REUNIÓ A 30 EMPRENDEDORES DE LA CIUDAD
El nuevo paseo de antigüedades de Gualeguaychú que busca evocar el ambiente de San Telmo
Desde hace un mes, los terceros domingos se desarrolla la Feria “Pasaje Azotea” frente al museo “Lapalma”. En la primera edición reunió a 16 emprendedores y en esta ocasión el número casi se duplicó, con un fuerte acento puesto en las antigüedades, el paseo busca generar el clima que se vive en el barrio porteño de San
La calle empedrara, los objetos curiosos que relucen a la luz del sol, damas antiguas y una mujer agarrada de la reja del balcón de la azotea, constituyen las postales de este reciente paseo.
Silvio Egui de la administración de museo explicó a Ahora ElDía que el pasaje está inspirado en San Telmo, lugar que visitaron con la esperanza de generar algo novedoso en Gualeguaychú.
“Esto surgió cuando se empezó a reordenar la calle, se hicieron las veredas para personas con movilidad reducida y la idea era que la calle tuviera vida. Entonces empezamos con algunas ferias, fuimos a San Telmo y vimos que pasaba allá y la idea es hacer una feria de antigüedades. Acá participan los 6 anticuarios que tiene la ciudad y los feriantes que quieran vender o revender algo”, señaló Egui.
Lo que proponen desde el Museo Azotea Lapalma es sostener este espacio que solo tiene un mes de vida, y realizarlo todos los terceros domingos del mes para que no interfiera con el Paseo Alem que se desarrolla los segundos domingos.
La primera edición del Pasaje Azotea fue el 9 de julio, y en aquella oportunidad participaron 16 feriantes, número que ascendió a 31 este lunes 21. El feriado fue la fecha elegida en esta oportunidad debido a que el domingo estaban previstos los festejos del Día de la Infancia en el Corsódromo y no querían solaparse con el evento que finalmente debió ser reprogramado.
Además, durante las tres horas que dura el paseo, la Azotea permanece abierta con el objetivo de que la gente la conozca. “Las personas pueden recorrer las dos salas que tenemos en la planta baja, ir al patio, les contamos un poco de historia y el horario que tenemos si quieren una visita más personalizada. Arriba no subimos por una cuestión de seguridad por la escalera, porque no tenemos la comodidad, solo se pueden entrar de a uno, entonces hacemos como un guiño para que puedan vuelvan”.
Silvio Egui enfatizó que la gente está respondiendo muy bien a la propuesta y que quienes desean participar pueden inscribirse en el museo. En tanto, el pasaje tiene un cupo por la cantidad de puesto que se pueden montar y, en el caso de excederse, hay dos posibilidades: se realiza un sorteo o está la posibilidad de continuarlo en la calle contigua.
La mujer en el balcón
Una de las imágenes que inevitablemente atrae la mirada de todos los visitantes es la de la mujer vestida de blanco y agarrada a las rejas del balcón del museo, lugar que supo ser su hogar.
Se trata de Isabel Frutos, hija de Benito Frutos y Petrona Carmona, quien nació para romper con las reglas y se enamoró de un joven jornalero que trabajaba en los campos de su padre, quien fue el primero en ingresar los árboles de citrus a la provincia. Lejos de permitirle seguir adelante con su romance, Isabel fue separada de sus hermanas y de su enamorado y fue llevada a vivir a la gran Azotea. Allí, sumida en la angustia y la tristeza, decidió dejarse morir. Por amor, Isabel Frutos se negó a comer y beber hasta que su cuerpo de 19 años de edad comenzó a enfermar, hasta su muerte el 26 de febrero de 1856. La leyenda cuenta que se podía ver una mujer deambulando por el balcón de la azotea y que sería de la joven que murió “por amor”.
Ahora bien, ese relato funcionó para el Museo hasta hace un tiempo, sin embargo, ahora se les explica a los niños que en realidad no se trata de ningún fantasma, sino de una mujer que nació en un contexto social distinto.
“Fue una mujer que sufrió y que estaba en otro contexto social, donde no podía elegir. Y ahora les decimos a los chicos que las mujeres sí pueden elegir”.