ENTREVISTA EXCLUSIVA CON SU HIJO
“La figura de Don Ramón no deja de crecer con el tiempo, inclusive a 36 años de su muerte”
Así lo afirmó Esteban Valdés, hijo de Ramón Valdés, quien presentará este domingo al mediodía en la Feria Binacional del Libro de Gualeguaychú “Con permisito dijo Monchito”. La publicación cuenta la vida detrás de cámara del actor que interpretó a uno de los personajes más entrañables del Chavo del 8. Anécdotas, vivencias y secretos de una persona que se ganó el corazón de un continente haciendo de él mismo.
Es difícil de imaginar que alguien que por lo menos no haya pasado ya los 30 años no reconozca o haya visto alguna vez a ese flaco desgarbado, de remera negra, jeans y un gorro tipo piluso celeste; ese haragán cascarrabias a quien los niños de la vecindad hacían renegar sin cesar. Es casi imposible de pensar a alguien a quien Don Ramón, posiblemente el personaje más amado del Chavo del 8, no lo haya marcado a fuego.
Al padre de La Chilindrina –en la ficción– no se le conoció jamás un trabajo estable más que algunas changas que hacía en la vecindad para tratar de achicar los eternos 14 meses de renta adeudados al Señor Barriga. Su personaje trascendía la pantalla, despertaba ternura al mismo tiempo que risas, pero sobre todo desprendía un aura de autenticidad. Y es en esto último donde radica la clave del personaje.
Es que Don Ramón y Ramón Valdés –el actor que le dio vida– podría decirse que son la misma persona. De hecho, cuando Chespirito lo convocó en 1971 para crear su personaje, simplemente le dijo “Sé tú mismo”. Por esto mismo, y partiendo de esa premisa, todo se comenzó a mezclar entre ficción y realidad.
Roberto Gómez Bolaños (Chespirito) escribía los libros y Valdés aprendía sus líneas con oficio, pero al mismo tiempo no podía con su genio: “¡Si serás, si serás!”, “Con permisito dijo Monchito” y tantas otras frases más fueron improvisadas por el actor, sin haber estado incluidas originalmente en el libreto. Y hasta ese Monchito correspondía a su verdadero apodo: de esa manera lo llamaban sus amigos en su infancia en Ciudad Juárez.
A casi 36 años de su partida terrenal, “Monchito” sigue vivo en el corazón de los que lo vieron en televisión, y ahora su vida plagada de tropiezos, miserias monetarias, inestabilidad laboral y estrellato absoluto resucita una y otra vez en las páginas del libro “Con permisito dijo Monchito”, escrito por su hijo Esteban Valdés, quien este domingo al mediodía lo presentará en la Feria Binacional del Libro de Gualeguaychú.
“En el libro abordo los aspectos de la vida de mi padre que nadie conoce, es decir, la que tenía a puertas cerradas, en casa, detrás de las cámaras. Lo que conocen de Don Ramón, sus aventuras con El Chavo y la chilindrina y las cachetadas que le ha dado Doña Florinda ya todo el mundo lo sabe. Por eso decidí contar lo que sucedía en nuestro hogar, inclusive años antes de que mi papá siquiera fuera famoso, cuando era un ser humano común y corriente, pero con muchas cualidades que nadie conocía”, relató Esteban Valdés a Ahora ElDía a pocas horas de haber llegado a Gualeguaychú.
Hay una constante y un común denominador en todos los lugares en los que ha presentado su libro: el sólo hecho de mencionar a su padre despierta en quien escucha el nombre de Don Ramón una fascinación pocas veces vista. Quieren saber, quieren conocer, quieren sentir aunque sea por un instante una cercanía efímera y espiritual con ese que tanto los ha hecho reír.
“Es increíble, pero las personas al conocer al hijo de Don Ramón, ya no a Don Ramón sino al hijo del actor que lo interpretó, se alucinan. O sea, sinceramente no entiendo esa reacción, pero la comprendo. Mi papá fue muy famoso y sigue vigente, pero a mí me cuesta trabajo la visión de la gente hacia ese ser humano como lo fue mi papá, y que ahora medio que se traslada un poco hacia mi. A medida que fue pasando el tiempo, comencé a entender la dimensión de lo que para las personas es Don Ramón. Es algo muy mágico lo que me está tocando vivir gracias a este libro”, compartió Esteban.
Un libro que cuenta una vida mixturizada
Además de conocer aspectos inéditos y desconocidos del actor que supo alegrar el corazón de varias generaciones, en “Con permisito dijo Monchito”, una vez más, se puede ver cómo el Ramón –el Don y el Valdés– se mezclan, se entrelazan y terminan siendo indivisibles, inclusive poniendo muchos guiños de la vida real en la ficción de la bonita vecindad.
