OPINIÓN
Contrapunto: Los pros y los contras de las jineteadas
Jineteadas: una actividad positiva para toda la ciudad
Leonardo Rumacho
Presidente de Asociación en Defensa de la Tradición
Las jineteadas son importantes para nosotros porque es un deporte nacional, pero además es una fuente de trabajo y una actividad que puede beneficiar económicamente a toda la comunidad. Desde mi punto de vista, yo peleo y lucho para que no se saquen las jineteadas, pero no es por una cuestión económica que me vaya a afectar a mí solamente, porque yo, gracias a Dios, tengo mi trabajo. En cambio, veo una prohibición como algo que afecta a toda la ciudad.
Para Gualeguaychú sería muy importante poder hacer, por ejemplo, nuestras fiestas acá, sobre todo, a nivel turístico, sería un evento importantísimo. En Diamante se realiza el Festival Nacional de Jineteada y Folclore; en Urdinarrain se hace la Fiesta Provincial del Caballo; y en Jesús María, el Festival Nacional de Doma y Folklore, y todos estos eventos llevan a muchísimos visitantes y turistas que no sólo hacen trabajar a los que están en el evento sino también a toda la ciudad.
Nuestra asociación es abierta, busca lo mejor para la comunidad y está dispuesta a ayudar a quien lo necesite. Por ejemplo, el año pasado invitamos a la Asociación Síndrome de Down Gualeguaychú a que participen de la Fiesta del 9 de Julio. Y no les pedíamos que estén de acuerdo o apoyen las jineteadas. No, nosotros simplemente quisimos colaborar con ellos para que recauden fondos que tanto necesitaban. Sin embargo, cuando se supo, algunos miembros de grupos proteccionistas les reprocharon el haber aceptado participar en nuestra fiesta. Y la respuesta de la Asociación fue clara: dijeron que había miembros entre ellos que apoyaban las jineteadas y otros que no, pero que ellos estaban allí para recaudar fondos porque estaban pasando una situación económica muy complicada.
Y esto me da pie para hablar sobre nuestra relación con los proteccionistas: no tenemos mucha empatía con ellos, pero considero que tampoco tenemos que ser enemigos. Ellos tienen que preocuparse por sus animalitos, pero nosotros sabemos cómo cuidar a los nuestros.
Otra situación amarga que atravesamos el año pasado cuando hicimos la Fiesta del 9 de Julio en el Hipódromo fue cuando la gestión anterior, encabezada por Martín Piaggio, nos dijo que iban a hacer su propio evento, por lo tanto no invitamos a los integrantes de las fuerzas públicas porque siempre van a los eventos oficiales. Sin embargo, el Municipio nos avisó el día anterior a los festejos que no iban a hacer nada. Eso me dejó con un sabor amargo por no poder tener a los integrantes de las fuerzas públicas y autoridades de instituciones locales en una fiesta organizada por nuestra Asociación.
Por eso quiero un predio para jineteadas en Gualeguaychú, pero no para beneficiarme a mí mismo. Quiero que tengamos uno de estos lugares para que haya beneficios para todos. Siempre digo que cuando una fiesta o una jineteada es organizada por un privado en un predio que no estatal lo único que le interesa es recaudar. Terminan la fiesta, pagan y el resto de la plata se la queda cada organizador. Pero teniendo un predio de jineteada en Gualeguaychú, el evento sería mejor controlado, sobre todo con el supuesto maltrato animal. Por eso es que nosotros siempre hacemos hincapié en eso: si hay un solo predio la ciudad, un organizador de afuera que quiera hacer una fiesta acá tendría que pagar un canon y tanto el Ejecutivo como nosotros podemos controlar todo eso.
En Gualeguaychú se han hecho muchas inversiones, pero nunca aportaron al tradicionalismo. Ojalá que en los años que me quedan de vida pueda ver un predio dedicado a la jineteada en mi ciudad y que se pueda disfrutar como otras localidades. Lo cierto es que se está dejando de lado la tradición, algo que no tenemos que perder jamás.
Las Jineteadas se basan en el dolor
Mauro García
Referente de la agrupación proteccionista “Güaba”
No voy a aburrir al lector hablando del cambio de época que estamos viviendo en la relación con los animales, ni tampoco voy a hablar de las consecuencias sociales que traen eventos donde se celebran los golpes a los animales a la vista de los niños. Asumo que eso ya todos lo sabemos.
Quiero centrarme en nuestra relación con el caballo como argentinos que somos. ¿Hay un animal más argentino que el caballo?
Cualquiera que habite esta tierra sabe que la argentinidad y el caballo están profundamente unidos. Que somos esa rara mezcla de mate, futbol, campo y caballos. Argentinos y caballos tenemos un vínculo ancestral.
De gurises dibujábamos a San Martin, nuestro padre patrio, montado en su caballo blanco; y teníamos un caballito de madera, aunque sea un palo de escoba, para montar. Crecimos viendo el Zorro y su fiel compañero Tornado, a Patoruzú y su entrañable Pampero. Crecimos anhelando alcanzar una amistad así, basada en la confianza y la ayuda mutua.
Y no hizo falta que nadie lo diga, entendimos que el caballo es hermano del hombre.
Compañero de travesías, sostén de nuestros mayores sueños. Sin dudas pilar de nuestra libertad. Al caballo le debemos que podamos ser argentinos. Nuestra libertad se conquistó a caballo. Ese animal con quien hicimos una alianza de hermandad y ayuda.
Ahora ¿Qué sociedad somos si le pegamos al animal que nos acompañó a alcanzar nuestra identidad como nación? Las jineteadas son un olvido a esa alianza, una amnesia a nuestra historia, donde desconocemos nuestra deuda ancestral con el caballo.
Ahora que nosotros somos libres, pagamos con sometimiento a aquel que nos acompañó a dar nuestras batallas. Como argentinos, sabemos que favor con favor se paga. Y como dice el Martin Fierro, “no hay plazo que no se alcance, ni deuda que no se pague”, pues la deuda con el animal más noble debe ser pagada.
Me gusta pensar que el caballo nos ayudó a conquistar nuestra libertad como pueblo, justamente, porque es un sueño que compartimos. Fuimos cómplices de un sueño común. Así como nosotros quisimos liberarnos del yugo de la corona, el caballo, también, persigue la añoranza de recuperar la libertad arrebatada.
No hay que olvidar nunca el favor de un amigo. Ni devolver azotes a aquel que entrego su alma a nuestro sueño.
Las jinetadas son la práctica de la dominación, de la imposición por la fuerza, basada en el dolor. Desconoce nuestra historia de hermandad entre argentinos y caballos.
Debemos estar atentos, pues tradición y traición, están apenas separadas por una letra, y es fácil confundirse. Para evitarlo es momento de hacer memoria y honrar nuestra historia, de reconocer al caballo el lugar que tiene en nuestra identidad, y cuidarlo con el mayor respeto que un animal hermano del hombre pueda tener.
Querer al otro es, ante todo, ser capaces de preguntarnos, ¿Qué es lo que el otro quiere? Pues quien conozca un caballo sabrá que éste ama la libertad, correr libre al galope lo hace feliz. No hay peor pesadilla para una caballo que lo aten a un palenque, le claven espuelas y recibir rebencazos en el lomo. Ese caballo ultrajado es hijo, de los hijos, de aquellos caballos a quienes les debemos nuestra libertad.
No es de argentinos azotar caballos por deporte. El corazón argentino honra a sus hermanos, devuelve el favor y comparte el fruto del trabajo compartido, no hay lugar para herejes. Azotar y clavar espuelazos en el abdomen de un animal hermano no es algo que nos represente como pueblo.