HISTORIA DE VIDA
De Gualeguaychú a Nueva York, México, China y Chipre: la bailarina que lleva su danza por el mundo
Florencia Hornus tiene 30 años y desde los 20 que baila en diferentes países. Una experiencia reciente la llevó a mostrar su arte en una de las naciones asiáticas más importantes e imponentes. El choque cultural, las anécdotas y el espíritu aventurero de una gualeguaychuense que baila en todos los rincones del planeta.
Este amor comenzó cuando Florencia Hornus tenía apenas 4 años. A esa edad, su mamá intentaba alentarla a que realice una actividad en su tiempo libre, y de la basta cantidad de opciones que ofreció, la niña eligió bailar.
Y una vez que comenzó a bailar, no paró nunca más, al punto tal de que ahora, a los 30 años, hizo de esta pasión una profesión que la llevó a conocer los rincones más remotos del planeta y las culturas más extravagantes y lejanas.
“Me mandó al instituto que quedaba a la vuelta de mi casa, donde empecé a estudiar ballet, algo que hice hasta los 17 años. Cuando estaba terminando mi profesorado en Danzas Clásicas, comencé a hacer danza jazz y contemporáneo, dos estilos que me abrieron un montón de puertas en lo creativo porque hay mucho por explorar. El ballet me dio la estructura, y me facilitó para aprender mucho otros estilos”, relató Florencia Hornus sobre sus orígenes.
A pesar de saber desde muy chica lo que quería hacer, las presiones sociales y el famoso “te vas a morir de hambre con la danza” hicieron que se mudara a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) para estudiar Dirección de Cine. Mientras tanto, realizó diferentes audiciones allá y quedó becada para prestigiosos estudios de danza, como La Fundación Julio Bocca y la escuela de Reina Reech.
Sin embargo, la oportunidad que reconduciría su camino sería la beca que obtuvo para estudiar baile en Broadway, el circuito cultural y teatral de la ciudad de Nueva York, Estados Unidos: “Mi familia quería que yo fuera feliz e independiente, por eso todos me apoyaron un montón”, expresó sobre el el nuevo rumbo que decidió darle a su vida.
“No había salido nunca del país, fue mi primer viaje sola. Hay oportunidades que no las podés dejar pasar. Trabajé para pagarme lo que la beca no incluía y tome todas las clases que pude. También tomé clases en Los Ángeles de Género Urbano. En Nueva York está lo mejor del Jazz, porque está todo lo que es musical. Incluso, tuve la oportunidad de estudiar y conocer a uno de los bailarines de Madonna”, narró sobre esa primera experiencia.
Durante 4 años, Florencia vivió entre Buenos Aires, Gualeguaychú y el mundo. Después volvió a mudarse a la ciudad por 4 años más, donde se recibió del Profesorado de Inglés al mismo tiempo que seguía formándose en la danza.
La oportunidad que la catapultó a China
Luego de recibirse, la bailarina escuchó el llamado del mundo y decidió irse a vivir a México, donde vivían algunas amigas. La idea principal era conocer otro país, acercarse a una nueva cultura y trabajar de lo que saliera, pero una vez allí encontró que una agencia estaba buscando bailarinas.
“En México bailé en el Hard Rock Café de Cancún y en el Carnaval de Playa del Carmen. Cuando me fui era plena temporada de carnaval en Gualeguaychú y me lamentaba que no iba a poder participar, pero terminé haciéndolo allá”, recordó Florencia.
Cuando estaba por dar por finalizada su estadía en el país azteca, se enteró que una agencia estaba buscando bailarinas para trabajar en China, Turquía y Egipto, y entonces decidió probar suerte.
“Me presenté a las tres audiciones y quedé seleccionada para dos de los destinos, así que tuve que elegir. A Egipto pensé que sería un lugar por el que pagaría un pasaje para conocer, pero en China me parecía una locura porque es un lugar difícil para permanecer, por eso me decidí por este último”, dijo con toda franqueza la artista que vio nuevamente una oportunidad que no podía rechazar.
El choque cultural y las particularidades de la República Popular
Dos meses después de arribar a Argentina para hacer los trámites de la visa de ingreso al gigante asiático, Florencia Hornus emprendió su viaje a China. En total, fueron cinco las bailarinas de nuestro país que arribaron en ese contingente.
El comienzo no fue lo que esperaban, ya que el contrato que habían firmado establecía jornadas laborales muy extensas, a tal punto que solo tenían dos días libres al mes. Por lo que decidieron buscar otro trabajo.
“Dos fueron a un circo, y las demás quedamos en un Parque de Diversiones con shows para niños, todo muy temático. La compañía que nos empleó nos detalló cuánto nos iba a pagar, que eran 1200 dólares. Además, nos dieron una vivienda muy linda”, refirió Florencia sobre el contrato que le permitió vivir una mejor experiencia en el país asiático.
