PARTICIPACIÓN CIUDADANA
Con 18 años se convirtió en el presidente más joven de una comisión vecinal en la historia de Gualeguaychú
Laureano Horst dejó de estar al frente del centro de estudiantes de la Enova cuando finalizó la secundaria. Es militante político y tiene gran compromiso con la realidad que lo rodea. Semanas atrás asumió una nueva responsabilidad: la presidencia de la comisión vecinal del barrio Los Antepasados.
Por Luciano Peralta
Mucho se habla de las juventudes. Que la falta de oportunidades; que la generación de cristal; que los pibes no creen en nada, etc., etc. Pero, casi siempre, esos discursos son hablados por los adultos, desde posiciones adultocentristas o paternalistas. Pero, ¿En qué andan los y las jóvenes? Lógicamente, estas pocas líneas no asumen la pretensión de dar respuesta a semejante planteo, pero sí la de mostrar algunas experiencias, cercanas, palpables, concretas, de la potencia que tienen las juventudes cuando se organizan en busca de objetivos comunes.
1. La educación pública
El Intendente de la ciudad, que hace apenas unas horas fue reelecto, llega a la puerta de la Técnica N°2. Son los primeros días de junio de 2019 y cientos de alumnos, docentes, familias y egresados realizan un abrazo simbólico a la vieja escuela de 9 de Julio y Colombo: reclaman al gobierno provincial un nuevo edificio.
Las gestiones van a prosperar y a los pocos meses llegará la noticia esperada: el inicio de la obra tiene fecha. La construcción, en la intersección de Roca e Ituzaingó, avanzará con fluidez y, por estos días, tendría que tener lugar el anuncio de su terminación.
Quienes motorizaron fuertemente el reclamo y las gestiones posteriores fueron los integrantes del centro de estudiantes de entonces. Los mismos que, tiempo después, hicieron uso de la Banca Abierta del Concejo Deliberante para presentar el proyecto de Accesibilidad Integral que luego sería aprobado por la unanimidad del cuerpo legislativo.
2. El derecho a estudiar
Son las 10.30 de la mañana del jueves 13 de octubre de 2022 y en la mesa de entrada del Concejo Deliberante de Gualeguaychú acaba de ingresar el proyecto LUBE, sigla que contiene una importante carga político-histórica para el país: Lápices Unidos por el Boleto Estudiantil.
Como en septiembre de 1976, cuando la dictadura genocida secuestró, torturó y desapareció a una decena de jóvenes de entre 16 y 18 años por demandar al gobierno el Boleto Estudiantil Secundario, un grupo de adolescentes organizados en los centros de estudiantes de la ciudad le dieron forma institucional a la misma necesidad. El proyecto fue trabajado por oficialismo y oposición y, en la primera sesión de diciembre del año pasado, votado positivamente desde las 13 bancas del cuerpo.
Laureano Horst fue parte activa de ese proceso. Era entonces presidente del centro de estudiantes de la Enova. Un mes después iba a terminar la secundaria y, tras un paso errático por Buenos Aires, elegirá vivir en Gualeguaychú con su gente.
El pasado 31 de julio, con 18 años, el mayor de los cuatro hermanos Horst se convirtió en el presidente de la comisión vecinal del barrio Los Antepasados, el más joven en la historia de la ciudad.
“Soy consciente que tengo una gran oportunidad y una gran responsabilidad”
“Ingresé a la Enova en 2017, en ese momento había un centro de estudiantes que funcionaba bien, después ganó una lista que hizo cualquier cosa y la pandemia terminó de romper todo intento de organización. En ese momento se perdió el centro de estudiantes de la Enova y de todos los colegios. Fue muy complicado volver a organizarnos. Ya venía participando, como vocal o como tesorero, y en quinto y sexto terminé como presidente”, relata Laureano, quien acaba de cumplir los 19 años.
¿Cómo interpela la política a las juventudes?
