EDITORIAL
La era digital alteró nuestras necesidades
El proceso evolutivo ha generado el "homo tecnologicus", un sujeto inmerso en la era digital, que cubre sus necesidades con sofisticadas aplicaciones tecnológicas.
En el mundo del marketing, al respecto, ya se ha hecho un ajuste teórico a la célebre jerarquía de las necesidades humanas que formuló el norteamericano Abraham Maslow (1908-1970). La necesidad es aquello de lo que no se puede prescindir, que no se puede evitar y en tanto carencia básica obliga a una satisfacción más o menos inmediata. Por ejemplo, respirar es una necesidad del hombre que hace a su supervivencia. En tanto, sin agua moriríamos de sed y sin alimentos sucumbiríamos de inanición. Maslow sostuvo que estos requerimientos que hacen al hombre sano, junto a los que tienen que ver con sentirse física y psíquicamente libre de peligro, relativos a la seguridad, son las necesidades primarias. Una vez satisfechas estas necesidades básicas el individuo (y por extensión la sociedad) busca ser aceptado por los demás (pertenencia) y elaborar un buen concepto de sí mismo (autoestima). Luego el hombre pasa a un nivel superior. Es decir estará en condiciones de cubrir lo que Maslow llama necesidades “de ser”. Aquí se incluye el logro intelectual (necesidad de comprender), el gozo estético (necesidad de belleza y armonía) y la autorrealización, que es la necesidad de alcanzar las máximas cotas de desarrollo personal. Pues bien, el homo tecnologicus, un ser humano muy sofisticado que desarrolla sus actividades en una sociedad altamente mediatizada por la tecnología digital, cubre esas necesidades con distintas aplicaciones. Los expertos en marketing dicen que la fase más básica de la pirámide de Maslow, la fisiológica, tiene que ver para este hombre con la necesidad de estar conectado y se refleja en una pregunta invariable: “¿Hay WiFi?”. Así como sin aire y agua moriríamos como seres biológicos, como seres tecnológicos no podríamos sobrevivir sin un teléfono inteligente con conexión a Internet. Una vez que el usuario digital ha podido satisfacer esta necesidad “fisiológica” básica, asciende luego a la fase de protección o seguridad. En este segundo escalón lo que era protección de bienes, activos y vivienda se transforma en antivirus, firewalls y contraseñas seguras. Además necesita tener el celular con la batería cargada, plan de datos y minutos para llamadas, agenda de contactos, WhatsApp, explorador de Internet, Waze o Google Maps para ubicarse o poder comprar lo que necesita desde Amazon, OLX o Mercado Libre. Con respecto a las necesidades sociales, aquellas que conducen al individuo a buscar amistad y aceptación de los demás, el hombre tecnológico encuentra satisfacción en las “redes sociales”. En Facebook se conecta con sus amigos, en Twitter encuentra grupos sociales que piensan como él, en Snapchat publica su vida en vivo, con Tinder consigue pareja, y en Youtube, además de ver videos, puede crear un canal y ser “youtuber”. En la nueva pirámide las necesidades de reconocimiento se reflejan en el número de seguidores que se tenga en las redes sociales, en los “me gusta” o “likes” recibidos, en los comentarios y en las recomendaciones. En cuanto a las necesidades de autorrealización, se pueden satisfacer mediante la construcción y escritura de blogs que plasman el saber propio, o creando llamativos tableros en Pinterest, convirtiéndose así el sujeto en un “influencer”, es decir en un influenciador social en su campo de acción.
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