Crónica retrospectiva del Carnaval de Gualeguaychú
Elaborado por el reconocido abogado e historiador, Gustavo Rivas, aquí encontrará los antecedentes que dieron inicio al Carnaval del País hasta transformarse en lo que es actualmente. Además, la síntesis del tema que presenta cada comparsa este año y otros datos de interés. Imperdible.o
Desde fines del siglo 19 Gualeguaychú, como otros pueblos de la provincia, tuvo en su carnaval, la máxima expresión de alegría y diversión colectiva. En un principio, el corso se desarrollaba por las tardecitas, ya que la ciudad no contaba con adecuada iluminación (la energía eléctrica recién vino en 1907).
En las primeras décadas del siglo pasado, el corso, que se extendía por calle 25 de Mayo desde Rocamora hasta Mitre, alcanzaba un esplendor comparable al actual.- El paso por dicha arteria, se hacía de ida y vuelta. Los palcos instalados por las familias tradicionales cubrían las veredas de todo el circuito, casi sin separación entre unos y otros. Sus dueños competían para tener el palco mejor engalanado e iluminado. Numerosos carruajes poblaban el circuito llevando a las niñas más bonitas, con sus trajes de fantasía. Era tal la cantidad de serpentina y papel picado utilizado en todo el trayecto, que a menudo los cocheros debían detener la marcha para desatascar los ejes. Los jóvenes intercambiaban con las niñas los clásicos ramitos de flores, lo que muchas veces servía como pretexto para iniciar una relación. En ese marco apoteótico de las primeras décadas, una de las atracciones más célebres, ha sido sin duda, la Comparsa de Nerón. Representaba al emperador romano, con toda su corte, guerreros, poetas y era tal la cantidad de integrantes, que cuando la primera escuadra iba llegando a la calle España, la última recién estaba saliendo de Rocamora, es decir más de cuatro cuadras y de 200 integrantes. Sólo una escuadra, ocupaba una cuadra entera del circuito: era la de los guerreros romanos, montados en caballos blancos. Su creador fue Abelardo Devoto, aficionado a la música y a los temas clásicos y su hojalatería de la calle Churruarín servía como centro de trabajo de la comparsa. Alrededor de 1930, se construye en el centro de la ciudad, una enorme pasarela de madera que se extendía por encima del circuito entre ambas veredas de la 25 de Mayo y en cuya parte superior actuaban las orquestas, murgas y conjuntos. En las décadas siguientes, años 30 y 40, se impusieron las murgas tradicionales, que al igual que las uruguayas de hoy día, cantaban sus propias canciones (eran autoras de sus letras) que contenían numerosas apreciaciones y críticas sobre temas sociales y de actualidad. Los cánticos ocurrentes y la gracia de los escoberos, diablos y demás figuras, otorgaban atractivo a las numerosas agrupaciones que venían al centro desde todos los barrios. Por entonces, estos conjuntos se formaban en la periferia de la ciudad y no contaban con presencias femeninas. En las décadas siguientes, la irrupción de las murgas con cornetas de caña y papel, enterró a las ingeniosas y divertidas murgas cantadas, con lo que el corso comenzó a languidecer lentamente. Para mediados de la década del 70, parecía que el carnaval de Gualeguaychú nada más tenía para ofrecer. Y por si algo faltaba para restarle atractivo, numerosos juegos -además del de agua- habían derivado en violencia, por lo que poco a poco, las familias se iban alejando de nuestros corsos. ¿Qué es lo que operó la transformación asombrosa que llevó a nuestro carnaval al rango de los más deslumbrantes del país? Varios factores: en primer lugar, en Gualeguaychú se celebra desde 1959, un desfile de carrozas estudiantiles. Participando en él, nuestros estudiantes con espíritu creativo, aprenden a diseñar, pintar, decorar, armar, soldando, iluminando, y en general, creando obras magníficas para lo que aprovechan elementos constructivos que la gente les regala o simplemente tira por inútiles. Es decir, que la mayor parte de los gualeguaychuenses de 60 años para abajo, alguna vez ha hecho carrozas o ayudado en las mismas. Esto, con el paso de los años, le ha dado a Gualeguaychú una especie de profesionalidad colectiva, que algún día habría de manifestarse en otra forma. Y entonces aparece en el tiempo, la unión de las circunstancias que hicieron posible a ese pueblo artístico y talentoso expresarse y proyectarse en algo más trascendente. En 1978 el comerciante Luis E. Daroca por entonces propietario de un supermercado que se encontraba en 25 de Mayo y Caseros, propone una nueva forma de organizar nuestros corsos. El mismo Ike Daroca, había financiado en los años anteriores, la comparsa que llevaba el nombre del supermercado y a la vez su propio apellido (Daroca) al revés: Acorad. La Comparsa Acorad había sido un éxito resonante porque revolucionó nuestros tradicionales corsos en los que predominaban las viejas murgas. Pero el esfuerzo financiero difícil de sobrellevar, más la creciente de ese año 78 que inundó su negocio, hicieron que Daroca desistiera de continuar. Sin embargo, su experiencia le había permitido comprender que si queríamos mejorar el nivel del carnaval, había que organizarlo de otra forma. En primer lugar, proponía que se cobrara una entrada. Hasta entonces los corsos eran gratis. Y proponía que la recaudación