“En China hay una cultura de trabajo muy duro, no tienen días libres, en el lugar donde trabajaba teníamos solo dos días libres por mes, y para ellos eso es lo más normal. Con el Parque de Diversiones tenía un día libre por semana, lo que me parecía más razonable. Los chinos se identifican mucho con su trabajo, por lo tanto la mayor cantidad de tiempo que puede pasar en ellos está bien. Por lo general, incluso, las viviendas de los empleados están al lado o enfrente de su lugar de trabajo. Eso me sorprendió un montón”, comentó sobre este choque cultural.
Otro de los obstáculos vino por el lado del idioma, ya que muy pocas personas hablan en Ingles. Por esto mismo, debió manejarse con el traductor del celular.
“Como argentina, hay muchas cosas que me parecieron llamativas. Los chinos no tienen redes sociales, nosotras tuvimos que pagar una red privada para poder tener acceso a WhatsApp e Instagram. No es ilegal porque también lo hace gente de China que trabaja para el exterior. Pero ellos no necesitan el acceso a las redes sociales que tenemos nosotros porque tienen una aplicación que se llama Wechat, donde tienen noticias, chat, pueden publicar fotos, podes pagar con una billetera virtual, básicamente podes hacer todo. Sin embargo, con el uso de esa app no tienen mucho más contacto con el exterior, por eso la gente nos sacaba fotos y nos miraba todo el tiempo. Después te acostumbras, pero te ven como algo muy extraño”.
Cuando Florencia Hornus llegó a China era vegetariana; sin embargo, la gran diferencia en la comida y la presencia constante de carne en los platos asiáticos hicieron, no sin resistencia, que debiera modificar sus hábitos alimenticios.
“La comida allá no solo que sabe distinto, sino que se ve diferente. Entonces empecé a poner a un costado la carne, hasta que me cansé y empecé a comer carne, se me hizo muy complejo darme a entender y explicar que era vegetariana. Al principio, me chocaba ver la pata de un gallo en una bolsa como si fueran gomitas, pero después sabes lo que no vas a comer y empezás a probar lo que sí. Tienen cosas muy ricas como los dumplings (pequeñas bolitas rellenas, muy parecidas a una empanada), y algunos platos también me gustaron mucho. Terminé adaptándome”, apuntó Florencia.
Bailar como niña
A diferencia de los estilos que estaba acostumbrada a bailar, China se presentó como un escenario totalmente distinto.
“Ellos tienen otro estilo de baile que se asemeja mucho más a los que se hacen en Tik Tok o los de la cultura Otaku (persona fanática de la cultura japonesa, los videojuegos y cosplays) que son mucho más simples de lo que estaba acostumbrada a bailar. Su estándar de belleza apunta mucho a lo tierno y a lo aniñado, entonces el baile iba para ese lado”.
“Tuve que bailar estilos que nunca pensé que alguna vez iba a bailar, como canciones chinas en Año Nuevo, con pasos muy chiquitos que me hacían sentir que era un dibujito animado. Con el maquillaje lo mismo: ellos admiran mucho la piel blanca, por lo que no podía ponerme rubor o tener la piel muy bronceada”, relató Hornus.
En tanto, algo que le gustó mucho a la gualeguaychuense tiene que ver con la combinación de la China tradicional y la tecnológica: “La articulación entre la cultura y la innovación me parecieron increíbles, es una mezcla interesante. A mí me dejó un gusto rico, me parece muy rico en lo cultural”.
Al mediterraneo oriental
Hace pocas semanas, Florencia Hornus sintió que necesitaba seguir moviéndose y empezó a buscar otras convocatorias, hasta que encontró una que tenía destino Chipre, por lo que decidió hacer una audición que salió perfecta porque quedó elegida.
“A Chipre me vine con un contrato opuesto al anterior, trabajo en show dos días a la semana, viernes y sábado. Miércoles y jueves tengo ensayo y después estoy libre. En China ganaba muy buen dinero, pero en Chipre gano un poco menos pero tengo más equilibrio en mi vida. Hace poco que llegué, pero estoy más feliz. Tengo beneficios como ir a la playa y estoy en un lugar muy hermoso, más internacional”, describió su presente.
“El dinero no hace la felicidad, y uno necesita tiempo para uno, entonces acá estoy trabajando menos pero con mejor calidad en cuanto al nivel de baile y de vida”, se sinceró Florencia.
“A mí me encantaría que los artistas que tenemos en la ciudad se animen a presentarse a convocatorias al extranjero. Acá están buscando bailarinas, si alguna está interesada que me contacte”, dijo la gualeguaychuense.
Por último, contó que todos los días habla con su familia ya que es única hija y sus padres junto con su abuela son los pilares de su vida.
“Cuando quiero compartir algo, lo hago con ellos. Se hace complejo estar lejos de la familia. También me pasa con mis amigos. Por ahora no planeo volver a Gualeguaychú, pero sí ir de vacaciones cuando tenga un mes libre entre contrato y contrato. A los lugares no los extraño tanto, pero sí a las personas con las que compartiste experiencias. Estoy muy feliz, pero sé que esto no lo voy a poder hacer por siempre. La danza tiene un tope de edad, y mientras pueda bailar voy a hacerlo. Después, puedo volver a mi otro amor que es dar clases de inglés”, sentenció la artista.