OPINIÓN
La articulación con el sector privado que sí existió
En relación a la columna de análisis publicada en este medio el pasado sábado 6 y tras la direccionalidad de varios dichos del actual intendente de Gualeguaychú hacia la gestión piaggista, me veo en un imperioso impulso de pensar sin prejuicio a qué llamaran “alfombra roja para las inversiones privadas”.
Desde las últimas dos gestiones municipales, hemos dado un empuje invaluable a la organización de la sociedad civil, cooperativas, empresas y desarrollos de inversión locales como –y sólo por citar- el Parque Industrial Sustentable Municipal que hoy se ve paralizado por la actual gestión que paradójicamente llega para atraer las inversiones privadas, pues entonces no se explica la decisión caprichosa de borrar con el codo el acuerdo para que allí se asienten quince empresas de nuestro territorio y muchas otras que están esperando la implementación del mismo, que ya cuenta con todos los requisitos para estar funcionando. Esto no es un supuesto ni un dicho, es una realidad: son más de 200 puestos de trabajo genuino que se han diluido.
Supongo que esa chicana discursiva sobre el rol del Estado en las relaciones con las entidades privadas y lo cruel de intentar manejar la opinión de la sociedad aseverándole que se achica, se achica el gasto, la planta de trabajadores, se recortan las fiestas, las propuestas turísticas y la sensibilización de los eventos culturales para los sectores más vulnerables. Y cuando digo sectores vulnerables, ¿nos atrevemos a pensar si hoy éstos se han acrecentado desde el 10 de diciembre pasado? Porque, y ya que nos encantan los números, la inflación creciente producto del feroz ajuste a nivel nacional solo vino a ensanchar la brecha entre los sectores sociales, dejando la balanza inclinada en perjuicio de la clase trabajadora: 100% de aumento en los combustibles, 300% en los servicios, 25,5% la inflación de diciembre, depresión del tipo de cambio del 112%, caída del poder adquisitivo del 20%... por marcar apenas un pantallazo del golpe que esto significa para nuestras economías regionales, pero que los mismos que las atacan predican fortalecer. ¿Con qué medidas se van a amparar esos sectores? Hasta ahora lo propuesto desde el Gobierno es un producto lineal de un Estado austero, pero austero de derechos para nuestra gente, ya que el recorte no viene a acercar a la ciudadanía hacia una mejor calidad de vida.
Entre Ríos no es una isla en este panorama, sino que la misma metodología está deteriorando el día a día de las y los entrerrianos, mientras en nuestra amada ciudad, crece un foco de inacción ante tal situación.
Por mencionar un ejemplo, la tan controvertida Fiesta del Pescado y el Vino Entrerriano, vista ahora como un despilfarro, visión muy triste por cierto de lo que fue –y espero siga siendo– un espacio de desarrollo económico, turístico y cultural, pero también de trabajo y disfrute de nuestra gente, de fortalecimiento de la identidad local, de unión comunitaria entre los sectores de nuestra ciudad y también de la provincia, ya que adquirió rango provincial en su última edición y se convirtió en el lugar de encuentro para el turismo familiar como complemento del Carnaval. Pero ahora su realización significa “tirar la plata”, incluso cuando con el pasar de las ediciones se volvió autosustentable a través del alquiler de stands comerciales, gastronómicos y venta de publicidad llegando a retornar en 2023 más de 1.800 millones de pesos para nuestra ciudad. Cifras desopilantes se mencionan como excusa de una inversión que podría ser moderada y adecuada al contexto económico actual, sin perder la calidad humana de cada trabajador, cada productor local, cada puesto de comidas, cada artista que brilló para mostrar nuestro talento y se convirtió en la identidad de todo un pueblo.
Y quiero detenerme nuevamente en cuestionar lo que se considera “inversión privada”. Si se trata de hablar de proyectos de políticas públicas con articulación del sector privado, vamos a hablar de hechos, como el Mercado Municipal del exFrigorífico, el Centro Comercial Antiguo Mercado de la ex Terminal y el Mercado Munilla, entre otras obras que dieron empleo a miles de familias a través de las cooperativas de trabajo, emprendedores de la economía social, pequeñas y medianas empresas que pudieron encontrar espacio para ofrecer sus productos. Otro ejemplo es el Buró Productivo, a través del cual se articularon proyectos de innovación y desarrollo con las entidades, Universidades, el Centro de Defensa Comercial e Industrial, la Corporación para el Desarrollo, entre otras, y se trató de gestiones donde el Estado, lejos de convertirse en una productora como dicen, se sentó a trabajar articuladamente con los sectores privados.
Pero eso ahora pareciera que es una intromisión, un plan que debe quedar en manos de empresas multinacionales concentradoras del poder económico, porque ellas sí son el “sector privado”. Entonces hablemos con propiedad, para que la sociedad nos entienda bien: inversión privada para la actual gestión significa que las grandes corporaciones decidan sobre el futuro de nuestros emprendedores, de nuestras empresas familiares y de nuestros trabajadores.
Concluyo en reflexionar que lo que ahora llaman gasto fue nuestra inversión, que dejó hechos concretos que trascienden a las palabras carentes de contenido de quienes hoy tienen la obligación de ponerse a trabajar para la gente de nuestra querida Gualeguaychú.