ENTREVISTA EXCLUSIVA
Juan Grabois, el outsider que incomoda a sectores del poder: Piaggio, Bordet, De Ángeli y la política agonal
El estrecho vínculo con el Papa Francisco y con Cristina Fernández le dieron notoriedad en los últimos años. Su trabajo de base y su impecable oratoria conquistaron a buena parte del espectro ideológico progresista. El dirigente social habló de todo. Cuestionó al "corrupto" Poder Judicial entrerriano y aseguró que "se pueden ganar elecciones sin transformar la realidad".
Por Luciano Peralta La política está en crisis, en el país y en el mundo. Porque las sociedades están en crisis. Porque el modelo dominante no para de generar exclusión social, concentración de la riqueza y destrucción del ambiente. Obvio, que en países subdesarrollados como el nuestro (en algún momento pensado “en vías de desarrollo”, pero hasta las vías destruyeron) las consecuencias son tremendamente más catastróficas que en los del primer mundo. Esta es una realidad objetiva. A la que se explica, y para la cual se proponen diferentes tipos de soluciones, dependiendo del lugar ideológico de cada abordaje. Así, entonces, para el peronista de centroderecha Miguel Ángel Pichetto -senador nacional durante 18 años y auditor general de la Nación hasta 2024- el problema de la pobreza son los planes sociales que la “sostienen”. Y, en cambio, para el dirigente social Juan Grabois, quien representa al ala izquierda del Frente de Todos, la pobreza es la consecuencia lógica y necesaria del capitalismo. Perdón por el extremo reduccionismo, pero en este caso sirve para que el ejemplo quede claro. Ahora bien, volvamos a la crisis de la política. Y pongamos la atención en ciertos lugares comunes que las y los (sobre todo) políticos argentinos supieron construir para justificar o condenar ciertas decisiones, dependiendo el lugar que ocupen coyunturalmente. Dicho de otra manera: Si soy opositor está mal, pero si soy gobierno, se puede justificar. Y acá es cuando aparecen los justificadores seriales, un rol que, en el mejor de los casos, debería quedar para la militancia de base o las charlas de café. Pero nunca convertirse en la manera de gobernar un país. Porque el límite es muy cortito y, siempre y en última instancia, lo terminan marcando la realidad. De ese libreto se corre Juan Grabois. Y cuestiona la vacunación de privilegio que eyectó al buen ministro Ginés González García de su cargo; y repudia la feroz represión del siempre aliado oficialista Gildo Insfran; y le marca la cancha a su propio gobierno cuando critica la desaparición del IFE o la forma en que es implementada la Tarjeta Alimentaria.
Entonces, se diferencia de los “soldados” de la causa, y en muchas ocasiones los deja en evidencia. Por eso también es resistido por algunos sectores de la alianza gobernante. Pero a Grabois no lo asusta la polémica, ni mucho menos. Sabe ser políticamente incorrecto y aprovecha al máximo ese lugar. No ocupa cargos en el gobierno, lo que le da “una suerte de impunidad para hacer y decir”, según reconoció en diálogo con ElDía. Tiene 37 años, tres hijos y está casado desde los 19. Es abogado, licenciado en ciencias sociales, docente universitario y referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), entre otras organizaciones sociales. Un profesional de clase media que hace 20 años se dedica a organizar a trabajadores de las clases populares. Además, es uno de los fundadores del Frente Patria Grande y, aunque prefiera no hablar del tema, tiene una relación muy cercana con el Papa Francisco. “El desgaste militante es grande. Me levanto muy temprano, me acuesto muy tarde y, todas las semanas, hago visitas o formo parte de actividades en barrios populares y cooperativas, que es lo que te da anclaje con la realidad. También, tengo mi laburo como docente en la UBA, escribo para dos diarios y tengo mis libros, y además tengo algunas pocas causas particulares, como abogado. Trato de compartir las tareas de cuidado con mi compañera, en cuanto a mis hijos y, bueno, hago lo que puedo”, enumera y justifica largamente los dos intentos fallidos anteriores por llevar a cabo esta entrevista. LP: Organización y agenda, fundamentales, ¿no? JG: Sí. Afortunadamente somos muchos y nos dividimos las tareas. Aunque deberíamos ser muchos más para, básicamente, organizar a los 5 millones de trabajadores de la economía popular que hay en este país; para que puedan tener acceso a la tierra, el techo y el trabajo, que es nuestro objetivo y por lo que militamos. LP: Sos un bicho raro en la política actual, ¿cómo te autopercibís en ese mundo? JG: Yo soy un outsider total de la política entendida como participación en las disputas electorales. Vengo del 2001, de la generación del que se vayan todos. Aunque discuto con la antipolítica, a la que entiendo como una versión jacobina del neoliberalismo, reivindico el espíritu de indignación sobre el sistema en su conjunto y la necesidad de no someterse a esa ideología conformista en la que hay que aceptar las reglas de un juego tan injusto como este. Creo que no se trata de jugar