El Papa y Macri bucean nuevos caminos para una relación más estable
Fue la cuarta vez que se encuentran en Roma. La segunda desde que Macri es Presidente. Y fue, según confirmó el propio Presidente, la mejor reunión de todas. El Papa Francisco y el Presidente Macri, los dos argentinos más importantes, intentan desandar una nueva relación. Difícil, ardua, llena de obstáculos, pero nueva al fin.Jorge BarroetaveñaEl Papa y Macri cuidaron todos los detalles para este nuevo encuentro. Silencio de radio de ambos lados, los famosos voceros oficiosos con la lengua guardada y la más estricta cerrazón en el tratamiento periodístico por parte del Vaticano que le negó a la prensa acceso a la previa, y a la charla posterior obviamente. El objetivo es evitar las dobles interpretaciones y los comentarios que pudieran empañar el saldo del encuentro.El Papa Francisco arrastra un complejo con la Argentina, como buen argentino. Ni Juan Pablo II ni Benedicto tuvieron problemas similares con sus patrias de origen o si los tuvieron supieron canalizarlos mejor. Es extraño cuanto menos que, en tres años de Papado aún Francisco no haya visitado su tierra natal ni confirmado fecha de visita. Suena terriblemente duro para cualquier mortal no saber que un día hacés tu valijita, te tomás un avión, decís hasta luego a todo el mundo, y resulta que te eligen Papa y no podés volver más. Y Jorge Mario Bergolio no era precisamente de los desapegados a su tierra, todo lo contrario. Será por eso también que a veces su ausencia física de la Argentina le hace perder de vista algunas realidades, llevadas y traídas no demasiados bien por los voceros oficiosos, esos que nunca faltan.Pero el Papa y Macri parecen dispuestos a encarar una nueva etapa en su relación, más cuidada e institucional, aunque no exenta de algunos guiños. El paseo en bicicleta por las calles de Roma del Presidente con el Cardenal Mario Poli era algo impensado hace tiempo atrás pero se programó en el vuelo de ida que compartieron. Y Macri, como diría mi abuelito, hizo todos los deberes posibles antes de llegar a su encuentro con Francisco.Negoció y negoció con los gremios y evitó, al menos por ahora, el paro nacional que la CGT tenía previsto y concedió ante un pedido especial de Francisco: la convocatoria a un consejo entre gobierno, empresarios y gremios para acordar, no sólo lo salarial, sino cuestiones vinculadas a la producción y a lo social. Algo a lo que se había negado desde principios de año pero que la realidad y su pragmatismo terminaron imponiendo. Silenciado desde hace un tiempo Durán Barba, todos cuidaron hasta el más mínimo detalle para no empañar el encuentro de ayer. Habrá que ver si tanta predisposición rinde sus frutos y se inaugura, efectivamente, otra etapa en la relaciónPara Macri la previa del viaje estuvo precedida de buenas noticias. El principio de entendimiento con los gremios era algo a lo que apostaba todo el gobierno y se notó en su presentación en el Coloquio de Ideas en Mar del Plata. Distendido, de buen humor, aunque sin dejar de pasarle alguna facturita al empresariado local, el Presidente mostró su mejor cara, a punto tal que habló más de media hora, algo inhabitual para sus discursos. Claro que en la función pública hay poco tiempo para estar contento. Mientras contaba una anécdota de su paseo en bici con Poli, en un bar de Roma, la Canciller Susana Malcorra le comunicó los ejercicios militares que Gran Bretaña planea hacer en Malvinas. Fue una patada en el hígado a la política de distensión a la que apuesta el gobierno y al intento de acercamiento a la Primera Ministro Teresa May. Con las enseñanzas del libro de Mandela no alcanza. Hará falta mucho más si un día Macri quiere sentarse a hablar de Malvinas con los ingleses.Desde Mar del Plata, en el Coloquio de Idea, al que asistieron los políticos más importantes del país, hasta del peronismo hoy que Cristina ya no está y no hay cepo a la concurrencia, dejaron unas cuantas definiciones jugosas. Y dos de ellos fueron peronistas. Uno. Miguel Ángel Pichetto para quien el rumbo económico tomado por el gobierno es el correcto. Y su autocrítica por la inflación, la falta de creación de empleo privado en los últimos cuatros años y la obsesión de Cristina y Axel por darle a la maquinita. Entre los duros, para el rionegrino, con el infierno no alcanzará seguramente.Pero otro que habló y dejó una definición bien polenta fue Juan Manuel Urtubey. Recién casado, quizás inspirado por su flamante pareja, descerrajó varias definiciones interesantes, aunque una se destacó. "Nosotros los peronistas estamos ante un problema. Porque este es un gobierno que no es peronista pero tiene comportamientos parecidos al peronismo. Eso nos saca de centro", sentenció con astucia. ¿Qué quiso decir? Que Macri no es De la Rúa como sería la pretensión del kirchnerismo duro. Es un pragmático que llegó a la presidencia tanto por aciertos propios como por errores ajenos, pero está lejos de ser ese personaje débil y dubitativo que pretenden describir. Y los que conocen bien su historia en Boca lo saben. Todos recuerdan aquel desplante que Bianchi le hizo delante de la prensa, cuando se levantó y se fue, a fines del 2001. No vuelve nunca más a Boca, sentenciaron. Macri se tragó su orgullo y lo fue a buscar y Boca volvió a ganar todo. Con Riquelme pasó algo muy parecido. De aquel Macri a este de hoy pasaron muchas cosas, pero esos aspectos de la personalidad no cambian, se profundizan. ¿Pragmatismo? ¿Volubilidad? ¿Ausencia de ideología? ¿Pocos escrúpulos? Póngale el nombre que quiera. Al cabo, también el peronismo sabe bien de esas historias. Y eso es lo más peligroso para un PJ que todavía se relame las heridas.
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