OTRO SECTOR AFECTADO POR LA RECESIÓN
Por la recesión, la demanda de remises en Gualeguaychú cayó un 50% en lo que va del año
Choferes y dueños de agencias coinciden por igual en un diagnóstico preocupante: el creciente e importante desplome de la demanda de viajes. Mientras que los clientes achican sus gastos al prescindir del servicio, los remiseros luchan por llegar a fin de mes.
A lo largo de este año, la economía argentina se ha visto afectada en su conjunto, y la actividad comercial de bienes y servicios terminó resentida en sus más diversas áreas. Un rubro que no escapa a este panorama adverso es el del transporte privado, cuyo exponente en nuestra ciudad son los remises.
Se trata de uno de los sectores que, si bien responde a una necesidad cotidiana como lo es el transporte urbano, se encuentra dentro de la línea de gastos que pueden ser considerados “prescindibles” y que muchas personas deciden recortar cuando el bolsillo aprieta.
En un contexto donde el poder adquisitivo de los salarios se ha visto gradual y profundamente deteriorado, no es sorpresa ver que el rubro de los remises atraviesa un momento crítico.
Para indagar en los detalles sobre cómo se encuentra este sector en Gualeguaychú, Ahora ElDía conversó con los remiseros Roberto Molina y Leonardo Ramaglia; la remisera Lucrecia Tessore; y con Eduardo Sosa, dueño de la remisería New Flash. Todos ellos coinciden en un diagnóstico común: un importante desplome en la demanda del servicio.
La crisis en primera persona
“La demanda de remis bajó mucho, y lo que es peor es que sigue en descenso. Hace un año que cada vez cuesta más todo por cómo está la situación del país”, describió Sosa.
“Esta mañana no he hecho ni la mitad del trabajo que uno más o menos hace. Todos vemos que a las personas no les alcanza”, observó, por su parte, Ramaglia.
En esa línea, Lucrecia Tessore señaló: “Las personas no tienen plata, por lo que la demanda en este momento es mucho menor a la de un tiempo atrás”. En el mismo rumbo opinó Roberto Molina, quien ratificó este presente y contó que “al llevar repetitivamente a los mismos clientes, he notado cómo estos acortan sus recorridos. Si llevaba a un chico de la zona de la Cuchilla hasta la escuela ENOVA, ahora me piden que lo haga hasta la plaza San Martín. También me tocó llevar a una señora que tenía que ir hacia el barrio Pereda, pero que decidió caminar desde el sanatorio San Lucas hasta la plaza Belgrano, donde yo hago parada, y me contó que hizo todo eso para abaratar el gasto del remis”.
Para entender un poco la caída en la demanda, sólo falta ver el cuadro tarifario: La bajada de bandera en este momento está a 500 pesos, y después cada 100 metros sube 100 pesos. En otras palabras, más o menos cada cuadra y cuarto o cuadra y media, sube el precio. Un viaje de 2 kilómetros, que no es mucho, sale 2.500 pesos.
¿Más o menos remises en circulación?
Con respecto a si notan un aumento o disminución de la cantidad de remises que circulan por la ciudad, las voces consultadas tuvieron opiniones diversas. Tessore consideró que “hay más remiseros, cada vez ponen más autos, pero cada vez tenemos menos trabajo”.
Molina coincidió ante este panorama: “Todas las semanas veo varios autos nuevos que se incorporan. Pienso que es por la situación económica. Muchas personas se quedaron sin trabajo y una salida es subirse al remís. De hecho, eso mismo me pasó a mi hace varios años”.
Por su parte, Ramaglia indicó que si bien ha notado que en la agencia para la que trabaja han ingresado muchos autos, también han cerrado algunas remiserías, con lo que pudo haber un traslado del personal que trabajaba en ellas.
Sosa, en cambio, afirmó: “No hay tanto laburo como antes, por lo que hoy debe haber un 40% menos de remises en la ciudad”.
Dada esta coyuntura, surge la pregunta de qué tan rentable o viable resulta en la actualidad trabajar dentro de este rubro.
“Si tenés que sostener una familia, solo con el ingreso del remis no alcanza. Si hay otro ingreso, ya sea de uno o de alguien más del grupo familiar, entonces sí. Sin embargo, para sostener a una familia sería muy complicado, sobre todo porque en este momento bajó mucho el trabajo y subieron los costos. La tarifa del viaje se incrementa, pero no lo hace en relación a los costos que tenemos. El litro de nafta está a más de 1100 pesos, mientras que en noviembre del año pasado estaba a 380 pesos. En este caso, el aumento de la tarifa no absorbió ese costo por igual. Tampoco puedo poner un valor exorbitante porque haría menos viajes todavía. Aparte de que subió lo que uno paga por día a la agencia, y también los repuestos y el cambios de aceite”, precisó Molina.
Por su parte, Tessore contó que si bien vive de su auto, “hay meses en que no me alcanza para guardar o poder ir al mecánico cuando se me rompe algo”.
“Tengo que pagar con la tarjeta o pedirle al mecánico que me ‘aguante’. Cada vez se hace más difícil. Todo sube, y nosotros no podemos aumentar nuestra tarifa cada vez que aumentan los combustibles, sobre todo porque las personas cada vez usan menos remises”, comentó y manifestó: “Hace más de 25 años que soy remisera, pero se torna cada vez más difícil. En este momento puedo decir que lo que me queda por mes no me alcanza para vivir, porque no solo tengo que vivir, sino también pagar las cuentas, y lo que me está queda no me alcanza”.
En el caso de Ramaglia, también indicó que su único ingreso de dinero es a través del trabajo en el remis y que la situación se vuelve cuesta arriba. “Cada vez trabajamos más horas para tratar de llegar a fin de mes. Es la forma de sobrevivir, no nos queda otra. Cuando se nos rompe algo del auto se nos complica mucho porque todo es caro, lamentablemente”, dijo y agregó: “No lo veo como rentable, lo veo como una obligación. En mi caso, ¿qué otra cosa puedo conseguir? Cumplí 59 años y es difícil conseguir un trabajo fijo a esta edad. Lo único que tengo es esto, y la forma de sobrevivir es pelearla. Creo que esta crisis va para largo”.
Por último, y desde su lugar como dueño de una remisería, Sosa afirmó: “Hoy por hoy, el remis ya no es tan rentable como hace unos años atrás. La demanda ha bajado mucho; y ahora por la situación económica, mucho más. Con estos costos que tenemos y las tarifas actuales, las personas deciden ajustarse, y siempre prescinde en primer lugar el lujo, que en este caso vendría a ser el remis”.
Un panorama que de manera unánime es descripto como desolador. Un presente en el cual queda de manifiesto que lo que se genera no alcanza, pero que tampoco es válido bajar los brazos: las crisis cíclicas de este país han enseñado que la única forma de seguir adelante es luchándola.