UN GUALEGUAYCHUENSE DEL OTRO LADO DEL MUNDO
Juan Francisco Bauzá la rompe en Rumania, en medio de los castillos del Conde Drácula
El jugador surgido de las inferiores de Central Entrerriano se ha afianzado en el FC Craiova 1948 y es una de las figuras del equipo que pelea por un lugar en las copas europeas. De paso por Gualeguaychú, contó cómo es vivir en otra cultura y trascender en otro fútbol.
Daniel Serorena
Pepe Bauzá se destacó desde que comenzó a jugar al fútbol, primero como un lindo proyecto en las inferiores de Central, más tarde con el paso a Colón de Santa Fe y a las primeras apariciones en Primera División, luego un efímero paso por Juventud Unida, donde jugó menos de lo esperado y también en Gimnasia de Mendoza. Hasta que la oportunidad de jugar en Europa se cruzó en su camino y no lo dudó.
De visita en Gualeguaychú, con su novia rumana y disfrutando de sus padres Mariana y Marcelo, su hermana Paula y en la tranquilidad de Pueblo Belgrano, Pepe recibió a Ahora ElDia y contó su recorrido por tierras europeas, hasta este gran presente en Rumania.
“No fue sencillo, porque en Polonia di una prueba y quedé para sumarme a un club de primera, el Gornik Zarbze, pero por un tema con el pase tuve que esperar seis meses, Colón no quería prestarme, pero cuando firmé contrato había empezado el campeonato. Encima después de jugar el primer partido me lesioné y me costó mucho volver a agarrar ritmo”, dijo Juan Francisco.
“Fue todo muy rápido, me jugó en contra el idioma, porque en Polonia la gente es muy cerrada. Así que fue todo aprendizaje, por un lado trabajar para ponerme bien y poder jugar, que era lo que más deseaba y por el otro lado, aprendiendo inglés para poder comunicarme”, resumió.
Al término del torneo, surgió la chance de hacer pretemporada en Chipre con el equipo polaco y ahí fue donde lo contactó un club rumano, el Czikzereda. “Tras un amistoso en el que había andado muy bien, los dirigentes del club rumano me preguntaron qué planes tenía, yo no estaba muy cómodo en Polonia y se destrabó rápido. Terminé de arreglar todo, volvió de Chipre a Polonia, agarré mis cosas y volví a Chipre pero para hacer pretemporada con mi nuevo equipo”, contó.
Pero cuando parecía que todo se encaminaba llegó la pandemia por Covid-19 que paralizó a todo el mundo. “Apenas jugamos dos partidos y nos tuvimos que encerrar por la pandemia, fue durísimo, pasé toda la pandemia allá, sin poder jugar, lejos de mi gente, con pocas chances de comunicarme con el mundo”, reflexionó. A medida que fue volviendo la actividad, las cosas se fueron acomodando para el delantero, “tuve la chance de poder jugar y mostrar lo que fui a hacer, me sirvió como vidriera, porque renové mi contrato y al término del torneo surgió la posibilidad de sumarme al Craiova que es el equipo donde estoy ahora”, recordó.
Trazando un paralelo con el fútbol argentino, Pepe sostuvo que “se juega distinto, es muy físico, pero no tan duro, no se pega tanto, Las canchas acompañan porque se puede jugar por abajo, son buenas canchas y el futbol rumano tiene jugadores de distintos lados del mundo, he tenido la chance de tener compañeros portugueses, alemanes, franceses, muchos africanos. El jugador rumano tiene buena técnica y en este último torneo se sumó un argentino, Gabriel Compagnucci que venía de Belgrano de Córdoba y eso facilitó mucho las cosas, al menos tenía con quien hablar en español”.
Las cosas se fueron encaminando, llegaron los goles, fue figura del equipo varias veces y empezó a tener un fuerte protagonismo en el equipo que actualmente marcha séptimo en la Súper Liga, peleando por clasificar a playoffs en forma directa y luego buscar un lugar dentro de los equipos que competirán en Ligas Europeas. “El Craiova es un club importante, tuvo un problema económico que lo mandaron a la cuarta categoría y volvió a Primera en un tiempo corto. Siempre se aspira a poder pelear en los puestos de arriba, tuvimos un arranque complicado, pero nos recuperamos, subimos en la tabla y queremos mucho más cuando reanudemos la competencia”, resaltó Pepe.
Pese a lo distinto de la cultura, Pepe aprendió a hablar en inglés y se comunica fluidamente con compañeros y entrenadores. También formó pareja con una rumana que habla perfectamente español: “es más fácil comunicarme con ella”, dijo sonriente. Y se dio tiempo para conocer otra cultura, en un país donde los castillos abundan especialmente en la zona de Transilvania, donde cuentan que vivió el Conde Drácula. “No he recorrido mucho, sí hay lugares que son muy bonitos. En la otra ciudad donde jugué había más castillos, son hermosos. Cuando me visitaron mi mamá y mi hermana, ellas recorrieron todos los castillos”, contó.
En su paso por la ciudad, además de compartir asados y tardes de pileta con sus seres queridos, Pepe sintió el reconocimiento y el cariño de la gente en el Partido de las Estrellas con fines solidarios que se realizó en Juventud Unida. “Fue una noche hermosa, primero porque compartí un partido con muchos chicos de la ciudad que les está yendo muy bien en el fútbol, lo de Martín (Ojeda) es increíble, jugó contra Messi… Pero el reconocimiento de la gente, especialmente de los más chicos, fue algo hermoso. Ya les dije que cuenten conmigo para cuando quieran volver a hacerlo, es algo motivador para un jugador saber que en su ciudad lo quieren como me lo hicieron sentir en Gualeguaychú”.
Ya de vuelta en Rumania, Pepe Bauzá encarará el tramo final de la competencia con el objetivo de poder seguir creciendo como jugador y destacarse a nivel internacional. El Pepe que todos conocimos, humilde, callado, de buena madera, pasó por la ciudad y dejó su huella.