fuera para los que presentaran espectáculos. Y para ello, al corso debían organizarlo los propios actores. Y para que no se transformara en una realización meramente lucrativa exigía que quienes presentaran espectáculos y organizaran el carnaval, no fueran personas particulares sino instituciones. El Intendente era por entonces el Ingeniero Isidoro Etchebarne (Balucho) y aceptó la modificación, por lo que se llamó a todas las instituciones y entre varias de ellas -eran 16 originariamente- se formó la primera comisión de carnaval, bajo la nueva organización. Al primer corso lo organizaron en 1979. Entre ese año y el siguiente empezó a levantarse el nivel. Influyó en su favor que esta nueva Comisión de Carnaval trajo muchas comparsas de prestigio, como las de Corrientes, otras de Brasil, C del Uruguay y Gualeguay. Ello produjo un efecto de contagio. El gran estallido se produjo en 1981, en cuyos corsos las propias comparsas de Gualeguaychú, dieron un salto en la elevación de su calidad que alcanzó de golpe un brillo muy cercano al actual. Pero antes de 1981 ya habían nacido algunas de esas comparsas, como Papelitos del Oeste (1977) y O’ Bahía (1980). En 1981 aparecen las restantes: Marí Marí, Kamarr y Ara Yeví. A continuación una breve síntesis de los comienzos de cada una:
PAPELITOS: A principios de 1977, en el Barrio Oeste, en la cuadra de calle Avellaneda entre 25 de Mayo y San Martín, un grupo de niños había formado una pequeña comparsa infantil y todos los días al anochecer, hacían sus ensayos desfilando por las inmediaciones de esa cuadra. Al principio eran diez o doce, pero con el correr de los días se iban anotando nuevos integrantes hasta que llegaron a 40. Cuando los padres vieron la dimensión que estaba tomando la comparsita decidieron reunirse para ayudarlos y darles alguna organización. Fue así como Don Marcelino Amarillo, que vivía en el Barrio Oeste desde 1946 y era músico de la banda del Regimiento, comenzó a prepararlos. A los pocos días la batucada infantil había adquirido un ritmo que llamaba la atención y todo el barrio salía a la hora de su paso. Por aquel entonces, el Club Juventud Unida organizaba unos festivales que se llamaban El Carnaval de la Risa pues incluía concursos de carcajadas entre otros rubros. El grupo de padres, entre los cuales estaba Mirta Rodríguez de Larrivey, Rosbel Ríos, María Rosa de Arakaki, Marcelino Amarillo, entre otros, decidieron inscribir la comparsa infantil para concursar en el Carnaval de la Risa. Como no tenían muchos recursos para hacer los trajes, resolvieron confeccionarlos en papel crepé de distintos colores, adornados con cintas de papel metalizado y las plumas se imitaban con penachos recogidos en el campo que luego teñían. Cuando hubo que buscar un nombre para inscribirse, una de las madres dijo al verlos con sus trajes: “pero si parecen unos papelitos..”. Entonces alguien propuso que llevaran por nombre Papelitos. Pero los chicos no estuvieron de acuerdo porque querían que en el nombre estuviera representado el Barrio. Fue así que alguien propuso un nombre que conformó a todos: Papelitos del Oeste. Su actuación en el Carnaval de la Risa fue un gran éxito y ganaron el primer premio en la categoría infantil. Y tal fue su entusiasmo que resolvieron inscribirse ese mismo año, 1977, para concursar en la misma categoría en el Corso Oficial. Allí tenían un duro rival, que era la comparsa Acoracita, versión infantil de Acorad, por entonces la sensación de nuestro carnaval. Y Papelitos del Oeste logró la hazaña de ganar a todas sus competidoras llevándose el primer premio de la categoría en el Corso Oficial. Al año siguiente, agregaron algunos integrantes de mayor edad y resolvieron presentarse en la categoría mayor. Y nuevamente Papelitos del Oeste gana el primer premio pero ahora en la categoría máxima de comparsas. Ese mismo año, ante el sacrificio que les había costado vestir toda la comparsa, llegan a un acuerdo con el Club Juventud Unida, por el cual en adelante representarían a esa institución, que se hacía cargo de la financiación. Fue en esa ocasión en que se modificó el nombre, suprimiendo al agregado del Oeste con lo que pasó a llamarse Papelitos. Y representando a Juventud ganaron nuevamente en la categoría mayor en los años 1979 y 1980. Hasta entonces, los directores habían sido Mirta Rodríguez de Larrivey, Juan Martínez y Giovanna Benedetti de Ernalz. Para 1981 resuelven representar un circo. Se llamó Papelitos Circus Show y la dirigió la Sra. Lala E. de Torrusio. Ese año alcanzó un esplendor muy parecido al actual. Ya se habían abandonado los característicos trajes de papel que le dieron el nombre y habían aparecido las lentejuelas, las plumas brasileñas o africanas, piedras, mostacilla, etc. Con el circo, Papelitos había superado los 200 integrantes, fue la más numerosa que se ha visto en nuestro carnaval. Sin embargo, pese al brillo alcanzado, cuando parecía que en 1981 debía triunfar nuevamente, Papelitos conoció por primera vez el sabor amargo de la derrota. Ese año debutó ganando Marí Marí. De ahí en más, Papelitos siguió perfeccionándose y ha vuelto a ganar en otras oportunidades, como cuando en Entre Rios Pais del Vuelo (1987) representó estampas y música de la provincia, o más recientemente Don Quijote de la Mancha (1992).
