TRADICIÓN VERSUS MODERNIDAD
Durante los últimos 3 años, las demoliciones urbanas aumentaron un 50% en Gualeguaychú
Edificaciones antiguas son derribadas para dar lugar a viviendas más modernas, locales comerciales o edificio, sobre todo en dentro del casco céntrico y sus alrededores, donde los terrenos baldíos son inexistentes desde hace un buen tiempo. Esta transformación urbana responde a necesidades económicas y sociales, pero al mismo tiempo atenta contra el legado arquitectónico de la ciudad.
Lo que en otros tiempos era una excepción y un hecho que no pasaba desapercibido en Gualeguaychú, ahora es moneda corriente. En la última década, decenas de casas antiguas que formaban parte del paisaje urbano y la identidad arquitectónica de la ciudad vieron sus enormes estructuras demolidas para dar paso a nuevos inmuebles, locales comerciales o edificios. Una transformación que responde a las necesidades sociales y económicas de esta época, ya que los propietarios y herederos de estas casonas tradicionales -u otras más contemporáneas y de menor tamaño- a menudo encuentran mucho más práctico y rentable demoler lo existente y construir algo nuevo, antes que preservar y restaurar la edificación original.
Para indagar al respecto, Ahora ElDía conversó con Marcelo Scola y Abelardo Loss, a cargo de las empresas Servicios a la Construcción SRL y Loss Vial, respectivamente, dos de las pocas firmas que actualmente prestan el servicio de demoliciones civiles en la ciudad. Ambos coincidieron en observar un notorio incremento de las mismas durante los últimos años, y marcaron que esto responde a cuestiones de costo-beneficio y de futuro uso práctico del inmueble.
“Empezamos en 2013 y desde entonces hemos realizado 185 demoliciones en Gualeguaychú. Desde hace 3 años, las mismas se incrementaron en un 50%”, indicó Scola, y explicó que, por su estructura, conviene demoler las casas antiguas para edificar nuevamente: “El costo entre arreglar algo antiguo y hacer una construcción nueva es casi el mismo, y lo antiguo no deja de ser algo estructuralmente viejo”. A su vez, estimó que, luego de una demolición, en el 40% de los casos se construyen casas nuevas, otro 40% va a locales comerciales y en el 20% restante edificios.
A su turno, Loss señaló: “Si bien no es nuestra actividad principal, hemos notado un aumento de las demoliciones pequeñas en los últimos años, principalmente en la zona céntrica. Esto se debe a que ya no quedan terrenos baldíos disponibles y a que existe una gran oferta de casas muy desmejoradas. Hoy en día, son pocas las que se pueden reciclar o en las que realmente conviene hacerlo. También sucede mucho que los propietarios eligen demoler la casa para evitar usurpaciones o vandalismo, los cuales generan molestias en el barrio”.
En lo que respecta a los costos para llevar adelante una demolición civil, Scola apuntó que varía bastante: “Depende del tamaño de la propiedad; si es horizontal o planta alta; si las paredes son muy altas; si el techo es de chapa o loza; y de cuantas paredes hay que desvincular de las viviendas vecinas, lo cual se hace a mano”, precisó, y agregó que “por lo general, las propiedades antiguas son casas muy grandes y se han divido en dos o tres viviendas”.
El proceso para realizar una demolición a nivel local consta de una serie de reglas y normativas que se deben seguir. Por parte del propietario que quiere demoler un inmueble, éste debe tener un permiso municipal y presentar los planos, siempre avalados por un profesional, ya sea por un ingeniero o un arquitecto. Y el lado de la empresa, esta debe contar con permisos de Tránsito, Defensa Civil y de la Dirección de Catastro y Obras Privadas de la Municipalidad. Además, se debe tener a todos los vehículos y al personal de trabajo con sus respectivos seguros.
En cuanto al procedimiento que sigue a una demolición, Scola indicó qué es lo que sucede con los escombros y otros materiales resultantes: “Hay veces en las que el escombro se lo queda el dueño de la propiedad, ya sea para llevar a algún campo o terreno. En esos casos, se lo llevamos nosotros. Y si no, nuestra empresa lo lleva a un acopio y luego los vende. Las vigas y fierros, por ejemplo, se llevan al EcoParque”. A su vez, añadió que el Municipio no interviene en lo que hace a la limpieza o recolección de escombros u otros materiales desechados en la demolición.
La perspectiva del sector inmobiliario
El aumento significativo en las demoliciones civiles y la transformación urbana que conlleva, también puede ser explicado por los cambios que afectan al sector de bienes raíces. Al respecto, el corredor inmobiliario Alexis Neuwirt analizó el fenómeno a partir del panorama actual para la compra y venta de propiedades en Gualeguaychú, los costos de la construcción y la demanda de propiedades en zonas céntricas y semicéntricas.
“En nuestra ciudad se dan dos situaciones contrapuestas: una que acelera la transformación, y otra que ocasionalmente la aletarga. Sabemos que la demanda funciona de manera inversa al precio -es decir, a mayor precio menor demanda-, pero no ocurre lo mismo si medimos la demanda en relación al centro e inclusive al semicentro, ya que en estas zonas siempre es creciente. Gualeguaychú tiene una particularidad en su mercado inmobiliario, y es que no existen muchas alternativas de viviendas en óptimas condiciones y/o nuevas disponibles para su adquisición en las zonas antes mencionadas. Es por esto que el comprador que desee satisfacer esa necesidad opta por construirla y/o modificar sustancialmente las viviendas existentes”, explicó en declaraciones a Ahora ElDía.
Y continuó: “Esto corresponde a ciclos propios de las ciudades en crecimiento. A su vez, la arquitectura de cada momento se va renovando, así como también la cultura que impacta en el hábitat del ser humano. Debemos recordar que, pese a todo lo que uno pueda imaginar, la tierra urbana es un recurso escasamente renovable, sobre todo cuando lo observamos en las zonas céntricas de cada ciudad. Este proceso de aceleramiento o renovación de las ciudades, visiblemente plasmado en demoliciones y nuevas construcciones, puede observarse por períodos en auge, y en otros deprimido”.
En ese sentido, Neuwirt recordó que la actividad inmobiliaria, y específicamente la de la construcción, “no es ajena al resto de las actividades que emanan de la economía argentina”, por lo cual en estos momentos se da un aletargamiento en el proceso de transformación. “Desde hace aproximadamente un año y medio, el costo de la construcción medido en dólares se ha visto incrementado en más de un 55% interanual”, ilustró.
Y concluyó: “Hoy se encuentran construcciones en curso que en su mayoría iniciaron con anterioridad a dicho momento. Desde el sector se espera que a partir de las nuevas medidas económicas, puedan terminar de acomodarse los precios relativos -algo que no va a suceder inmediatamente- con el fin de que pueda preverse con mayor certeza el costo de construcción y, en su defecto, la utilidad y/o rentabilidad que existe a la hora de construir y vender inmuebles. También debemos entender que los ciclos de producir un bien inmueble son de largo plazo, y la situación de incertidumbre que vivíamos hacía que los capitales (inversiones) no se destinaran tanto al sector inmobiliario cómo en otros momentos. Eso es algo que va a tardar un tiempo en recuperarse. Asimismo, tanto el incremento de los créditos hipotecarios, cómo la quietud -y hasta retroceso- en el tipo de cambio, hicieron que la demanda de inmuebles se vea incrementada desde el último trimestre de 2024”.