bien el juego, sino de cambiar las reglas, justamente. Volver a trazar los contornos de la cancha, cambiar la pelota y los árbitros. Sobre todo, debemos hacerlo quienes enarbolamos con honestidad la bandera de la justicia social y, si se quiere, una nueva dimensión de la justicia social, que es la justicia ambiental. Digo esto porque los niveles de agresión contra el ambiente son nuevos y, además, porque a muchos de nosotros el encuentro con la problemática ambiental y climática es algo que nos costó y a lo que no le dábamos la importancia suficiente, en mi caso, hasta que el Papa Francisco lo tomó como uno de los principales ejes de su Pontificado. "Reivindico el espíritu de indignación sobre el sistema en su conjunto y la necesidad de no someterse a esa ideología conformista en la que hay que aceptar las reglas de un juego tan injusto como este" LP: Hablás del 2001, ¿hoy estamos igual, mejor o peor? JG: Estamos muy mal. Pareciera que en Argentina hay un ciclo que funciona como un espiral descendente y que cada crisis nos deja un piso más bajo. Más allá de lo que digan los indicadores, son pisos más bajos de precariedad de la vida. Nos dejan una mayor cantidad de gente sin acceso a una vivienda con los servicios elementales para una vida digna; nos dejan con más pibes que son analfabetos funcionales, la degradación de la educación pública es tremenda; la expulsión de la familia rural es creciente, y se abona el patrón de sobreurbanización en los grandes conglomerados urbanos, que en nuestro país ya es el 93 por ciento de la población, una cifra gigantesca. ¿Por qué pasa esto? Porque seguimos siendo un país colonizado y dependiente, y nuestro gran orgullo es exportar granos transgénicos. Lo mismo con la megaminería, lo mismo con los hidrocarburos, el problema es que seguimos siendo territorio de saqueo. Eso es algo que nuestra generación tiene que asumir, y asumir que la tarea para revertir eso es una tarea de naturaleza revolucionaria, y que no implica jugar mejor un partido, sino cambiar las reglas de juego. LP: ¿Quiénes son esos analfabetos funcionales? JG: Mirá, si vas a cualquier barrio popular y hablás con un pibe de sexto grado no pasa un examen de lengua de segundo grado de una escuela privada. Y esto lo digo con independencia de cualquier estigma o ideología vinculada a lo privado o lo público, es un dato de la realidad. Las escuelas se han convertido, en gran medida, en aguantaderos, y eso es muy grave. La enorme degradación del acceso a la educación pública de los más humildes es una de las principales preocupaciones que tengo hoy. En Chubut, por ejemplo, hace tres años que no tienen clases. Quienes pueden pagan una maestra particular, pero para los excluidos tres años sin clases es criminal. Es condenar a una generación al analfabetismo funcional. Y, aunque lo hacemos precariamente y como podemos, de eso nos hacemos cargo también los movimientos sociales. Alfabetizamos a chicos en la edad escolar que no son alfabetizados por las instituciones públicas. LP: Tuviste palabras elogiosas para el intendente Piaggio, ¿cómo lo conociste? JG: En el marco de la disputa de los Etchevehere y el Proyecto Artigas, que tiene como corazón a la producción agroecológica. Nosotros, en la rama rural del MTE, tenemos 60 huertas agroecológicas grandes y mucha experiencia laburando formas de producción de alimentos sin transgénicos. Entonces, cuando vimos esto de la prohibición del Glifosato en Gualeguaychú nos llamó la atención y me pareció que se estaba haciendo un laburo extraordinario. Lo de Piaggio me parece un buen ejemplo de que enfrentarse a algunas corporaciones que parecen invencibles no implica que vayas a perder las elecciones. Esa es la excusa que meten muchos políticos para no avanzar con los cambios que se necesitan. Piaggio se metió con una de las corporaciones más pesadas de la Argentina y de Entre Ríos, que es la del agronegocio transgénico, y ganó las elecciones por más del 60 por ciento de los votos. Entonces, además de ser una buena política pública en lo ambiental, es un buen ejemplo para los políticos. "Lo de Piaggio me parece un buen ejemplo de que enfrentarse a algunas corporaciones que parecen invencibles no implica que vayas a perder las elecciones" LP: ¿El caso Etchevehere dejó al descubierto la connivencia entre la política y el poder económico? JG: El caso de los Etchevehere es escandaloso por donde se lo mire. Porque el pacto de poder fue con los gobiernos anteriores y con el gobierno actual. Hay una escena que yo no me la voy a sacar de la cabeza, y lo hablé con Rosario Romero (ministra de Gobierno y Justicia de Entre Ríos) en ese momento: cuando acatamos la orden judicial de salir de la estancia a Dolores (Etchevehere) la agarraron de un brazo, la tironearon y la metieron presa. Eso lo hizo la Policía que depende del Gobierno. Del otro lado, cuando (Luis Miguel) Etchevehere incumplió la orden judicial de entregarle un departamento a Dolores, delante del Juez y de la Policía, nadie se atrevió a tocarle un pelo. Eso es un gobierno que, ya sea por inercia o por