EDUCACIÓN Y FAMILIA
Escritores locales coinciden en que para que los chicos lean, los adultos deben dar el ejemplo
Luego de que “Argentinos por la Educación” diera a conocer un informe sobre que el 12% de los estudiantes entrerrianos no tiene ni un libro en su casa, autores locales hablaron sobre la importancia de la lectura en los hogares y cuál es el rol de la familia en esta ecuación.
El 23 de abril se celebrará el Día Internacional del Libro y en este marco “Argentinos por la Educación” recopiló las respuestas que los estudiantes de 6to. grado de primaria dieron en los cuestionarios complementarios del Operativo Aprender 2023, para visibilizar y contabilizar la relación que existe entre los niños y los libros hoy.
En estos cuestionarios, se observó que a nivel nacional, el 13% de los estudiantes aseguró no tener libros en formato papel en su casa, un 24% cuenta que tiene entre 1 y 5 libros, el 22% entre 6 y 20 libros, el 16% de 21 a 50, el 9% entre 51 y 100, y sólo el 16% más de 100.
En el caso de Entre Ríos, el 12% de los alumnos señaló que no tiene ni un ejemplar en su casa, mientras que el 24% tiene de uno a cinco, el 23% de 6 a 20 libros, el 16% de 21 a 50, el 10% de 51 a 100 y el 15% más de 100 libros.
Al respecto, Federico del Carpio, Coordinador de Políticas Educativas de Argentinos por la Educación, expresó: “Sabemos que hoy el desafío para que los chicos entiendan lo que leen sigue, y contar con libros en cada hogar es una condición necesaria (aunque no suficiente) para desarrollar el hábito y el deseo por la lectura. La responsabilidad principal es de los gobiernos, que ya están trabajando en el tema, pero hace falta redoblar esfuerzos. Al mismo tiempo, el compromiso cotidiano de las familias puede hacer una gran diferencia”.
Los escritores locales consultados por AhoraElDía coincidieron de forma unánime con este último punto, y resaltaron la importancia de que los adultos lean y se involucren en la lectura de los niños y adolescentes.
“Hace unos ocho años visité la Feria del Libro de San José, cuando pregunté a un grupo de estudiantes de primaria qué leían, todos me dijeron que leían la biblia acompañados por sus padres. Nadie conocía otro libro, mucho menos literatura infantil acorde a su edad. Muchas veces el primer (y a veces único) libro llega a los alumnos a través de políticas públicas del Estado. Mayormente de Nación. Por eso, creo que debería existir mayor compromiso de parte de los padres para acercar a los gurises a un libro, ya sea a través de una librería o una feria del libro. Pero también hay recursos gratuitos como las bibliotecas populares que realizan un extraordinario trabajo y tienen libros muy actualizados gracias a programas como el de la CONABIP”, reflexionó Nerea Liebre escritora infanto-juvenil.
Por su parte, la docente y escritora Georgia Reichel también fue muy crítica sobre el rol de los padres en el acercamiento de los jóvenes a la literatura: “La lectura se contagia con el ejemplo, si quiero un niño o joven que lea, necesito adultos que den el ejemplo toda la vida y el contacto con el libro se debe dar en la casa”.
Otro aspecto que mencionó Reichel y, que en parte puede explicar que haya un 12% de estudiantes entrerrianos sin ningún libro en su hogar, es el surgimiento de las fotocopias como alternativa en las aulas: “Como docente me gusta mostrarme con el libro, promuevo las bibliotecas populares, la venta de usados como opciones antes de la fotocopia”.
La posibilidad de introducir los famosos “dossier” de fotocopias en las aulas, proporcionó un poco más de alivio a las economías familiares pero alejó a los alumnos de la posibilidad de tener un libro entero.
¿Los jóvenes leen?
La pregunta del millón podría tener a primera vista una respuesta negativa, sin embargo, el escritor de ficción y terror para jóvenes Jonathan Fernández expresó que “los chicos leen pero el gran problema es que no se les dan lecturas que les interesen”.