MARÍ-MARI: (Buen día, en mapuche). El Club Central Entrerriano era una de las instituciones que integraban la nueva comisión de corsos que se había fundado en 1978. Pero no tenía mayores antecedentes en materia de espectáculo de carnaval, salvo una Scola do Samba que había presentado en 1972 dirigida por Osvaldo Rey. El delegado de Central Entrerriano ante la Comisión de corsos era el joven José María Bértora, Morochito, hijo del Dr. José María Bértora, quien durante tres décadas había ocupado en forma casi permanente la Presidencia del Club y por cuya gestión se compraron los primeros inmuebles con los que se hizo la actual sede además del gimnasio que lleva su nombre. Morochito Bértora era quien más insistía en que el Club presentara algún espectáculo para carnaval, porque de ese modo se aseguraba una mejor participación en las ganancias. Fue así como en el año 1979 Central Entrerriano presentó una carroza muy bien realizada, en la que tuvo mucho que ver el trabajo de la Sra. Nélida Bermúdez de Irigoyen, Nelita. En la carroza de 1979 iba la Reina de Central, Srta. María Elena Schaaf, que si bien no fue consagrada reina del carnaval de ese año, su carroza como tal, ganó el primer premio en su categoría. Por aquella época un grupo de matrimonios del Club Central, había viajado a Concepción del Uruguay para ver desfilar una de las grandes comparsas de Corrientes (Por entonces la ciudad de Corrientes era considerada Capital del Carnaval del País). Entre otros, habían viajado el Dr. Eduardo Baretich, que era presidente del Club, Pibe y Gladys Aleu, Nelita y Betucho Irigoyen. En esa ocasión, Nelita le dijo a Baretich, un poco en serio y un poco en broma, luego de ver pasar la gran comparsa: “cuando quieran hacer una comparsa como ésta, avísenme...” Al año siguiente Baretich se presentó en su casa recordándole la promesa. Pero como no había tiempo suficiente (una comparsa lleva varios meses de trabajo) resolvieron no presentar nada en 1980 pero sí en cambio, ponerse a trabajar para 1981. Casi todo el trabajo de la comparsa se realizó en la propia casa de Nelita Bermúdez y su marido Betucho Irigoyen, que era muy amplia y estaba a una cuadra del Club en calle Méndez esquina Chacabuco. Al nombre de la comparsa, Nelita lo extrajo de un libro de leyendas indígenas. Marí Mari significa Buen día o el amanecer. Por eso, desde sus comienzos se lo representa con un gallo, el sol naciente o bien con ambas cosas. Una de las claves del éxito de Marí Marí, aparte del esplendor de sus trajes y la belleza de sus pasistas, fue la canción. La música la escogieron de una colección de sambas brasileños que había traído el Dr. Giovanni de Domini, que había vivido en Brasil. La letra fue escrita por Jorge Chávez que junto con toda su familia fue uno de los que más trabajaron para la comparsa. La cantaba Dito Olcese con una orquesta que dirigía Jorge Reynoso y fue tal éxito la canción, que en pocos días la cantaba todo Gualeguaychú no sólo en el corso sino en todos los barrios de la ciudad. Su estribillo más conocido y recordado era: canta canta linda gente, que la alegría está aquí, el carnaval ha llegado, lo trajo ahora Marí Marí. Otras de las claves del éxito de Marí Marí consistió en ser la primera comparsa que introdujo, al igual que las de Brasil, un tema samba o samba enredo, tanto en la música como en el baile. Hasta entonces, las comparsas locales tenían en su batucada un ritmo parecido al de las marchas militares. Pero Marí Marí introdujo el ritmo de zamba. Y con él, innovaron en el baile y la coreografía. Para ello y como parte de la preparación habían hecho varios viajes, primero a Corrientes y luego al Brasil, donde vieron y escucharon las escolas y sus baterías. Y trajeron la novedad a Gualeguaychú, introduciendo por primera vez las ahora célebre paradas de batucada con cambios de ritmo, solos de casetas, etc. que cautivaron al público acostumbrado hasta entonces a otra cosa. También en esos viajes vieron cómo se bailaba el samba y algunas pasistas de la futura comparsa, viajaron especialmente para aprender esos pasos y luego enseñarlos a sus compañeras. Tal el caso de Yolita Bermúdez, sobrina de Nelita. La carroza era de gran tamaño, toda de color blanco y en ella estaban representados tres elementos, el sol, el gallo y la naturaleza: eran los símbolos de Marí Marí. Su construcción la dirigió la arquitecta Marta de Casas, sobre una idea de Nelita Bermúdez y se realizó en el galpón de Mendaro, en Del Valle y Alem. La Reina de Marí Marí era Gabriela Barcia. La irrupción de esta comparsa con sus fabulosos trajes en los que abundaban las plumas, piedras y lentejuelas de gran calidad de confección, más las innovaciones en el ritmo musical y pasos de baile y sobre todo el éxito contagioso de su canción, hicieron que debutara ganado. Esto se ha repetido muchos años, al punto de ser la comparsa que más primeros premios ha obtenido en el carnaval de Gualeguaychú. Sus éxitos más resonantes de los primeros años fueron la realización de temas como Leyenda de la Victoria Regia, Aída (aunque no ganó) Flash Gordon, Nelita (en su homenaje) Combustible para la Ilusión, Afrú Zambó, etc. Durante quince años fue dirigida por José Luis Gestro quien le hizo ganar la mayor cantidad de primeros premios (12) y cuya temprana muerte enlutó al carnaval de Gualeguaychú.
KAMARR: (Luna, en árabe) El Centro Cultural y Social Sirio Libanés fundado por Don Habib Haddad en 1936, había caído en una crisis, cuando se hizo cargo de su Presidencia el Dr. Julián Majul quien convocó a toda la colectividad a realizar algo para integrarse a la sociedad de Gualeguaychú. Una de sus directivas, Olga Silio, que había sido compañera de Numa Frutos cuando ambos eran empleados de la Tienda Barato Argentino, luego Casa Azcárate, propuso realizar una comparsa. Decidido esto, Numa Frutos presentó un proyecto que fue aprobado. El nombre Kamarr significa luna, que es un símbolo muy importante en toda la cultura árabe. Mucha gente trabajó y toda la colectividad árabe le dio su apoyo. La carroza fue realizada por un jovencito que por entonces tenía sólo 14 años pero que luego se convertiría en uno de los monstruos sagrados del carnaval de Gualeguaychú: era José Luis Gestro luego gran Director de Marí Mari. Kamarr se presentó en una categoría inferior: como grupo carnavalesco, es decir con menos integrantes que las comparsas y ese año ganó en su categoría. Luego ascendió a la categoría de comparsa.
