La esquina de San Martín y Andrade, "Jardín Gurisitos"
Por Leticia Córdoba
Colaboración
Este fue el motivo por el cual la cooperadora gracias a la colaboración de la comunidad y el otorgamiento de subsidios por parte del gobierno, construyó tres nuevas salas en el 2006.
Estaba en los planes derribar el edificio y se trabajó durante dos años para conseguir el dinero y hoy, al comenzar el año, se inicia la etapa de destrucción de la vieja casa.
Mi comentario va mas allá de generar una noticia en la comunidad, lo mío es nostalgia y culpa, como cuando alguien tiene que irse de su casa natal a buscar nuevos caminos...
Lo mío es dolor al ver una estructura tan imponente, derrumbada en una semana, ¡tanta historia paso por ella ¡esas paredes tan altas, tan fuertes! ¡Las puertas! con más de dos metros de altura, la calidez de sus pisos y techos de madera, en fin, el paso del tiempo dejó sus huellas y abrió grietas en sus paredes.
Siempre fue por su presencia, por su gran porte, la imagen del barrio: allá por el 1890 fue el primer edificio. Me lo imagino solo e imponente en medio del campo; era un molino harinero (según cuenta la historia) y lo corroboramos hace unos años, cuando vimos que la arena del arenero se escurría, en ese entonces, se decidió ver que había debajo ¡era la sala de maquinas de una caldera! Sí, ¡una habitación de dos por dos!
En lo que en ese momento era el arenero y antes un garaje, (se rellenó con ladrillos), luego se saco el árbol de lila que tantos años nos dio sombra; ahora nos queda sacarnos la duda de dónde esta el sótano donde tantos años le cantamos a la banderita ¿en la galería? ¿o en la cocina?. Hasta el momento debajo de sus pisos el único tesoro que se encontró fueron los juguetes que manitos traviesas fueron introduciendo por algún agujerito de la madera.
Como alguien que se despide de lo que quiere, recorrí sus salas una por una como tratando de llenarme el corazón de buenas imágenes, de buenos recuerdos. ¡Fueron veinte años! y mas o menos mil ochocientos niños, y en menor cantidad los padres que también dejaron y siguen dejando huellas, si, como las huellas de un niño y un adulto en la arena, eso es lo que rescatamos docentes y padres; el jardín nunca fue un deposito de niños sino una casa grande, donde todos saben donde esta la cocina para preparar el
mate...
Quiero con esto recordar lo que fue "el jardín verde" -como dicen los niños- y tratar de que no se borre de vuestros corazones, lo que fue la esquina del barrio, el molino, la mercería, la casa y luego el jardín.
Fueron 21 años en los que cada mañana me esperaba la casa pintada de verde, y la voy a extrañar y se va a sentir su ausencia en el barrio. Ahora solo resta golpear puertas, para que resurja dentro los escombros una nueva esquina, un nuevo jardín y como siempre niños y niños por doquier.
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