Los dos tuvieron ocupaciones diversas. Pese a su escaso fanatismo por el esfuerzo y el trabajo, el padre de la Chilindrina desarrolló múltiples oficios: fue plomero, zapatero, peluquero, vendedor de ropa usada (de allí el nombre del capítulo “El Ropavejero” que significó su debut en el programa), jardinero, carpintero y mucho más. Por su parte, este padre de 10 hijos –de dos matrimonios diferentes- y abuelo de 17 nietos también fabricó muebles de madera, además de haber sido chofer y comerciante, por mencionar solo algunas de las ocupaciones que desarrolló.
Pero los aspectos más interesantes de esta publicación radican en los episodios desconocidos, en su relación con su familia y sus amigos; y en cómo a pesar de haber participado en más de 70 películas antes de que Gómez Bolaños llegara a su vida, cuando sus vaivenes económicos y la inestabilidad laboral hacía que encontrara dificultades para llegar a fin de mes. Porque así como Don Ramón le debía la renta al Señor Barriga, Valdés solía pedirle dinero prestado a su célebre hermano Germán “Tin Tan” Valdés para afrontar sus deudas.
Una figura que no deja de crecer
El actor Ramón Antonio Esteban Gómez Valdés y Castillo –su nombre completo que él mismo pronunciaba en un sketch del Chapulín Colorado– nació en Ciudad de México el 2 de septiembre de 1923 pero se crió en Ciudad Juárez como parte de una familia tan numerosa en integrantes como en carencias. Cuando Don Ramón saltó a la fama en 1971 su figura no dejó de crecer, y a pesar de haber abandonado la vida terrenal hace más de tres décadas, su nombre sigue significando mucho.
“Uno de los hechos que a mí más me ha impactado fue que la figura de mi padre se ha ido acrecentando con los años. El momento al cual a mi papá le llegó la fama fue a principio de la década del 70 con ‘El Chavo del 8’, y ya eso fue algo increíble, pero más sorprendente aún es que después de 50 años de que ese programa se transmitiera por primera vez en México, y a casi 36 años que mi papá haya muerto, hoy está más vigente que nunca e inspira a artistas de diferentes lugares del mundo: hay personas que lo dibujan, lo plasman, reviven en memes o se tatúan la cara de mi papá. Es un orgullo ver que Ramón Valdés está mucho más vigente hoy que hace 50 años atrás”, afirmó el autor de “Con permisito dijo Monchito”.
Cuando Ramón Valdés se fue del “Chavo del 8”, fue el único al cual Gómez Bolaños no le hizo ningún problema para que continuara usando su personaje. Al fin y al cabo, fue él mismo quien le dijo “Sé tú mismo” a la hora de componerlo, por lo tanto no tenía mucho de qué agarrarse para retenerlo. Ese Ramón era Don y Valdés al mismo tiempo. De hecho, su vestuario era el mismo que usaba en la vida real, y lo único que había en Televisa para él era una caja con cientos de gorritos pilusos de repuesto ya que tenía la sana costumbre de regalar el que usaba al primer niño que se lo pedía.
Sus últimos años de carrera los pasó al frente de su propio circo, con el cual recorrió gran parte de Latinoamérica interpretando al cascarrabias preferido del continente. Y es en muchos de estos países donde Esteban encontró historias de su padre que él no conocía, las cuales pudo volver a revivirlas en su libro.
“Perú, por ejemplo, para mi es un país muy emocional porque fue el último en el que trabajó mi papá. La primera vez que fui a Lima, pude encontrar el hotel donde él se había hospedado. Y allí conocí a dos de las personas que trabajaban en ese hotel y que lo habían conocido. Hubieras visto cómo lloraron al verme y saber que era su hijo. Me enseñaron fotos que yo no había visto. Fueron una de las últimas fotos que mi papá se tomó estando bien”, sostuvo.
La vida de Ramón Valdés se fue apagando al mismo tiempo que se encendían los cigarrillos que fumaba sin parar. Algunos dicen que llegó a consumir cuatro paquetes por día. Un buen día de 1984, los médicos le diagnosticaron cáncer de estómago y le pronosticaron que le quedaban seis meses de vida. Ramón Valdés tenía 64 cuando murió el 9 de agosto de 1988, cuatro años después de que los médicos hubieran determinado aquella fecha fatídica.
“Si me preguntas cuál es el peor defecto de mi papá, fue el cigarrillo. Mi papá desde adolescente hasta que murió estuvo fumando, eso fue lo que lo mató. Ramón Valdés no era mi papá sin un cigarro. Bostezaba y prendía su primer cigarro. Abría la ventana, daba gracias a Dios y prendía un cigarro. Iba al baño y prendía su cigarro, entraba fumando al baño. Leía sus comics, el diario o su libreto del Chavo y fumaba. Y así con todo”, compartió Esteban sobre uno de los lados más íntimos de su papá.
“Más allá de todo lo que cuento en ‘Con permisito dijo Monchito’, el haber presentado este libro en países como Venezuela, Ecuador, Perú, Brasil y ahora Argentina me ha llevado a descubrir muchas historias nuevas de mi papá que no conocía. A medida que pasan los años y los lugares recorridos, me doy cuenta cada vez más que la figura de mi padre no deja de crecer jamás”, manifestó el autor.