DE CARA AL DEBATE ELECTORAL
Javier Milei y Sergio Massa ya se relamen y subestiman la participación de Patricia Bullrich
Hace muchos años un señor decía que había que pasar el invierno. Se llamaba Álvaro Alsogaray, ministro de economía, fundador de la UCEDE y liberal él. Esa frase, pasó a la historia como sinónimo de privaciones y ajuste para la sociedad. Si la adaptamos, ¿cómo sería hoy? Hay que pasar el invierno, la primavera, el verano, el otoño y…otra vez el invierno. Al cabo todas las estaciones del año. Una especie de estado permanente.
Jorge Barroetaveña
En medio de una campaña que reparte plata como pocas, el INDEC publicó los datos de pobreza e indigencia. Argentina tiene tantos pobres como habitantes Chile, muchos más que Uruguay o Paraguay. Dicho así suena fuete no? Lo es, aunque mucho más la realidad lacerante de millones de familias que ven como todos los días la plata que tienen en el bolsillo se les esfuma. Parece literal y lo es.
La Argentina se encamina a repetir en septiembre los niveles de inflación de agosto. El Gran Resistencia en Chaco, Concordia, San Luis y el Conurbano son los lugares con mayores niveles de pobreza e indigencia del país. La fábrica de pobres en la que nuestros beneméritos dirigentes nos han convertido sigue trabajando a full. Claro, ahora está la campaña de por medio en la que a muchos se les va la vida. ¿Qué harían si tuvieran que volver a la actividad privada? De hecho algunos no la conocen porque parece nacieron en alguna repartición estatal. Esa calesita permanente en la que han convertido al estado, indigna, y ha servido de caldo de cultivo para la aparición de liderazgos disruptivos como el de Milei. Ahí cuadra la motosierra, ni el bisturí ni el serrucho. Es tal el estado de hastío que todo vale.
Nadie podrá reprocharle nada a Massa al final de la campaña. Cualquiera sea el resultado. Digo, por parte de sus pares que se subieron al último cole para seguir agarrados del poder. Apela a todo su repertorio político, no deja resorte del estado por tocar y le dice a cada uno lo que quiere escuchar. Tiene la ambición de ser Presidente y va a dejar todo por serlo, más allá que en la práctica lo es.
Hay algo, de todas maneras, que en su teoría no cierra. Muchas de las cosas que está haciendo ahora lo esperarán a la vuelta de la esquina, si gana la elección. De hecho, también padecerá tener menos poder político, con gobernadores y legisladores nacionales. No será Milei por supuesto, pero se le acercará bastante. Igualmente, si consigue la hazaña de ganar, eso le dará un ímpetu grande para encarar los problemas. Y Massa no es Alberto Fernández.
En esa montaña rusa, corren en el carrito de al lado, Milei y Bullrich que se preparan para el debate de este fin de semana. El primero está ‘guardado’ desde hace días. De hecho plantó a un periodista de CNN 24 horas antes de la nota, pretextando la presentación de Santiago del Estero. Salvo sus apariciones en campaña y la foto con el Embajador de Estados Unidos, el libertario ha reducido al máximo su exposición. No hace mal. Si va primero es el que menos debería arriesgar. Los otros son los que tienen que jugarse por llegar al balotaje.
En la foto que se divulgó con el Embajador Stanley, se lo ve a Milei algo cambiado. Menos patillas, menos pelo, más prolijo. Es inevitable recordar lo que pasó con el ex presidente Menem. A medida que el caótico 1989 de la híper lo acercaba a la Casa Rosada, sus patillas no hacían más que achicarse.
Bullrich voló el domingo a Mendoza, para compartir escenario con Alfredo Cornejo que llegó por segunda vez a la gobernación. Fue generoso Cornejo porque le cedió escenario y la última palabra a la candidata. Sabe que es una de las últimas oportunidades para generar el impacto necesario que rompa el corsét en el que quedó embretada después de la interna. Macri haciendo otro raid por los medios también busca ayudarla. En las cercanías de Bullrich sostienen que las encuestas le dicen que hoy retiene todo el voto de Rodríguez Larreta y tiene que salir a buscar afuera el millón que le falta para asegurarse la segunda vuelta. Se entusiasma con la ola de castigo kirchnerista en el interior aunque las PASO sirvieron para demostrar, una vez más, la disociación que el voto hace entre una instancia y otra.
El tiempo se agota y competir contra Massa que abrió la billetera del Banco Central y reparte a diestra y siniestra es una empresa harto complicada. Milei tracciona el enojo, ese que parecía ser patrimonio de Cambiemos, y Massa hasta el último de los resortes del estado presente. No deja tecla por tocar.
De todas maneras convendría no subestimar a la ex ministra de Macri. Ya lo hizo Larreta. Y se equivocó feo.