REFLEJO DE LA ESTRECHA RELACIÓN QUE HA MANTENIDO CON BUENOS AIRES
Gualeguaychú, la más “porteña” entre las ciudades entrerrianas
Una de las atipicidades de la ciudad, producto de su posición geopolítica, es que ha mirado siempre hacia Buenos Aires. La interacción con ese distrito, por fuera del marco provincial, ha dejado una impronta en la sociedad nativa.
Un cierto incordio geopolítico, de carácter soterrado, ha generado en la provincia el hecho de que Gualeguaychú es una ciudad que ha estado más pendiente de su conexión con la ciudad de Buenos Aires que con el resto de Entre Ríos.
Circunstancia que ha permitido, en cierto sentido, que la localidad del sur entrerriano haya tenido una tendencia a “cortarse sola” (como dice la expresión popular) en muchos campos, e incluso su sociedad nativa ha reflejado ciertas marcas culturales porteñas, producto del contacto asiduo con aquel distrito extra-provincial.
Al margen de la “chicana” que pueda haber en esta lectura de la realidad,
ella no obstante tiene una parte de verdad: efectivamente Gualeguaychú es probablemente la ciudad entrerriana que más influjo ha recibido de Buenos Aires.
Un hecho que obedece primariamente a su posición geográfica, ya que se trata del nucleamiento poblacional sureño relevante de Entre Ríos que más cerca está de la histórica capital del país.
Es tal la importancia que ha tenido este vínculo que la exploración de sus raíces históricas, económicas y culturales profundas bien valdría. un ensayo, más que una breve nota periodística.
Para evitar equívocos, o lecturas malintencionadas, vale aclarar que este carácter “porteño” no disminuye la identidad propia de Gualeguaychú, enraizada en sus tradiciones provinciales, aunque sí destaca la influencia mutua y el intercambio constante que ha existido con la gran metrópoli a lo largo del tiempo.
Conviene no perder de vista que Buenos Aires, como epicentro del desarrollo y la modernización en Argentina, ha servido de modelo e inspiración para muchas ciudades del interior.
El puerto de ultramar, ex capital del Virreinato, no sólo ha sido un polo de atracción para el resto, sino que es allí donde se concentran las decisiones de la Argentina (de ahí aquello de que “Dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires”).
Por lo demás, un ejercicio análogo de comparación podría hacerse con otras ciudades importantes de Entre Ríos, cuyo desarrollo ha estado condicionado por su particular posición geográfica.
Por ejemplo, Paraná, a lo largo de su historia, ha tenido una relación estrecha con la ciudad de Santa Fe (situada en otro distrito extra-provincial) debido a su cercanía y a la importancia del río Paraná como vía de comunicación y comercio.
Esta conexión se fortaleció con la construcción del túnel subfluvial “Raúl Uranga-Carlos Sylvestre Begnis” en 1969, que unió directamente a ambas ciudades, agilizando aún más la comunicación entre ellas.
En cuanto a Concordia, su desarrollo ha estado influenciado por su ubicación estratégica en el noreste de Entre Ríos, cerca de la frontera con Uruguay. La capital del citrus, ha tenido históricamente una estrecha relación con una ciudad “extranjera”, la uruguaya Salto.
Historia de un vínculo
Son varios los factores que han hecho que Gualeguaychú mire hacia Buenos Aires no solo como una referencia económica, sino también cultural y social, buscando en la capital un punto de conexión y proyección hacia el resto del país.
Preguntada sobre el particular, la historiadora local Elisa Fernández remonta el vínculo al pasado virreinal español. Desde entonces, la comunicación de los pobladores de la villa fundada por Tomás de Rocamora con Buenos Aires, resultó necesaria para la explotación de sus ventajas naturales.
“Por cuestiones políticas, económicas, comerciales y de posesión de tierras, que eran realengas (dependientes del rey), el grupo notable de estancieros y comerciantes que integraban el gobierno local, estableció una trama de relaciones con el resto de la comunidad y con la capital”, explicó en diálogo con Ahora ElDía.
Fernández refiere que resulta interesante leer en el padrón de habitantes de la villa del año 1787, la procedencia de los pobladores del lugar para comprender su cercanía espiritual, con el centro virreinal.
“Algunos lugareños eran criollos, hijos de extranjeros que habitaban en Buenos Aires. Otros, como Agustín de León, venían de la Misiones, aunque habían vivido en Buenos Aires. Ellos iniciaron una serie de redes y de vínculos familiares que comenzaron a entrelazarse entre la localidad de Gualeguaychú y la capitalidad”, indica, al referirse a los Nievas y Rosillo, De León, Doello, Borrajo, entre otros pobladores.
La historiadora sostiene que la atracción por la vida social y cultural de Buenos Aires fue constante en tiempos virreinales (moda, costumbres, la hora del té, las charlas de hombres, etcétera).
No obstante, la guerra, como corolario del proceso revolucionario iniciado en 1810, impactó en diferentes planos de la vida de los habitantes del lugar y produjo un cambio en las jerarquías sociales.
“Sin embargo -aclara-, Gualeguaychú fue siempre un estimable centro de actividad general en el sur entrerriano; desde la labor fecunda de la industria saladeril y frigorífica, a la del comercio, de la banca, del arte, de la arquitectura y de la cultura en general”.