connivencia, se arrodilla ante los privilegiados. Y eso se lo voy a criticar a Bordet siempre, no importa si tenemos un acuerdo político en el Frente de Todos. Otro tema que es escandaloso es el de las tierras de la escuela, que no tiene nada que ver con lo nuestro. Son tierras de una escuela que se las robaron a la escuela y que deben ser restituidas. A veces pareciera ser que como es Etchevehere no está tan mal, y el gobierno provincial se ha subordinado a esa lógica de no tocar privilegios. Del Poder Judicial de Entre Ríos, ni hablar. Es muy corrupto, muy corporativo, una familia que sigue respondiendo a sus patriarcas, como el abuelo de los Etchevehere, quien fue presidente del superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos. LP: Hace unos días, el senador Alfredo De Ángeli presentó un proyecto para garantizar tierra, techo y trabajo ¿qué pensás? JG: La verdad, me parece muy bien. Me alegra mucho que lo haga, lo voy a llamar y voy a ir a verlo. No tengo interés en pelearme con nadie, quiero que las cosas avancen. Cualquier argentino, con un mínimo de sentido común, tiene que estar de acuerdo con repoblar la patria y crear trabajo. Entonces, me parece bien que De Ángeli lo haga, aunque sea por oportunismo, porque pone el tema en la agenda. Yo no tengo confianza en nadie que provenga de ese espacio, porque creo que le ha hecho muy mal a la Argentina, pero tampoco soy intransigente y me voy a cerrar a hablar. Yo quiero convertir nuestro Plan de Desarrollo Humano Integral en una política pública, y si hay que convencer a algunos políticos del otro lado lo voy a hacer. LP: ¿Qué es el Plan de Desarrollo Humano Integral? JG: Es nuestro principal objetivo. Tanto del Frente Patria Grande, como de los diferentes organizaciones sociales y sindicatos que lo estamos promoviendo. Tiene varios momentos. En principio, la creación inmediata de 4 millones de puestos de trabajo a través del Fondo Mujica, de 750 mil millones de pesos, que tiene que financiar una serie de obras y proyectos, que ya tenemos prediseñados, y garantizar un salario a aquellos que no tengan ingresos mínimos garantizados. La idea es que todo el mundo tenga, por lo menos, 4 horas por día pagas para trabajar. Y si no dan los números, yo creo que dan, al menos 12 horas por semana. Son las dos alternativas que manejamos, según el presupuesto. Todo el plan está orientado a la urbanización de los barrios, a la economía circular, etc. Lo importante de esto es que no lo hicimos en un escritorio, son cosas que se vienen llevando a la práctica, lo que hay que darle es una mayor escala. Se trata de crear los puestos de trabajo que el mercado no genera ni va a generar, aun si hay inversiones y crecimiento económico eso no va a pasar. Y eso no es, como dice Pichetto, reivindicar el pobrismo o el trabajo precario, es reconocer la realidad tal cual como es. Entonces, si esto no lo hacen las organizaciones conjuntamente con el Estado, el mercado no lo va a hacer y la gente va a quedar a merced de la narcocriminalidad y de la degradación cotidiana. Este plan permite transformar un montón de planes asistenciales en proyectos verdaderamente transformadores para las comunidades. LP: ¿Qué rol tienen los sindicatos? JG: Ponen la mano de obra calificada y la capacitación. Por ejemplo, para urbanizar los barrios necesitás agua, luz y cloaca, y para eso tenemos a Luz y fuerza y a Obras Sanitarias. Para el repoblamiento de la argentina, que es un tema mucho más complejo, tenemos a la Unión Ferroviaria, a Camioneros, a Marítimos y Portuarios. Hay que pensar en crear nuevos pueblos, nuevas ciudades, y que tienen que tener las vías necesarias para transportar su producción a otras partes del país y exportarla con valor agregado. "Quienes están en la política agonal, como se dice en filosofía, o sea quienes están en la política de la lucha electoral, aunque sean buenas personas, asumen una serie de compromisos para sostener el poder" LP: ¿Qué respaldo político tiene el plan en el oficialismo? JG: Dentro del peronismo existe un respaldo informal, si se quiere. Todos tenemos que entender que nos podemos pelear en la cotidiana, pero en una perspectiva estratégica tenemos que estar de acuerdo. Quienes están en la política agonal, como se dice en filosofía, o sea quienes están en la política de la lucha electoral, aunque sean buenas personas, asumen una serie de compromisos para sostener el poder. Esa es su práctica política. Quienes no estamos en esa, tenemos más impunidad para hacer y decir, y elegimos ese camino. En el peronismo, incluido el sector del Frente Renovador y hasta el propio presidente, hay cierto acompañamiento. Aunque a veces creo que se subestima como ‘una linda utopía’. Que se yo, allá ellos. Somos miles los que tenemos la absoluta convicción de que sin un proyecto de país que sea claro, que sea explicable y transparente, se pueden ganar elecciones, pero no se transforma la realidad, al menos al nivel que se requiere.ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
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