ARA YEVI: (tiempo de diversión en guaraní) El Club Tiro Federal, fundado en 1920, era otro de los integrantes de la Comisión de Corsos, creada en 1978. Al llegar el carnaval de 1981 la Sra. Elena Taibo de Dacal, cuyo hijo Mariano Dacal era jugador de fútbol de las inferiores de Tiro, ofrece al Presidente Ambrosio Lozano Aguiar, el aporte de su escuela de baile, para formar una comparsa (ya lo había hecho años antes con Acorad y luego pasó a colaborar como coreógrafa en Kamarr en la que trabaja hasta ahora). Un gran grupo de socios y sus esposas, incluidos mucho dirigentes del fútbol, se dieron a la tarea de organizar la comparsa que en idioma Guaraní significa Tiempo de Diversión. Se presentó por primera vez en 1981 representando el Folies Bergere, célebre teatro de revistas de París. Su primera reina era Roxana Peirot que por entonces vivía en Rosario del Tala, aunque sus padres eran de Gualeguaychú. Entre las pasistas más destacadas de Ara Yeví se recuerda a Rosario Lanso y Ana María Frávega. También bailaba un niño que se había destacado en la escuela de la madre: Fernando Dacal, de 11 años.
O’ BAHIA: El Club de Pescadores de Gualeguaychú, fundado el 22 de Febrero de 1949 era otra de las entidades que pertenecían a la nueva comisión de Corsos y por lo tanto tenía la obligación de presentar un espectáculo. Es así como, en el Carnaval de 1980, presenta por primera vez su comparsa O’ Bahía (en el carnaval de 1980). Crear esa primera comparsa, costó un gran esfuerzo a los dirigentes del Club Pescadores, presidido por el Sr. Antonio Peverelli. Para juntar los primeros fondos se hicieron rifas y festivales en la sede del Club. Algunos vecinos, como Ruperto Gelós, o Don Luis María Franchini, hicieron su aporte económico. Pero hubo un matrimonio que fue pieza clave en cuanto a contagiar a todos los demás su entusiasmo para hacer nacer a O’ Bahía. Era el Sr. Jorge Peralta y su señora Ada Killmarr de Peralta, que tenían un negocio en calle Montevideo entre 25 de Mayo y San Martín. La Sra. Ada de Peralta se recorría el pueblo entero buscando elementos, colaboradores, pasistas. Para conseguir la batucada que luego se haría célebre, un día viajaron a Fray Bentos el Sr. Peverelli y otros directivos de la comparsa, entre los cuales cabe recordar al Profesor Jesús Legaria, que colaboró en los inicios. En Fray Bentos conocieron al Sr. Rubén Giménez, conocido por su apodo Ojito, quien lograría una gran popularidad en Gualeguaychú por el diestro manejo del redoblante,
EL GRAN ESTALLIDO: 1981 es el año del gran salto en la calidad del espectáculo. Porque no sólo Papelitos había alcanzado la completa mayoría de edad con la representación del Circo sino que además, irrumpe en forma espectacular Marí Marí que debuta ganando; aparece también Kamar, en una categoría inferior –grupo carnavalesco (hasta 80 personas)- ostentando gran lujo en sus detalles y Ara Yeví que también debuta ese año, más O’ Bahía, que salía por segunda vez. Todo ello, además de otros grupos ya desaparecidos, como la Barra Divertida. Lo demás es historia reciente: la proyección nacional y el prestigio que alcanzó entre el público que asiste en forma creciente año a año desde distintas provincias, todo lo cual suma para su permanente crecimiento y perfección. Contribuyó muy especialmente al rango actual del llamado Carnaval del País, la inauguración del corsódromo con capacidad para más de 30.00 espectadores sentados, dotado de potentes sistemas -lumínico y de sonido- que desde 1997 funciona en lo que antiguamente fuera la estación del ferrocarril.
La organización del carnaval:
Desde 1979 al espectáculo Carnaval del País lo realiza un grupo de entidades gualeguaychuenses sin fines de lucro (ver epílogo de Calidades) para lo cual la Municipalidad les otorga en concesión el circuito (que antes era la estación del ferrocarril) erigido en corsódromo municipal. La Comisión del Carnaval se constituye cada año pero sus integrantes son fijos y permanentes: diez entidades de las cuales, cinco son las que presentan comparsas: Juventud Unida, Central Entrerriano, Centro Sirio Libanés, Club Pescadores y Tiro Federal. Las que no presentan comparsas colaboran en la organización con otras tareas: controles, fiesta de elección de la reina, colocación de sillas, atención de cantinas y participan con un porcentual menor de la recaudación, que no incluye los premios. Son los clubes: Racing, Dock Sur, Sudamérica, Pueblo Nuevo y Black River.
La colocación de sillas, que generalmente se da en concesión y las cantinas, son fuentes adicionales de recursos. Se descuenta que en el futuro habrá otras: merchandising por ejemplo.
El descenso: estos últimos años, a consecuencia de la crisis pasada, de las cinco grandes, desfilan cada año sólo tres, pues está comprobado que el reparto de las utilidades, sería compensatorio si debiera dividirse entre cinco. De este modo, cada año dos de ellas van al descenso y en su lugar vuelven las que descendidas el año anterior. Este acuerdo está muy firme entre las comparsas aunque muchos reclaman la presencia de las cinco juntas. Hay un motivo adicional para mantener el sistema reducido: obliga a mantener la calidad para no descender.
