Drogas: el lado oscuro de un fallo
Haber despenalizado la tenencia de marihuana para consumo personal suena plausible en orden a no criminalizar al adicto, pero podría generar un efecto indeseado.El fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, por tanto, tiene sus bemoles. Como todo dictamen de este tipo no se produce en el vacío social, habría que preguntarse entonces qué efecto real tendrá en la vida de las personas.Porque a veces los jueces y legisladores viven en un mundo alejado de la realidad. Su actividad profesional, desarrollada en un microclima cerrado, suele perder conexión vital.En esta realidad existencial, propia de los estamentos encumbrados, a veces los esnobismos ideológicos pueden más que el buen sentido emanado del ejercicio de la prudencia.En este sentido, son atendibles las objeciones que acaba de formular la Iglesia Católica, para quien el fallo de la justicia se presta a confusión, ya que puede ser leído como una inducción al consumo de estupefacientes.Si bien aclara que es atendible el "espíritu de la mirada jurídica" -que en teoría buscaría no criminalizar al adicto- es muy probable que el fallo merezca una interpretación aberrante en la sociedad, instalando la idea de que no está mal drogarse."Creemos que no es facilitando el consumo, ni haciendo aparecer como que está bien lo que está mal, que vamos a superar este creciente flagelo de las drogas, particularmente en nuestros jóvenes y adolescentes".Eso se lee en un comunicado de la Comisión Nacional de Pastoral de Drogodependencia, cuyo responsable es el obispo de Gualeguaychú, monseñor Jorge Lozano."Para nosotros el adicto es un enfermo, no un criminal, y como tal no tiene que estar en la cárcel sino en el centro de salud, para ser atendido y contenido", explicó el prelado, en declaraciones a la prensa, para dejar sentado que la posición de la Iglesia no implica criminalizar al adicto.Pero "en este momento, donde la pobreza y la exclusión angustian a nuestra gente y en especial a los más humildes, medidas que pueden facilitar el consumo generan confusión y aparecen como a destiempo, desenfocadas de la realidad social", reflexionó.En igual sentido se han pronunciado el Equipo de Sacerdotes para las Villas, quien advirtió que la despenalización de la tenencia de drogas para consumo personal "aumenta la posibilidad de inducir al consumo"."Nos preguntamos, ¿cómo decodifican los chicos de nuestros barrios la afirmación de que es legal la tenencia de drogas y el consumo personal?", refieren los sacerdotes, al poner en alerta sobre los efectos reales que tendrá el fallo.Por otro lado, llamó la atención la reacción del decano de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Fayt, ante las críticas que suscitó su pronunciamiento. Dijo que ese organismo "ha hecho su parte", pero ahora le toca el turno a los otros poderes del Estado."No hay camas en ningún hospital para adictos" pero sí "hay dinero para el fútbol", se quejó Fayt, tirándole todo el fardo al Ejecutivo. Frente a estos dichos, cabe preguntarse: ¿acaso el Estado no es una unidad?¿No debiera actuar como un solo cuerpo, en función de una estrategia unívoca, para enfrentar nada menos que el flagelo de la droga, que es una de las amenazas más graves de las sociedades contemporáneas?Volviendo a la discusión sobre del fallo de marras, sería deseable que este tipo de resoluciones se inspiren no en pensamientos descarnados, al servicio de modas ideológicas, sino en el buen sentido.Al final de su vida, el filósofo Gabriel Marcel proclamaba la necesidad de rehabilitar el buen sentido, que es la facultad de discernir espontáneamente lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo.
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