ZONA NORTE DE LA CIUDAD
El comedor La Victoria redobla los esfuerzos para alimentar a 120 familias
El comedor funciona desde febrero del 2019. Comenzó con 40 chicos. Hoy entrega viandas para alrededor de 120 familias tres noches a la semana y un merienda, leche y tortas fritas a los chicos, el domingo a la tarde. Señalaron que muchas de las familias que concurren están compuestas por más de 6 personas, llegando, en ocasiones a 12 integrantes.
En los últimos años hablar de merenderos se transformó en algo común, cuando hasta hace un tiempo se sabía de dos o tres. Hoy se encuentran en diferentes puntos de la ciudad. La mayoría en barrios de escaso poder adquisitivo o en cercanía de los mismos. En la zona norte funcionan al menos cinco. Uno de ellos es La Victoria que abrió sus puertas en febrero del año pasado en una casa ubicada en Soldado Mosto, entre Franco y Clavarino, 421. Víctor Hugo Odriozola y Guadalupe Hait, son las caras visibles de un grupo de entre 10 y 12 personas que trabajan para mantener el pie el merendero. Explicaron que en “febrero del 2019 arrancamos con la idea de dar una mano ayudando en la alimentación de unos 40 chicos. Hoy damos de comer una vianda, a 120 familias, muchas de ellas numerosas”. Detallaron que hay “grupos familiares de 12, 10, 9 y 6 integrantes, y otros de 2 y 3 personas, en su mayoría menores de edad”. Comentaron que “la crisis económica del año pasado provocó que aumentara la cantidad de gente que se anotaba para recibir un plato de comida, pero la pandemia fue el detonante para que se multiplicaran la cantidad de vecinos que llegan con su recipiente. Hoy tenemos a alrededor de 120 familias, número elevado que nos obliga a redoblar esfuerzos”. Contaron que trabajan en la “casa de Víctor Odriozola. La adecuamos humildemente para poder preparar las comidas de la mejor manera posible. Contamos con tres ollas de 100 litros, un horno y el permanente deseo de ayudar. Arrancamos a las dos, tres de la tarde a cocinar; somos entre 10 y 12 personas que nos vamos turnando por una cuestión sanitaria. Cada uno tiene su tarea asignada”. Víctor Hugo Odriozola señaló que “trabajar en el merendero, dar una mano a la gente con lo poco que tenemos, en lo personal me ayuda a seguir adelante, a mirar la vida con optimismo, luego de perder a mi hijo, Manuel, de tan solo 19 años, hace 4 meses por una leucemia”. La comida “En estos tiempos de temperaturas bajas apelamos a preparar platos con muchas calorías, guisos y polentas. Los guisos son de arroz o fideos con menudos de pollo, además de una merienda los domingos a la tarde, consistente en leche y tortas fritas”, expresaron. La modesta casa fue adaptada a los tiempos de pandemia. “La cocina esté en el interior de la vivienda a unos 10 metros de donde se entrega la vianda a cada familia en la puerta de acceso a la casa. En el lugar se colocó, como en muchos comercios, un nylon, que separa a los integrantes del merendero de los que vienen a buscar un plato de comido, evitando de esta manera el contacto. Además se delimitó la vereda con pintura roja, un metro y medio, para que la gente respete el distanciamiento social”. Ingenio y solidaridad Explicaron que “no es sencillo cocinar para casi 800 personas en la suma de los tres días y la merienda”. Dijeron que “la situación económica apremia a todos y la gente ayuda con lo que puede. Pusimos a la venta una rifa que tiene como premio una torta. Algo simbólico que tiene como finalidad que la gente nos dé una mano. El número de la rifa no tiene un valor económico. No aceptamos dinero, solo alimentos: una caja de tomate al natural, un paquete de arroz, uno de fideos, lo que fuera. Todo lo que recibimos lo vamos almacenando, y muestran un mueble en donde se aprecia todo tipo de alimentos recibidos por la venta de la rifa”.
Contaron que la ayuda que les brinda el “municipio es importante, pero la demanda es mucha y lógicamente no alcanza, razón por la que recurrimos a la solidaridad de nuestra gente que hasta el momento ha respondido. Son muchas las personas como Pablo Andrade que nos dan una mano en forma permanente, Morocho Arriola que nos hace la masa para las tortas fritas, gente que hace donaciones en forma anónima, otros que colaboran con la leche, verduras y demás. También los que nos ayudan a solventar los gastos de las garrafas que por cierto no son menores ya que consumimos entre 6 y 7 al mes, también las abuelas Alejandra Odriozola y María Capurro que desde un primer momento bancaron esta iniciativa”. Mencionaron que en ocasiones pasan chicos por frente al merendero y preguntan “cuando hay guiso”, y que en una oportunidad “nos quedamos cortos con la comida y tuvimos que recurrir a juntar unos pesos comprar carne picada y seguir cocinando. Le pedimos un poco de tiempo, 40 minutos, hasta que terminamos de cocinar para completar las viandas. Comentaron que llegan de distintos puntos de la ciudad. “En nuestro caso tratamos de ofrecer un plato de comida los días en que otros merenderos no lo hacen a los fines de que la gente que no tiene nada de nada cuente con opciones para alimentarse. Hemos tenido gente del Barrio La Cantera que se viene en bicicleta con su recipiente”. Lo que manifiestan los integrantes de La Victoria es una realidad. Vecinos desempleados con serios problemas para tener en la mesa al menos tres comidas diarias recurren a merenderos, además de mandar a sus chicos a comedores escolares. Finalmente, indicaron que están “recibiendo juguetes y golosinas para entregar el Día del Niño que se celebra este domingo”ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
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