Las participantes en 2009:
En la edición de este año participan las comparsas:
Marí Marí (por ser ganadora en 2008) con Kamarr y Papelitos, regresan luego de su ausencia en 2007, por haber descendido en 2006. (En 2007 descendieron O Bahía y Ará Yeví, por lo que no están presentes en esta edición)
ESTRUCTURA DE LAS COMPARSAS
Las comparsas de Gualeguaychú tienen un límite mínimo de 250 integrantes y un máximo de 300 integrantes (ampliado en 20 desde 2009) y un tope de cuatro carrozas y cuatro trajes de fantasía
Esta limitación también ha sido establecida por razones económicas aunque muchos discrepamos con tal criterio porque puede afectar el crecimiento futuro del espectáculo.
Cada año elaboran un tema o argumento que se desarrolla a través de sus distintas partes. Generalmente abre el desfile un grupo llamado comisión de frente, compuesto por figuras muy visibles y trajes impactantes que teniendo relación con el tema, buscan predisponer al espectador. Puede estar precedida de una figura individual que va al frente. A partir de 2007 este tramo de la comparsa cobra más relevancia, por cuanto será la única parte a tomar en cuenta para evaluar el rubro “baile”.
Luego viene la carroza de apertura. Esta contiene generalmente una presentación del tema y es frecuente que lleve en su parte delantera el nombre de la comparsa.
Las dos carrozas intermedias están vinculadas temáticamente a alguna de las escuadras y la de cierre conlleva generalmente un mensaje final integrando un solo conjunto con la batucada.
También se ve a la pareja de embajadores. Son una chica y un varón con vistosos trajes que suelen tener en alguna parte de sus atuendos, los colores o algún símbolo de la entidad patrocinante. Está tomada de las figuras de portabanderas y maestro de sala del carnaval carioca. La mujer es portadora de la bandera y el varón baila alrededor de ella, haciendo pleitesías con un gran abanico, no sólo a la chica sino a la bandera.
Enseguida comienzan las escuadras, generalmente comandadas por una figura o pareja de bastoneros. Cada una representa un subtema dentro de la comparsa, que va simbolizado en el espaldar, tocado, pollera bahiana y a veces hasta en los brazaletes o calzado. Algunas escuadras se complementan con una carroza alusiva y éstas totalizan cuatro por comparsa, constituyendo éstas por su tamaño y esplendor, uno de los aspectos más destacados del Carnaval del País.
Espaldares y tocados: un rubro especialmente a tenerse en cuenta por el espectador, es el de espaldares y tocados. Se llama espaldar al aditamento que los integrantes llevan sobre sus hombros y espalda, donde se asienta la mochila. El tocado es lo que cubre su cabeza. También hay pectorales o pecheras, hombreras, brazaletes, cintos, taparrabos, tangas, caireles, botas, etc. La importancia de los espaldares y tocados, aparte de su belleza, es que en ellos generalmente va simbolizado con alguna figura, lo que el integrante (o toda la escuadra) representa. Por eso, conociendo el tema de la comparsa, hay que saber buscar en los espaldares, tocados etc. sus significados. En algunos casos la representación puede estar en los brazaletes o hasta en las botas.
Cada comparsa tiene sus talleres de espaldares y tocados con sus respectivos especialistas. Un buen espaldar no sólo debe adaptarse al cuerpo de la persona sino además ser sólido aunque liviano a la vez, para que no se rompa (sucede en las mejores familias) y permita bailar cómodamente. Muchas cicatrices o apósitos en los hombros, bailarines que van como inclinados por su peso o bien que llevan sus tocados en la mano porque les molesta, pueden ser signos de alguna falla de confección. Cuanto menos se ve de la estructura de un espaldar, mejor hecho está. Si un espaldar tiene plumas en el frente y no en la parte posterior, dejando ver la mochila, algo le ha faltado: o bien es la primera noche, o faltó plata.
Destaques y trajes de fantasía: Corresponde una previa aclaración terminológica. En el carnaval gualeguaychuense – sin perjuicio de las nomenclaturas en otras regiones- se reserva el nombre de destaque al traje de inmenso tamaño (suele abarcar casi todo el ancho del circuito y gran altura) que exige ser portado con ruedas auxiliares (en algunos casos llevan grupo electrógeno propio); son los más espectaculares de la comparsa, por su tamaño y lujo, por lo que cada una presenta sólo uno y van temáticamente integrados a una determinada escuadra o carroza. Generalmente su peso impide bailar a sus portadores, que se limitan a acompañar suavemente el ritmo. Es un arte saber pasear un traje, haciéndolo circular para que se vea en todas sus partes. Llevan varias ruedas para poder avanzar aliviando la carga y son empujados por el propio portador del traje.
En el carnaval de Gualeguaychú estaban prohibidos los destaques tradicionales (como los de Río de Janeiro), portadores de personas sobre ruedas. Era la persona la que debía porta al traje. Pero a partir de 2009 se permiten los destaques con medidas de hasta 5x5 m y 7 de altura que pueden sobre ruedas portar a una persona.
Los demás trajes de fantasía (excluidos los destaques) son de gran tamaño, costosos materiales y generosos espaldares. Los hay de dos tipos: los de piso y los que van en carrozas. Estos últimos suelen llevar el espaldar desprendido de su portador para que pueda moverse pero en la fiesta especial donde compiten estos trajes, deben bailar con el espaldar puesto. Suelen alcanzar un peso de más de 80 kilos, llevan hasta 2.500 plumas y varios kilos de lentejuelas bordadas una por una con mostacillas, además de piedras, perlas y otros elementos, que en algunos casos superan las 500.000 piezas.
Finalmente están los trajes fantasía que van en las carrozas y solamente se los baja la noche de la competencia en ese rubro, junto con la elección de la Reina.