“No es culpa de los profesores, sino de la educación como la conocemos. En esta era, no se actualizó nada el programa de lectura. La escuela se enfoca en enseñar cosas a través de ella, pero no de la manera que debería ¿Por qué no darle al chico un primer vistazo a los libros haciéndoles vivir una aventura que puedan disfrutar, más allá del género literario? Siempre los mismos libros que dicen mucho a quienes todavía no les interesa escuchar sobre eso. Recordemos que las ganas y la pasión entran por el enamoramiento con lo que vemos. Hay muchos juegos, películas y series de las cuales los chicos son fanáticos, pero pocos saben que eso salió de un libro”, sostuvo Fernández.
En la misma línea, Georgia Reichel habló del último libro que publicó: “Se puede reflexionar muchas cosas a través de la vida de los personajes: los vínculos familiares, la importancia de los que sí están, las relaciones tóxicas, la amistad, el autoestima, las drogas, el alcohol, el bullying y muchos más. En mi caso busco escribir libros funcionales para el aula, pienso en el lector, en su formación y, por qué no en el docente. “Inquieta”, el último título que publiqué es ideal para trabajar los ejes de la ESI. Refleja, por un lado, la historia de un chico que escribe en su diario íntimo el abandono de los adultos, el rechazo de sus pares y, por el otro, la historia de Lola que desde un blog se muestra libre, aceptada y nos hace reflexionar sobre distintos valores y prejuicios. Existe una frase que dice que no se puede juzgar un libro por su portada y este libro nos enseña que a las personas tampoco”.
A diferencia de la digitalidad, Nerea Liebre sostuvo que los libros “tienen algo especial que la tecnología no tiene: ritmo. Si yo le pregunto a la inteligencia artificial sobre mi carta astral, voy a acceder a ella en menos de diez segundos. Fin del misterio. En cambio, si me sumerjo en un libro, el suspenso, la intriga, la pasión, me va a convocar a sus páginas. El lector es cómplice del escritor, es parte de la trama. Hay diferentes lecturas de un mismo libro porque cada uno le pone su impronta, su interpretación, sus sentimientos y sus tiempos. Los chicos leen lo que les interesa, no lo que se les impone y jamás un adulto debería juzgar lo que eligen”.
Lejos de ser las redes sociales los villanos de esta historia, Liebre señaló que muchos jóvenes llegan a las novelas a partir de recomendaciones de los influencers de libros, conocidos según la plataforma en la que estén, como “booktubers” (YouTube), bookstagrammers (Instagram) o los booktokers (Tik Tok).
Adultos que no leen, niños que tampoco lo hacen
De acuerdo a la última Encuesta Nacional de Consumos Culturales realizada por el Ministerio de Cultura en 2023, apunta que en Argentina son los adultos quienes leen menos libros. Entre los chicos en edad de asistir a la escuela secundaria (de 13 a 17 años), casi 8 de cada 10 (77%) afirman haber leído un libro durante el último año. Entre los mayores de 30 años, en cambio, menos de la mitad (46%) responde positivamente.
La escuela parece ser la gran oportunidad para que todos los ciudadanos se encuentren con la lectura. Para la mayoría de los argentinos, los años escolares representan la etapa de mayor contacto con experiencia de leer. En segundo lugar se ubica el período de la formación terciaria o universitaria: en la franja de los 18 a los 29 años, 6 de cada 10 (58%) afirman haber leído al menos un libro durante el último año.
Terminada la educación formal, menos de la mitad de los argentinos continúa leyendo. Solo el 46% dice haber leído un libro en la franja de 30 a 49 años; el porcentaje es el mismo entre las personas de 50 a 64 años. A partir de la edad jubilatoria, son aún menos quienes sostienen el hábito de la lectura: apenas el 40% de los mayores de 65 años reconoce leer libros.
Las mayores oportunidades de lectura están en los hogares que cuentan con más libros, señala el informe. En el 40% de los hogares, los libros están prácticamente ausentes: hay entre 0 y 10 libros. Un 22% estima tener entre 11 y 25 libros en su casa; otro 23% calcula entre 26 y 100 libros; mientras que un 10% de la población dice tener más de 100 libros en su biblioteca.
Frente a este panorama, Reichel, Liebre y Fernández marcaron la importancia de que los adultos sostengan hábitos de lecturas frente a los niños y adolescentes, así como también los maestros y profesores se muestren frente a su alumnado con libros.
Tal y como concluyó la docente local y autora Georgia Reichel: “Para formar buenos lectores hay que mostrarse como un buen lector”.