Dos emprendedores destacaron el apoyo recibido por el programa "Manos a la Obra"
En tanto que la emprendedora, de 37 años, casada con cuatro hijos en edad escolar logró comprar un telar de cuatro cuadros y materiales, lanas e hilos, que le dieron “un empuje” al emprendimiento familiar.
El plan Manos a la Obra tiene como objetivo mejorar las capacidades productivas de los emprendedores, brindar capacitación y asesoramiento técnico mediante la gestión de los equipos de trabajo de la Unidad Evaluadora Provincial del Ministerio de Salud y Acción Social y la Secretaría de la Producción. El objetivo del plan es lograr un desarrollo social económicamente sustentable que permita generar empleo, mejorar la calidad de vida de las familias y promover la inclusión social a través de la generación de empleo y de la participación en espacios comunitarios.
Pelio destacó que gracias al Manos a la Obra obtuvo ayuda para comprar materiales, de los que precisó “son muy caros”. El talabartero indicó que funcionarios de la comuna local lo informaron del plan y le hicieron “esta propuesta, para mi fue una alegría y una sorpresa porque hacía muchos años que me venían prometiendo cosas y nunca me las cumplieron”.
El artesano relató que “desde muy chico me dedico a este oficio trabajando todo lo que tiene que ver con el cuero. Cuando era chico me enseñaron mis abuelos y después un maestro de acá, Eduardo Batel, que es uno de los que trabajan y fue uno de los que me brindó y me sigue brindando lo que aprendió”. Con la asistencia del plan, Pelio logró rescatar la rica experiencia recibida en su niñez y actualmente realiza riendas, aperos, rebenques, lonjas, tientos, “todos trabajos rústicos en cuero crudo” en un taller que tiene en su casa, donde trabaja junto a su esposa y uno de sus hijos, Gastón de 28 años, de quien relató que “le enseñé este hermoso oficio que no se aprende en ninguna escuela”.
El artesano precisó que “esto no es un trabajo rentable, es un oficio que requiere de mucha constancia y paciencia. Trabajo con la luz del día y con la humedad natural, aunque con esta sequía se complica trabajar”. Pelio contó que empezó a trabajar en este oficio “como a los 12 años, vivía en el campo y fue un poco por necesidad, después trabajé en una oficina y el vestirme con corbata y zapatos no me gustó, entonces volví a trabajar en el cuero. Hoy me siento un afortunado por trabajar en lo que me gusta, tengo la satisfacción de que mis trabajos son vendidos en Santa Fe, Diamante, en Concordia y también he realizado trabajos para enviar a España”. Por último, expresó: “Mi sueño es ir enseñando el oficio para que no se pierda en el tiempo, que otra gente abrace este oficio tradicionalista con el amor con que lo he tomado yo”.
Slavin contó que “al taller lo tengo en mi casa y tejemos mi esposo, mi mamá y yo; esto es un emprendimiento familiar”, y agregó: “Nuestra familia vive de esto porque mi esposo no tiene un trabajo fijo, hace changas”. La tejedora destacó que “gracias al apoyo que me brindó el Manos a la Obra pude comprar un telar de cuatro cuadros y materiales, lanas e hilos, que me permitió darle un empuje a nuestro negocio. Para nosotros es muy importante porque los materiales son muy caros y esta compra que hicimos nos permite tener variedad, antes yo compraba lanas a medida que iba vendido mis tejidos”.
La emprendedora contó: “Aprendí a tejer mirando a una amiga, me compré un telar y un video y prácticamente aprendí a tejer sola hace unos 8 años. Tejo en telar y bastidores con telares de peine y cuatro cuadros y tejo desde mantas, caminos, ponchos y pashiminas, hasta remeras o lo que mi imaginación me diga”. Actualmente empezó a tejer tapices sus ratos libres, aunque prefiere hacerlo de mañana, puesto que evaluó: “Para mi tejer en telar, más allá de ser un trabajo, es una terapia que me permite ser el sostén de mi familia”.
Slavin estará presente con sus trabajos en la Feria de Artesanías de Colón, instancia en la ya estuvo el año pasado. “Ya participamos y este año también vamos a ir, es hermoso porque nos permite estar en contacto con otros artesanos y además vendemos mucho, porque acá en Tala no vendemos mucho. Vendo más en las ferias que acá, además mi mamá vende nuestro trabajos en Rosario y en Santa Fe” explicó graficando las estrategias que lleva adelante para que el telar tenga futuro.
Por último anheló: “Nuestro sueño es que nuestro negocio siga prosperando, poder tener un negocio donde vender nuestro trabajo y tener allí también el taller, y allí también poder enseñar a otras personas para que puedan aprender este oficio o al menos que les sirva como una distracción o una terapia”.
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