Aderezos: Es una nueva modalidad habilitada por el reglamento desde 2007. Se llama así al traje que sin llegar a ser un destaque, se apoya sobre ruedas (hasta 3) en razón de su peso. Se permiten hasta 6 por comparsa, que podrán desfilar en conjunto formando una escuadra o bien en forma aislada. Generalmente se incluyen en la comisión de frente.
Las plumas: Las plumas más usuales son las denominadas amazónicas o africanas. También las de faisán, (ésta es la mas costosa) pavo real y las más chicas llamadas rabo de gallo. Se usan con sus colores naturales o bien, teñidas. La pluma blanca es siempre nueva. En cambio las de colores oscuros, muy probablemente han sido teñidas más de una vez. El proceso al que se somete la pluma en las comparsas constituye una pequeña industria, con sus distintas piletas, secaderos, colgaderos, peinado, teñido y otras tareas, las que han generado toda una especialidad, a cargo de los “plumeros”.
La orquesta: Va en una de las carrozas y la vestimenta de los músicos se corresponde con el tema carrocero. El sonido se trasmite por FM a la red de parlantes del circuito, que lo difunde a lo largo de toda la comparsa con exclusión de la parte final, donde desfila la batucada. Los temas musicales hoy día son propios y compuestos por las mismas orquestas. Hasta hace unos años, predominaban temas musicales nacionales o extranjeros popularmente impuestos, a los que se les reemplazaba la letra por la de la comparsa. El carnaval de Gualeguaychú ha ido buscando su personalidad musical. Ha tenido influencias de Brasil, Corrientes, Uruguay, pero el público demanda un ritmo movido que contagie alegría e invite a participar. En algunas comparsas se ha llegado a la siguiente transacción: una parte muy movida, alternada con un tramo de samba para luego renacer el ritmo acelerado. También se ha impuesto estos últimos años el inserto temático: Dentro del tema musical base, se ensambla un tramo de música propia del tema (africana, árabe, p ej.).Todo ello determina los pasos de baile.
La Reina: Va generalmente en una de las carrozas aunque a veces se la ve bailando en el piso. Lleva algún símbolo, corona o diadema, que la identifica como tal, aunque el mejor indicador de su presencia es, obviamente su belleza. Después de la elección de la Reina del Carnaval, desfilan con la corona y banda que les ha correspondido.
Pasistas: Cada comparsa tiene una pasista principal que baila delante de la batucada, siguiendo su ritmo. Generalmente va acompañada de algún varón, o bien un cuerpo de baile.
Comisión de batucada: Se llama así al grupo que va bailando al ritmo de la batucada, precediendo a la pasista, que generalmente va junto al director del conjunto.
BATUCADA (también llamada batería):
A diferencia del carnaval carioca, en el cual la batucada es un complemento de la música (Una orquesta más reducida, con cavaquinhos –4 cuerdas- y guitarras de 7 cuerdas) a la que acompaña con su ritmo, en el carnaval de Gualeguaychú en cambio, ambas son totalmente independientes. En razón de ello, en las comparsas locales la batucada no va junto a la orquesta sino al final de la comparsa.
Por ese motivo, los bafles de la red que difunden la música de la orquesta, se van desactivando cuando se acerca la batucada, para no mezclar ambos sonidos. De cualquier modo, hay quienes no pueden evitarlo y son víctimas de esa mezcla: son los integrantes de la última escuadra, que al recibir ambos ritmos, por momentos no saben cuál bailar.
Inicialmente las batucadas eran de 80 o más integrantes y ejecutaban ritmo de samba. Luego fueron variando hacia uno más fuerte y acelerado. Todo esto ha generado una discusión: por un lado los que sostienen que se ha desnaturalizado su origen de samba puro, como lo era el célebre Canta Canta (Marí Marí ‘81) o de O’Bahía en sus comienzos. Por el otro, están los que defienden los estilos actuales, argumentando que eso es lo que demanda el público.
Actualmente tienen alrededor de 30 integrantes. Los instrumentos son exclusivamente de percusión y no siempre coinciden con su origen brasileño, ya que allá se usa un redoblante diferente. Otros instrumentos brasileños que se usaron acá y casi han desaparecido son: la cuica (una especie de varilla adosada a un parche que suena al pasarle la mano con presión) y el agogó (en forma de doble campana de distintos tonos) y los pandeiros que son, como su nombre lo indica, primos de la pandereta, aunque de mayor solidez y parche más firme. Se baten con la mano y como casi todos estos instrumentos de percusión, emiten distintos sonidos según el lugar del parche (o borde) en que se los percuta
El ritmo de la batucada es marcado por los redoblantes y surdó. Las casetas le otorgan brillo a ese ritmo, jugando con él. Estas tienen un parche chico que se bate con una varilla, simple o doble, cuyo sonido varía según la posición a la que se gire, al y cambiar la presión de los dedos en el parche. También están los repeñiques, que se distinguen de los redoblantes ya que aquellos llevan un tambor más alto y no tiene vibradores, por lo que emite un sonido más seco.
Pero los que verdaderamente marcan el ritmo base son los surdó. A tal punto, que si el del surdó se pierde, se desajusta toda la batucada. Son del tipo de los bombos y van colgados para ser batidos con un caño, quedando el parche a la altura de la cintura. (Salvo que el ejecutante sea muy petiso). El surdó cambia de sonido según se apoye o no la otra mano sobre el parche. Según algunos, su nombre se origina en la similitud de su ritmo con los latidos del corazón.
Complementan el grupo, los sicuallos formados por múltiples rodillos que suenan al chocar entre sí, al agitarlos con la mano. Suelen usarse también los recu recus, una especie de barra de madera hueca con ranuras que suena al ser recorrida.
