RELATOS DE LUCHA Y VIDA
Día Nacional de la Donación de Órganos y Tejidos: “Después del trasplante volví a disfrutar la vida”
Este lunes se conmemora el Día Nacional de la Donación de Órganos y Tejidos. Los trasplantes renales se ubican entre los más practicados en el país. En esta nota, el testimonio de tres personas que, tras años de diálisis, recibieron un riñón. “Ahora puedo viajar y no dependo de una máquina para vivir”, celebró una de ellas.
Luciano Peralta
Desde 1997, cada 30 de mayo se celebra el Día Nacional de la Donación de Órganos y Tejidos en Argentina. La fecha homenajea el nacimiento del hijo de María Obaya, la primera mujer trasplantada hepática en un establecimiento de salud público, el Hospital Dr. Cosme Argerich de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Según los datos oficiales del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (del Incucai), actualmente hay más de 7.000 pacientes que esperan un trasplante de órganos en el país, y en lo que va del año ya se realizaron 561 trasplantes.
Los índices indican que cada vez más personas donan sus órganos en Argentina. En esto fue determinante la Ley Justina, aprobada en 2018, normativa que estableces que todas las personas mayores de edad son donantes de órganos, salvo que hubieran expresado su voluntad contraria.
Diálisis, un antes y un después
Quienes hayan pasado por el tratamiento de diálisis saben lo complejo de la situación. Pero también saben que salva vidas o, lo que es lo mismo, ayuda a seguir viviendo.
Miguel Rolando tiene 46 años y está próximo a cumplir los tres primeros años de trasplantado. Vive con un solo riñón desde los 25 años, después de que, en un golpe recibido jugando al fútbol, se le reventó uno de los quistes que tenía en los riñones a causa de una poliquistosis.
“A mediados del 2017, mi único riñón empezó a fallar y tuve que empezar con la diálisis, para que una máquina haga lo que mi cuerpo ya no podía hacer. Fue 1 año y siete meses de dializarme tres veces por semana, cuatro horas y media por día”, contó para esta nota. “Es muy fuerte la diálisis, por buena y necesaria que sea, te corta años de vida”, lamentó Miguel, antes de hacer una pausa, contener el llanto y respirar hondo.
El 13 de junio del 2019, finalmente, fue trasplantado. “Fueron dos horas y ya estaba trasplantado, y no habían pasado doce horas que ya estaba sentado en la cama. A los cuatro días me dieron de alta… una persona puede vivir tranquilamente con un riñón. Van a hacer tres años que estoy trasplantado, tomando todos los días la medicación y teniendo los cuidados que hay que tener, como no hacer cierta fuerza, por ejemplo. Pero mis días son totalmente normales, no era vida la diálisis, después del trasplante volví a disfrutar la vida”, aseguró, conmovido.
Un año y siete meses parece mucho tiempo para someterse a diálisis, y lo es. Pero, lo mucho y lo poco siempre son nociones relativas. Julieta Dolche, por caso, debió dializarse durante más de seis años, y fue trasplantada dos veces.
“Desde muy chiquita me detectaron que tenía insuficiencia renal, cuando era bebé tenía infecciones urinarias a repetición y me quitaron el riñón izquierdo a los dos años. Hasta los 9 seguí con una vida normal -entre comillas, aclara-, luego dejó de funcionarme el otro riñón y entré en diálisis, esa vez estuve solo un año en diálisis. Me tocaba viajar tres veces a la semana desde Gualeguaychú hasta Concepción del Uruguay, por suerte en el colegio me tuvieron mucha paciencia y apoyo, hasta que me llegó el riñón de mi primer ángel donante”, relata, desde España, la gualeguaychuense.
“A los 10 años me trasplantaron, con controles mensuales en el Hospital Garrahan, fui haciendo mi vida. Entré en la universidad, terminé mi carrera y comencé a trabajar, pero, cuando tenía 23 empezó a fallar el riñón trasplantado y entré nuevamente en diálisis. Esta vez fueron casi cinco años, que para mí fueron eternos”, cuenta. Y remarca lo trabajoso de complementar diálisis, trabajo y estudios. “Cuesta el doble, pero nos acostumbramos”, dice.
Luego de su segundo trasplante de riñón y de una cirugía exitosa, la vida de Julieta fue otra. “Desde entonces mi vida dio un gran giro, empecé a hacer las cosas que tenía pendientes, las más importantes fueron viajar y no depender de una máquina para vivir. Ahora veo todo de otra manera, siento que hay que valorar cada día, aprovechar lo máximo posible y agradecer la salud, la familia y todo lo que tengo”.
“Muchos se mueren esperando”
Cecilia Triigos es la mamá de Julieta. Durante 17 años se puso al hombro, junto a voluntarios universitarios, la difusión de la importancia de la donación de órganos en Gualeguaychú, organizando las clásicas barrileteadas para difundir la temática.
“Nunca pensé que me iba a tocar a mí tener que recibir un órgano”, se sincera la mujer diagnosticada con glomeruloesclerosis focal y segmentaria. “Estuve en diálisis casi dos años antes de recibir el riñón por parte del Incucai. Liberarte de las horas de diálisis, todos los martes, jueves y sábados, fue un cambio importante en mi vida”, expresó.
“Yo soy una agradecida, hay gente que está muchísimo tiempo en diálisis, llega a estar muy deteriorada, y mucha gente se muere esperando un riñón u otros órganos, porque no llegan a tiempo. Por eso me parece muy importante valorar la decisión de aquellas familias que, frente al dolor tremendo de perder un familiar, y ni hablar de perder un hijo, puedan tener el valor de donar los órganos”, enfatizó Cecilia, al tiempo que pidió “un mayor acompañamiento por parte del Estado a la hora de realizar campañas para difundir la donación de órganos”.