SALIR DE LAS RUINAS
La catástrofe de la DANA contado por una gualeguaychuense que vive en Valencia
Ernestina Etchmendi es psicóloga y desde 2007 está viviendo en la provincia española, a la que arribó cuando su marido recibió una propuesta laboral. Desde el martes 29 de octubre, momento en que el fenómeno natural conocido como DANA azotó a la ciudad, la vida de los habitantes se trastocó y si bien la entrerriana manifestó que algunas actividades están volviendo a la normalidad, todavía hay en la población una conmoción muy grande.
El lunes previo a la catástrofe, Ernestina Etchemendy recibió un mail de la Universidad de Valencia, donde dicta clases. En el mismo se le comunicó que la institución permanecería cerrada durante el martes debido a las fuertes alertas en torno al DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), fenómeno en el que una masa de aire polar muy frío queda aislada y empieza a circular a altitudes muy elevadas y que luego, al chocar con el aire más cálido y húmedo que suele haber en el mar Mediterráneo, genera fuertes tormentas.
“Lamentablemente, fue un día de actividad normal, el único lugar que había suspendido sus actividades fue la Universidad de Valencia que cerró todo su campus y paralizó las clases de 40 mil estudiantes. A partir de eso, me enteré que estábamos con una alerta meteorológica tan importante. En otros lugares como Alicante, sí cancelaron las clases pero acá no, nada parecía indicar lo que iba a pasar ese día. Tenía que ir a una universidad privada a trabajar. Llegué y a la media hora, cancelaron las clases. Las alertas llegaron de manera poco formal, pero a ninguna de mis amigas le suspendieron el trabajo, ni a mis hijos el colegio. Las personas estaban haciendo vida normal”, relató la gualeguaychuense a Ahora ElDía sobre la víspera de la tragedia. Normalidad, ausencia de alertas y una leve sospecha de que algo podría llegar a pasar, pero que jamás imaginó que el desastre tendría semejante dimensión.
“El valenciano está acostumbrado a la DANA, todos los años la tenemos. Entonces, dentro de eso, se toman los recaudos necesarios, como no usar los túneles que rápidamente se llenan de agua, pero nadie estaba preparado para este escenario, que fue histórico”, relató sobre las horas previas a la catástrofe.
El esposo de Ernestina, Martín, logró llegar a su hogar media hora antes de que el fenómeno meteorológico escalara a dimensiones siderales. Al igual que el resto de los ciudadanos, fue a trabajar.
“Valencia es muy grande. Yo vivo más en el centro, y esto pasó en la periferia, donde está el aeropuerto y donde hay muchos municipios. En auto estoy a 10 minutos de distancia. De hecho, donde tengo mi casa no llovió, solo hubo mucho viento. Es normal que nos desplacemos hacia esas partes de Valencia. Donde trabaja mi marido es el lugar donde comenzó el desastre en las primeras horas de la tarde. Llegó a casa a las 13.30 y a las 14 empezaron a llegarnos por Whatsapp los primeros vídeos con lo que sucedía”, contó la psicóloga.
Ni bien tomó dimensión de lo que acontecía, Ernestina envió mensajes a sus familiares en Argentina para avisarles que todos estaban bien y alertarlos de que iban a comenzar a ver imágenes que podían asustarlos, pero que se quedaran tranquilos.
“Me pasó que al principio hablé con mi mamá, pero a medida que fueron llegando las imágenes a Argentina me fueron llamando más personas allegadas para preguntarme cómo estábamos”, reconoció la gualeguaychuense.
La mala información y los días posteriores
Luego de que la DANA pasara con toda su potencia por varios municipios de Valencia, comenzaron los cuestionamientos sobre si se podrían haber atenuado sus consecuencias.
“Noto mucha tristeza y enfado por lo que ha pasado, porque la información y los recursos para haberlo enfrentado de otra manera estaban. No entendemos por qué no se utilizaron y es algo que se le recrimina al Gobierno español. El daño hubiera sido enorme de todas formas, porque lo que pasó en los pueblos que han sido arrasados no se habría podido evitar, pero si se podría haber mitigado la cantidad de muertos y desaparecidos que hubo”, resaltó Etchemendy.
En este marco, surgió en los habitantes de las poblaciones afectadas una gran solidaridad. De hecho, “hay lugares en los que piden que no manden más donaciones porque ya no hay más personas con quienes repartirlos ni espacio para poder almacenarlos”, manifestó.
Los efectos psicológicos en la población
Ernestina Etchemendy es Licenciada en Psicología y desde su arribo a España en 2007, no ha dejado de capacitarse.
Desde su formación compartió que “se siente mucha sensación de desamparo y preocupación sobre las alertas por el calentamiento global y las amenazas que hay. Los especialistas y activistas lo están diciendo desde hace mucho tiempo, pero ahora tenemos esa sensación de que hasta que no te pega de lleno el golpe no lo terminás de creer”.
“Todavía lo que pasó es muy reciente, está claro que está la presencia del trauma, pero eso no implica que una persona vaya a desarrollar un trastorno de estrés postraumático. Puede ser que pase en muchos afectados, pero contamos también con mucha resiliencia y recursos que accionamos en estas catástrofes. No obstante, creo que este trauma va a estar presente por un tiempo, no solo a nivel individual, sino social, como pasó en la pandemia, por más que no se haya tenido una perdida directa. Ese impacto lo tendremos todos. Afortunadamente, hay equipos de psicólogos especialistas para estas situaciones que ya están en marcha, actúan y ayudan”, apuntó Ernestina.
Al respecto, informó que la Universidad de Valencia está planificando acciones de intervención a futuro: “Dentro de unos meses seguro que se dé la presencia de determinados problemas a los que habrá que darle respuesta”, finalizó.
El día después de mañana
De a poco, algunas actividades volvieron a reactivarse, aunque todavía falta mucho tiempo para que todo “vuelva a la normalidad”.
El miércoles pasado, las escuelas retomaron sus clases y los alumnos volvieron a las aulas, y hay también personas que se encuentran trabajando de manera virtual desde sus hogares.
“En mi caso, la cotidianidad es bastante anormal porque las universidades siguen cerradas y toda la semana pasada estuvo interrumpida la actividad. Muchas zonas quedaron arrasadas y parte de las consecuencias es que hay muchos problemas de movilidad debido a que varias calles quedaron cortadas”, referenció sobre su presente y agregó que en la Universidad de Valencia siguen canceladas las clases porque los estudiantes se han postulado como voluntarios: “Es posible que recién el lunes se retomen las actividades”, detalló Ernestina sobre cómo se vive luego de la tragedia.
Hay veces que llama la atención la resistencia que tiene el ser humano para reponerse de los escenarios más catastróficos. Desde Argentina, las imágenes que dejó el desastre climático mostraron una destrucción sin precedentes, pero también el trabajo codo a codo de toda una comunidad, que con el barro hasta las rodillas intentan reconstruir una sociedad que fue dañada, pero no destruida. Es en este punto donde ahora se encuentra la gualeguaychuense Ernestina Etchemendy: tratar de volver a su normalidad.