Las batucadas son el cortejo que acompaña a la pasista para su mejor lucimiento. Enfervorizan al público y son el broche final del paso de la comparsa, por lo que su actuación si es exitosa, contribuye a dejar en el espectador una sensación final de gratificación y alegría. Para eso y ya que no acompañan a la música, van variando su ritmo buscando que no resulte monótono, mediante cambios que se denominan cortes o paradas. Los cortes y los contragolpes son previamente anunciados por el Director con una señal de la mano o el sonido de un pito y a la señal siguiente los distintos grupos inician o detienen su percusión, o bien cambian de ritmo. Se produce así como un diálogo o contrapunto entre los distintos instrumentos.
La calidad de la batucada se fundamenta en el ajuste de los grupos de instrumentos y en la sincronización con que se hace cada corte. Una buena pasista es generalmente un incentivo para los batuqueros y también a la recíproca.
Tradicionalmente las batucadas se ubican al final junto a la carroza de cierre. Sin embargo en 2003, una de las comparsas -Papelitos- colocó a su batucada en la parte central integrada como percusión con la orquesta
Evaluación y calificación de las comparsas:
Está a cargo de un jurado integrado por personalidades de reconocido prestigio nacional o internacional del mundo de la cultura, en distintas especialidades: escenógrafos, vestuaristas, pintores, arquitectos, músicos, coreógrafos, etc. Nunca se incluyen jurados residentes en Gualeguaychú. En cada jornada actúan cinco jurados dividiendo su labor, de modo que los músicos evalúan sus rubros, los vestuaristas los trajes, los escenógrafos las carrozas, etc. Hace unos años se redujo el número de jurados por los motivos ya explicitados. La responsabilidad de su selección, nuevamente está a cargo en 2009, del Prof. Mario César Giordán.
Elaborada su calificación, dejan su planilla en sobre cerrado, en manos de un Escribano.
El fallo de cada jurado, a partir de la reforma de 2006 debe ser fundado; en caso contrario, será nulo.
Al fin de semana siguiente vienen otros y así sucesivamente, de modo que el total de jurados alcanza a 50 en los 10 fines de semana.
Terminado el carnaval, el día martes subsiguiente (10 de Marzo) se abren los sobres en acto cerrado (pero difundido en directo) con presencia del escribano y representantes de los clubes. Los integrantes, directivos y sus respectivas barras se reúnen en sus locales a presenciar la transmisión y palpitar los puntajes planilla por planilla.
Los rubros generales que el jurado evalúa son cinco: a) Carrozas, con los siguientes ítems: Construcción, ornamentación y terminación – Alusividad y fidelidad al tema – Proporciones – Forma, color y efectos lumínicos. Se evalúa individualmente cada una de las cuatro carrozas con puntaje mínimo de 1,5 (hasta 2006 era 1 el mínimo) y máximo 2,5. Es decir que para las 4 carrozas la sumatoria puede ir de 6 a 10 pts. por cada noche. b) Vestuario: el rubro abarca: tocados, espaldares, vestimenta, calzado y maquillaje. Sus ítems orientativos son: Forma y color – diseño, fidelidad y/o alusividad al tema, confección, ornamentación y terminación. El puntaje va de 6 a 10. c) Música incluyendo: letra, melodía, canto y ejecución, con puntaje de entre 3 y 5; d) Baile, que incluye espíritu carnavalesco y expresividad corporal. Este rubro se puntúa entre 3 y 5 pts por noche. A partir de 2007 se incorpora un nuevo rubro: e) Puesta en escena que se refiere al orden general en la presentación y desplazamiento integral de la comparsa y su evaluación estará a cargo de un escenógrafo o Director de Arte. El desfile debe ser parejo y uniforme, sin vacíos entre las escuadras y/o entre éstas y las carrozas. Se evalúa aquí el espíritu carnavalesco: los integrantes proyectarán alegría, emoción y energía, contagiando al público el espíritu del carnaval. Se consideran los aspectos: Desplazamiento – Espíritu carnavalesco - Equilibrio artístico – Desarrollo del tema.
Por razón del nuevo rubro puesta en escena, cada noche actúan cinco jurados, en lugar de los 4 que lo hacían hasta 2006. La importancia de este nuevo rubro no es desdeñable: el puntaje va de 8 a 10.
En forma adicional a sus rubros específicos, el jurado de baile también evalúa a las pasistas y el jurado de música, a las batucadas. Pero estos dos rubros compiten por separado y su calificación no incide en el puntaje general.
ALGUNOS TEXTOS INSERTOS:
Por contener datos que pueden resultar de interés al lector foráneo, se transcribe a continuación el epílogo del libro Calidades Dormidas publicado por el autor de estas notas.
EPÍLOGO
Y bien, hemos finalizado esta recorrida por el pasado de nuestro carnaval.
Mucho es lo que quedó en el tintero, para próximas oportunidades y para otros autores. Sin embargo, quien se haya tomado la molestia de leer este librito, tendrá una idea de lo que fueron antes nuestros corsos y cómo nacieron las cinco actuales comparsas.
Como verán, lo expuesto en la primera sección, no difiere mucho de lo que pueda narrarse sobre el carnaval de cualquier otro pago provinciano. Salvo en lo que respecta a la pseudo comparsa Los Bichos, porque no es muy común el derroche de humor que ha caracterizado la vida de los gualeguaychuenses.
En cambio, lo que se relata en la segunda parte, nos señala una evolución muy singular. ¿Acaso no es admirable cómo una murguita infantil, alcanza en cuatro años, tan descollante lucimiento? ¿O que una competidora triunfara desde su debut, con un nivel excepcional?
¿Cómo se explica que un sencillo corso de pueblo, que venía en franca decadencia, se convirtiera tan rápidamente, en la mayor atracción del país?
Formulemos el interrogante de otra manera: ¿Que tenía Gualeguaychú para poder generar esta muestra de inagotable creatividad?
