Con convicción, por una Argentina sin excluidos
Hoy, quienes nos consideramos parte del movimiento peronista, celebramos un nuevo aniversario del Día de la Lealtad, aquel 17 de octubre de 1945 cuando el pueblo trabajador -que empezaba a levantar cabeza en la escena política argentina- irrumpió masivamente en la Plaza de Mayo para pedir por la libertad de su líder, el entonces Coronel Juan Domingo Perón, que había sido apresado por una conspiración de sectores conservadores que se oponían a las medidas que había impulsando desde la Secretaría de Trabajo y Previsión.Juan José Bahillo*OpiniónEse día, los pobres de siempre, los nuevos trabajadores, los cabecitas negras de las provincias, las mujeres y los niños, se movilizaron masivamente a la Plaza de Mayo para expresar públicamente su lealtad a Perón, ante la mirada atónita y escandalizada de un sector de la sociedad que temía perder sus privilegios, que veía con repulsión y desconfianza a ese nuevo actor social y político que nacía en la Argentina. Y aquella manifestación popular histórica se considera el día del nacimiento del peronismo. Y la lealtad, la característica fundamental de este movimiento político, la argamasa que lo estructura y lo cohesiona.Hoy estamos viviendo muchas situaciones que nos recuerdan aquellos años del primer peronismo, porque el proyecto político que está en marcha en nuestro país desde el 2003 -que se ha propuesto conquistar nuevos derechos para las mayorías y también para las minorías postergadas e ignoradas, mejoras sustanciales en la calidad de vida y en las oportunidades de los sectores populares, y una distribución de la riqueza más justa- nos recuerda, tanto por sus logros como por la resistencia que despierta, aquellas pasiones del '45. Hoy, como entonces, asistimos a enfrentamientos que nacen de la resistencia de los sectores más poderosos de la Argentina a ver limitado su poder, ya sea poder para acumular riquezas o poder para controlar la información, que es, en definitiva, el bien más preciado de la sociedad contemporánea.No me canso de repetir que partimos en el 2003 con un país desbastado, con un 24% de desocupación, con miles de empresas cerradas, quebradas. Hoy la desocupación está en alrededor del 8% y el crecimiento de la actividad económica ha sido sostenido en los últimos 9 años. La actividad en nuestro Parque Industrial ha crecido en un 10.8%, y se trata de un crecimiento real y neto.A todos los pueblos de la Argentina volvieron las obras públicas que dinamizan la economía y crean mejoras concretas para la vida diaria de la gente: escuelas, rutas, hospitales, y el impulso decidido a la industria nacional, al trabajo local. Hemos recuperado soberanía, hemos recuperado empresas emblemáticas como YPF, hemos recuperado la capacidad del Estado de responder con soluciones a sus jubilados, a los niños, a quienes más lo necesitan.Y la profunda crisis que vive el capitalismo global por estos días nos afecta en menor medida que a otros países porque tenemos un gobierno que defiende a sus trabajadores y a sus ciudadanos.Desde el peronismo sabemos que todavía falta mucho para alcanzar metas ideales, y que hay aspectos en los que nos hemos equivocado, pero estamos seguros de que el camino que lidera en la Nación la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner y en nuestra provincia el compañero Sergio Urribarri, es el camino que conducirá a nuestra patria a un futuro más digno y justo para todos los argentinos. Para todos.Por eso me llama la atención cuando sectores que se han visto muy beneficiados con las medidas impulsadas por este gobierno, llevan adelante acciones y levantan banderas conservadoras y reaccionarias, que se enfrentan contra sus propios intereses.Sectores que se suman a movilizaciones alentadas por slogans falsos, frases sin contenido y burdas mentiras y que nos recuerdan a esas escenas vistas hace más de medio siglo, cuando sectores opositores civiles y militares bombardearon la Plaza de Mayo. Estamos afectados por enfrentamientos cotidianos que nos entristecen, pero que también nos movilizan.La animosidad y el resentimiento que se ve y se escucha -y que nos recuerdan a esas escenas vistas hace más de medio siglo, cuando sectores opositores civiles y militares bombardearon la Plaza de Mayo-, son absurdos en esta etapa de la democracia, una democracia fortalecida, con instituciones revalorizadas, y en la que todos podemos expresarnos con total libertad. Es absurdo, pero está sucediendo, y ya sabíamos que esto podía pasar, que la conquista de nuevos derechos y libertades, que profundizar la distribución de la riqueza iba a encontrar resistencias, incluso violentas.Todos los dirigentes y militantes peronistas tenemos una gran tarea por delante, ya que debemos contrarrestar con compromiso, participación y militancia comprometida, el embate de los poderes que hoy agitan el miedo y la desconfianza, y que no reparan en medios -ni siquiera en medios antidemocráticos y golpistas- para lograr su cometido de socavar el mandato de este gobierno elegido por la mayoría del pueblo argentino.A cada agresión, debemos contraponer un argumento; a cada palabra de odio, una idea fundada en la más profunda convicción de que estamos construyendo una Argentina para todos los argentinos, sin privilegios ni privilegiados, pero sobre todo, sin excluidos.* Presidente Consejo Departamental PJ Gualeguaychú - Intendente de Gualeguaychú
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