Un hito importante para los pobladores de Gualeguaychú fue su apuesta por el puerto de la villa, luego convertida en ciudad (1851), que contrastaba con la situación de Arroyo de la China (hoy Concepción del Uruguay).
La actividad portuaria, eje del movimiento de personas (llegada de inmigrantes) y productos nuevos, fue parte de la conexión fluvial que se estableció con la capital argentina.
En efecto, los viajes se realizaban por barco a través del río Gualeguaychú, conectando con el río Uruguay, y luego continuando hacia Buenos Aires a través del Río de la Plata.
Este era el medio más eficiente y utilizado, ya que los ríos permitían el transporte de mercancías y pasajeros. Los barcos a vapor comenzaron a operar en la segunda mitad del siglo XIX, mejorando la conectividad.
En este sentido, el puerto de Gualeguaychú se convirtió en un punto clave para el intercambio comercial con Buenos Aires, facilitando el traslado de productos agrícolas, ganaderos y otros bienes de la región.
La conexión física con Buenos Aires
Durante muchos años, la comunidad de Gualeguaychú fue la principal impulsora de la construcción de un puente que conectara de manera directa la Mesopotamia argentina con Buenos Aires y el resto de la región central del país, una obra que complementó las Rutas 12 y 14, luego convertidas en autopistas.
Antes de la construcción del puente, el transporte entre estas regiones dependía en gran medida de los servicios de balsas, lo que limitaba el comercio y el tránsito de personas.
Las diligencias y carretas eran los medios de transporte terrestre más comunes, aunque el viaje era largo y dificultoso debido a las malas condiciones de los caminos. Las rutas atravesaban zonas rurales y montes, lo que hacía el trayecto lento y peligroso.
Cabe consignar que en la región existían ramales ferroviarios que facilitaban el transporte terrestre hasta otras localidades desde donde se podía seguir viaje hacia Buenos Aires.
Estas rutas primitivas reflejan las dificultades de conexión entre el interior de Entre Ríos y Buenos Aires antes de la construcción de infraestructuras más modernas como el puente Zárate-Brazo Largo, que revolucionó la conectividad en la región.
La ciudad disfruta hoy de un desarrollo cuyas bases se asentaron en la década de 1970, a través de obras como este complejo, que fue liberado al uso público el 14 de diciembre de 1977.
De hecho, la pregunta es pertinente y se impone, ¿hubiesen sido posibles el Parque Industrial (PIG) y el turismo, con el Carnaval como evento central, sin este puente?
La historia moderna cuenta que Gualeguaychú fue el epicentro del gran movimiento mesopotámico que se originó para virtualmente arrancarle al poder público nacional de la época la decisión de realizar el complejo Zárate-Brazo Largo.
Epítome de esa movilización fue la histórica Asamblea celebrada el 15 de febrero de 1968, en el Teatro Gualeguaychú, adonde confluyeron autoridades nacionales y provinciales, además de representantes de las fuerzas sociales y económicas de toda la Mesopotamia argentina.
Dentro de esta gesta debe incluirse el protagonismo de algunos vecinos, como David Della Chiesa, quien abrió un jalón en la conexión con Buenos Aires, en junio de 1933, al viajar con su propio automóvil hacia la capital argentina, inaugurando de facto el camino -construido por los vecinos de la zona- desde Gualeguaychú hacia ese destino.
El contacto social y cultural
La influencia de figuras históricas de Gualeguaychú que se trasladaron a Buenos Aires y se destacaron allí, ha fortalecido el lazo cultural entre ambas poblaciones, y ha contribuido a la identidad de Gualeguaychú como una ciudad con “alma porteña”.
“Interesante acompañamiento popular tuvieron los hijos progresistas de Gualeguaychú, destacados en la capital del país por su accionar político, cultural, artístico y social”, refiere al respecto Elisa Fernández.
“Con el permanente apoyo de las autoridades locales, Olegario V. Andrade, Luis Clavarino, Osvaldo Magnasco, Juan José Franco, José María Sobral y una nómina extensa de hombres relevantes le dieron un nombre y un prestigio al lugar custodiado por sus habitantes”, destacó.
Además, a lo largo de la historia, muchos habitantes de Gualeguaychú han emigrado a Buenos Aires en busca de oportunidades laborales, educativas y culturales.
Esta migración bidireccional ha llevado a un flujo constante de ideas, costumbres y estilos de vida entre ambas ciudades.
El movimiento de jóvenes ha generado una comunidad de estudiantes y profesionales locales que han contribuido al intercambio cultural y al desarrollo de ambas geografías.
Por lo demás, desde el punto de vista turístico, Gualeguaychú ha sido un imán para los porteños, quienes suelen venir para una escapada de fin de semana, así como para disfrutar todos los veranos de las playas y del Carnaval del País.
Gualeguaychú, de hecho, fue un histórico lugar al que arribaron artistas porteños que animaron eventos y fiestas citadinas, en clubes y escenarios diversos.
Fue en este intercambio que nació el emblemático “Vals a Gualeguaychú”, allá por la década de 1940, y que se constituyó en “la ofrenda musical que Buenos Aires” dedicara a nuestra ciudad.
Dos conocidos artistas que venían desde la capital, Nicolás A. Trimani y Pedro H. Noda, fueron los autores de esa pieza que se canta todavía como un himno de la ciudad.