, como por ejemplo el canelón morotí, los blanquillos, el miraró, los sotacaballo y la pata de vaca blanca y rosada. La idea es seguir produciendo más y más variedades”, acotó. En ese sentido, detalló que el vivero está “principalmente pensado para el ambiente urbano”, por lo que “se busca fortalecer la idea de que los vecinos utilicen las especies nativas para el arbolado público, para una vereda, para una casa o un patio”.