Algo hemos adelantado a lo largo de estas notas, pero ahora agregamos desde una perspectiva actual y a modo de redondeo, nuestra opinión sobre algunas causas de ese surgimiento.
EL ACIERTO DE UN VISIONARIO
Cuando Ike Daroca propuso un nuevo modo de organización de los corsos, lo hizo con el propósito de posibilitar mayores inversiones en el espectáculo. El derecho a cobrar la entrada por parte de los organizadores, mas la exigencia a estos, de presentar algún espectáculo, fueron la combinación que abrió las puertas. Hasta entonces, sólo un Quijote como Ike, podía lanzarse a un emprendimiento de ese tipo. Pero a partir de 1978, con los recursos asegurados, podían planificarse mayores gastos, proyectos mas ambiciosos, y dar rienda suelta a la imaginación. Sin embargo, los resultados no aparecieron de inmediato. Se fueron insinuando en los años siguientes, aunque a un ritmo que preaunciaba la explosión. Y ésta vino en 1981, año que hemos denominado el gran estallido.
Para que este salto se produjera, no sólo era necesario contar con recursos. El arte, la creatividad y el buen gusto, no nacen al solo influjo del dinero. Por el contrario, cuando éste sobra y falta talento, suelen producirse mamarrachos monumentales.
Pero Gualeguaychú tenía bajo tierra, un yacimiento de belleza contenida formado a lo largo de muchos años, que aún no había emergido. Eran calidades que estaban allí dormidas y un día saltaron a escena en vigorosa elevación. Así las definía recordando a 1981, Jorge Cháves, sin pensar que con esa expresión, titularía un futuro libro, que no estaba por entonces en la intenciones del autor.
Eran calidades logradas con perseverante labor, por miles de jóvenes gualeguaychuenses, a través de un una fiesta tradicional que les pertenece, próxima a cumplir cuarenta años.
EL CARNAVAL Y LAS CARROZAS
¿Porqué Gualeguaychú pudo hacer esto?. Porque desde 1960, se realiza en nuestra ciudad el tradicional Desfile de Carrozas Estudiantiles. Hasta ese año, los estudiantes secundarios salíamos a festejar la primavera, en carros adornados con unas cuantas ramas, algunas vestimentas gauchescas y una no menos criolla damajuanita. Pero en 1959, algunos pioneros, como Blanca Rebagliatti de Lyall, Numa Frutos y Eclio Giusto, se elevaron por sobre aquella chatura generalizada y sin pretensiones, presentando carruajes más finamente adornados. Y como el paso de esas carrozas por la 25 llamó gratamente la atención, al año siguiente se organizó por parte de los Clubes Colegiales de Villa Malvina y Sección Comercial del Luis Clavarino, el primer Desfile de Carrozas Estudiantiles y Corso de Flores. Aquella estudiantina hoy pasa en edad, el medio siglo. Muchos ya son abuelos de la tercera generación carrocera.
Por eso los gualeguaychuenses en forma colectiva, han adquirido un acervo artístico y tecnológico que se fue transmitiendo en sucesivas promociones, acrecentado y enriquecido con el uso de nuevos materiales, e ingeniosos inventos.
Por eso nuestros alumnos, mucho antes de que el Congreso Pedagógico Nacional y su consecuencia, la Ley Federal de Educación, detectaran el exceso enciclopédico y escaso contenido práctico de los planes educativos, adquirieron, haciendo carrozas, ese complemento que faltaba en sus programas. Difícilmente un gualeguaychuense no tenga nociones sobre construcción de chasis, soldadura eléctrica (hasta las mujeres suelen utilizarla), cableado, sonorización, estructuras, moldeado, pintura o diseño.
Es más: hacer carrozas, es algo innato en nuestros jóvenes. Podría decirse en otros términos, que aquí los estudiantes, ya nacen con instinto carrocero.
Para comprobarlo, basta con verlos, a partir de Mayo o Junio, cuando empiezan a circular por la ciudad llevando cartones, maderas, diarios y otros elementos, que la gente tira por inútiles. Y tan lo llevan en la sangre, que solitos empiezan su labor, mucho antes de que se constituya la Comisión de Carrozas. Nadie les dice si va a haber desfile, quiénes serán las autoridades o cual va a ser el reglamento. Pero ellos igual trabajan... Faltando dos meses, se trasladan a los galpones del puerto que les facilita la Municipalidad, y allí terminan varias docenas de carrozas, una al lado de otra. Es emocionante ver el ritmo de los últimos días, centenares de chicas y muchachos engrudados y pintados de pie a cabeza, trabajando a ritmo febril, y resolviendo sus carencias con soluciones ingeniosas, en un clima festivo y de sana camaradería.
Y llega el día del desfile, para sorprender a propios y extraños con realizaciones de excelente nivel, pese a la carencia absoluta de recursos.
Muy similar a las primeras comparsas: todo a pulmón y patriotismo.
Los casi cuarenta años de carrozas, le han dado a los gualeguaychuenses una especial destreza para este tipo de realizaciones. Esas capacidades, eran las calidades que dormían, hasta que un día fueron despertadas por la nueva forma organizativa de los corsos, a partir de 1978.
Cuando las entidades integrantes, comprometidas a producir realizaciones, necesitaron el aporte de su gente, por todas partes aparecieron voluntarios a raudales, como si les hubiesen abierto las compuertas. La mano de obra emergente no sólo era abundante, sino altamente calificada. Y gratuita. Para cada tarea había entendidos con un nivel razonable de capacitación. Quien más, quien menos, había pasado por alguna carroza: Gualeguaychú tenía preparación de sobra para ese desafío.
En los años que siguieron a 1981, el nivel creciente de calidad y la abundancia de recursos que proporcionaba el turismo masivo, se retroalimentaron con sinérgico dinamismo, produciendo un crecimiento sorprendente, que aún no se ha detenido.
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