Cuando se quiere, se puede
La arremetida de las autoridades nacionales y provinciales contra el narcotráfico en las últimas tres semanas, confirma la impresión de que este combate sólo depende de la decisión política de afrontarlo.Mario Alarcón Muñiz"Mañana puede ser muy tarde", advertíamos en esta columna hace un mes, el 26 de abril, demandando de las autoridades mayor atención, acción y eficiencia en la lucha contra el narcotráfico. A la semana siguiente intentábamos revelar la generalizada preocupación por el avance de los narcos en todos los órdenes y niveles, de lo cual hay suficientes demostraciones cotidianas.De pronto, en buena hora, se produjo una reacción del gobierno. Tanto en el orden nacional como provincial, en las últimas semanas se ha observado otra disposición frente al problema. Dadas las características de un asunto tan complejo, es imposible predecir los resultados de esta reacción oficial. Tampoco es sencillo establecer si se trata del comienzo de una campaña organizada con metas precisas o sólo un barullo preelectoral, de los tantos que a diario nos aturden. El tiempo lo dirá. Lo cierto es que en apenas quince días, se han registrado procedimientos significativos.Actuaciones alentadorasLa detención en Paraná, el martes 12, nada menos que del director de Toxicología de la Policía provincial, acusado de vínculos con narcotraficantes, sugirió que algo novedoso y esperanzador podría estar ocurriendo. El mismo día y por igual motivo fueron detenidos en Concordia dos suboficiales de la Policía Federal y uno de la Gendarmería Nacional. En esa ciudad también se registró el apresamiento de un narco buscado durante dos años. En Concepción del Uruguay y Buenos Aires cayeron otros cuatro integrantes de la misma banda. En total, entre funcionarios de seguridad y civiles, 9 detenidos, a disposición del juez federal de Concepción del Uruguay, Pablo Seró, quien dispuso la prisión preventiva de los acusados.Ese mismo día la Gendarmería en inmediaciones de Ibicuy interceptó un vehiculo que transportaba droga rumbo a Buenos Aires y detuvo a sus tres ocupantes. El miércoles 13, tras un allanamiento policial, dos personas resultaron detenidas en Gualeguay.Con anterioridad a estos episodios, el sábado 2, en el cruce de la autovía 14 y la ruta 20, cerca de Gualeguaychú, los gendarmes secuestraron 195 kilos de marihuana y detuvieron a dos sujetos que transportaban la droga desde Misiones a Buenos Aires.Durante la última semana actuaron en Paraná la Gendarmería y la Policía Federal. Aquella fuerza desbarató el martes en el barrio Villa Almendral un negocio de estupefacientes oculto tras un almacén autoservicio y hubo tres detenidos, además del secuestro de droga. La Federal intervino el jueves cerca de la Base Aérea, deteniendo a cuatro sujetos y secuestrando droga.Un negocio en crecimiento Es evidente que se trata de un cambio de actitud y hasta de una campaña. No es casualidad esta serie de acciones similares en pocos días. Quién lo dispuso y por qué, después de tan largo tiempo de indiferencia o ineptitud o ambas cosas, se sabrá algún día. O nunca. Entre tanto corresponde celebrarlo, siempre que estas acciones tengan persistencia. Si sólo representaran una ventisca pasajera, se confirmaría la sospechada complicidad entre el poder y el narcotráfico.Nadie duda que el negocio de la droga está creciendo. Hace un par de años la Conferencia Episcopal Argentina emitió una declaración alertando acerca de los riesgos de la drogadicción, el comercio de estupefacientes, las organizaciones delictivas que el mismo genera, su incidencia en la inseguridad, la violencia y la criminalidad y los vínculos de ese ámbito delictivo con el poder. El gobierno reaccionó a su manera, cubriendo con un sacerdote (de Santa Cruz y de paso amigo, el padre Juan Carlos Molina) la vacante que desde tiempo atrás presentaba el Sedronar, organismo encargado de actuar contra la drogadicción y los negocios consiguientes. Molina renunció hace diez días, luego de un año y medio de notable ineficiencia. En todo caso a su favor cuenta el presupuesto amarrete de su repartición: 280 millones de pesos contra 1.624 millones que se lleva el Fútbol para Todos y 1.750 millones de publicidad oficial.El 23 de abril último la Iglesia volvió a la carga frente al "crecimiento alarmante" de la drogadicción y el narcotráfico en la Argentina."La droga avanza y no se detiene" en nuestro país, comentó el papa Francisco a principios de marzo, manifestando su preocupación porque "también ahora se la fabrica".A fines del año pasado la Auditoría General de la Nación reclamó acciones concretas y fuertes por parte del gobierno, para evitar caer en el pozo trágico que hoy muestra México. Ocuparse del asuntoLas estadísticas son abrumadoras. Aún sin ellas, cada uno de nosotros sabe que el problema (¿o el drama?) de la droga avanza de manera alarmante entre nosotros.Entre Ríos -ya lo hemos señalado en otras ocasiones- es un espacio ideal para el tráfico de droga, más allá del volumen que pueda consumirse en la provincia. "Sus costas están solas", escribe Mastronardi y a este efecto no es poesía. Cualquier barranca es puerto improvisado.No se duda de las pistas clandestinas, favorecidas por la falta de radares. No obstante, es posible ubicarlas y neutralizarlas. Hasta el comisario de campaña sabe o -si quiere- puede saber dónde se encuentran y cuándo aterrizan los aviones. En las islas arrojan bolsas mediante vuelos rasantes. Si las autoridades no se enteran es porque no quieren.Tampoco se sabe (¿o si?) quién recibiría los 6.137 kilos de marihuana (¡seis toneladas!) destinados a Paraná a bordo de un camión que el 11 de marzo interceptó y secuestró la Gendarmería en Santo Tomé (Corrientes). De eso no se habló más hasta ahora.La caída del jefe narco Máximo Cantero, en Rosario, el viernes último y la asignación de mil gendarmes a esa ciudad, fortalece la impresión de un ajuste del torniquete. Y confirma que cuando se quiere, se puede.
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