EDITORIAL
El cepo no frena la dolarmanía argentina
"Inédito: 2.600.000 personas compraron dólares en diciembre", tituló el diario Ámbito Financiero, para quien la apetencia por la divisa extranjera ocurre pese a la restricción cambiaria.
La prohibición de comprar más de 200 dólares al mes por persona (cepo), y el impuesto del 30% para transacciones en el exterior que generó el “dólar solidario”, ha provocado el efecto inverso al esperado por el gobierno: en lugar de frenar, aceleró la demanda de moneda estadounidense. A esta conducta monetaria le cabe el principio de la psicología según el cual lo prohibido enciende la llama del deseo. Una objeción para los regímenes de controles de cambio: desalentar compulsivamente el ahorro en dólares provoca en realidad su fiebre. El diario de marras, sobre datos del Banco Central (BCRA), refiere que las 2.600.000 personas que compraron dólares en diciembre, en operaciones en blanco, marcó una cifra récord para un mes. El número es aún mayor que el de octubre, mes de las elecciones nacionales. De esta manera, las “personas humanas” (no empresas), que básicamente demandan moneda extranjera para atesoramiento, compraron de forma neta US$703 millones, dentro de lo que les permite el “cepo”. A todo esto, vale recordar que a partir de las PASO de agosto pasado, se registró una acelerada salida de depósitos en dólares de los bancos locales. Así, desde el 12 de agosto los bancos perdieron US$13.498 millones de cuentas de empresas y familias, una caída del stock del 42%. En tanto los datos del BCRA muestran que, tras las medidas económicas del gobierno que asumió el 10 de diciembre, todos los días hubo salida neta de fondos. En lo que va de 2020 acumula una caída de US$445 millones. Esta situación obligó a los bancos a cerrar el grifo de sus préstamos en dólares, en un intento por cuidar sus billetes y estar mejor parados. Así se acortaron los plazos y hay mayor selectividad a la hora de refinanciar crédito a los exportadores. Por otro lado, la actual política oficial de baja de tasas en pesos ha hecho que los rendimientos de los activos en esa moneda sean menores, generando mayor presión sobre la demanda del dólar blue y el contado con liquidación (CCL). Algunos analistas afirman que esto tiende a ampliar la brecha cambiaria (la diferencia entre el precio del tipo de cambio oficial y el resto de las cotizaciones que el mercado usa como referencia para operaciones financieras: CCL, MEP, blue, “solidario”). Cuando esa brecha es significativa, los operadores económicos perciben que el dólar oficial se atrasa (causando, entre otros efectos, baja de las exportaciones y aumento de las importaciones), generando la sensación de que se avecina otra violenta devaluación del peso (corrección en sintonía con las cotizaciones más altas del dólar). La dolarmanía se acelera en un contexto de alta inflación. Pero no debe perderse de vista que esto es un síntoma de un fenómeno más estructural y específico de la Argentina: el bimonetarismo. El régimen monetario argentino real (no oficial) consiste en que el peso es una especie de vale para realizar operaciones de corto plazo, en tanto que el dólar es aceptado como reserva de valor y en última instancia como moneda de referencia para los precios internos. De hecho en Argentina no faltan dólares. Le faltan al BCRA y al Gobierno, pero le sobran a los particulares y a las empresas, que tienen en su poder más de US$320.000 millones (en cajas de seguridad, colchones, activos externos, etc.)
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