Creo que sigue vigente esa cosa de que la política es sólo para grandes. Pero eso cambia cuando hay ejemplos que muestran otra cosa, como hicimos con el boleto, demostramos que podemos participar, gestionar y conseguir mejoras para toda la ciudad. Entonces, ahí empiezan a ver a la política como algo más cercano. Porque una de las cosas que mantiene alejados a los gurises de la política es que la sienten lejana, algo que no es parte de sus vidas.
La política dejó de hablar de los problemas de las mayorías…
Sí, y dejó de interpelar a los jóvenes. Primero, porque es muy difícil encontrar espacios de participación, hay muchas trabas para poder entrar a esos lugares. Además, hace muchos años que la política ofrece poco para resolver los problemas de la gente común. Entonces, empezás a descreer de la política. Otra cosa que tuvo que ver en este proceso es la pandemia, que, a muchos, sobre todos a quienes empezaban el primer año en la escuela, les hizo perder el sentido de comunidad. La comunidad dejó de existir, eras vos, con una pantalla, contra el mundo y las consignas de los profesores. Después de eso fue muy difícil que prenda la idea de organización comunitaria para resolver problemas concretos.
¿De qué temas crees que se tendría que ocupar y no se ocupa?
Primero, del trabajo. Para que se pueda trabajar y lo que ganás no solamente te alcance para comer, sino que puedas vivir bien, dignamente. Después, el tema de los recursos naturales y la industrialización del país, que son el límite entre la Argentina colonial y la Argentina nueva. No podemos seguir siendo un modelo agroexportador y no podemos seguir destruyendo nuestros recursos naturales. Mi generación es bastante consciente de que si seguimos así no queda mucho por adelante. No podés discutir el resto de las cosas si no tenés un planeta donde vivir. Otro tema es el de la pobreza. Cada vez hay más y cada vez más chicos tienen que dejar de estudiar para ir a trabajar. Fue uno de los argumentos para impulsar el boleto estudiantil gratuito, nos pasaba que compañeros dejaban el colegio para empezar a trabajar de cadete, que era lo más común. Si la política no vuelve a poner el foco en resolver los problemas diarios de la gente, el resultado va a ser peor de lo que tenemos ahora. Y creo que la única manera de luchar para que eso no suceda es organizándonos para que la agenda de la política tenga que ver, cada vez más, con la agenda de la gente y de las juventudes, particularmente.
¿Cuáles son las trabas para la participación juvenil?
No es que sean explícitas, pero es muy difícil que te tomen seriamente en los espacios partidarios y en las organizaciones sociales por el solo hecho de ser joven. Para mucha gente ser joven es sinónimo de ignorancia y no es así. Tenía una profesora que nos decía que nosotros aprendíamos de ella y ella de nosotros, porque era un intercambio. Creo que de eso se trata la política, en todos sus aspectos: es un intercambio. Justamente, en el Concejo Deliberante encontramos a varias de esas personas que todavía siguen pensando que somos nenitos chiquitos que no entendemos nada, aunque para afuera no tengan ese discurso. Pero, obviamente, hubo concejales que nos tomaron en serio, si no, no hubiera salido el proyecto.
¿Cómo llegás a la comisión vecinal del barrio?
Hace muchos años que vivo en el barrio, diez por lo menos. Los vecinos me conocen y saben las cosas que hago. Un día estaba en el kiosco y empezamos a hablar sobre el barrio y las cosas que faltaban, como luminarias y gas natural, con Claudio Guidoni, que ahora es el vice de la comisión. Ahí no más, de esa charla, salió la idea de la comisión que estaba desarmada hace muchos años. Hicimos cinco proyectos y empezamos a hablar con los vecinos y como nos conocen a los dos -saben que somos muy insistentes- nos dieron su voto de confianza.
¿Qué se necesita para que la comisión sea reconocida?
Primero un equipo de 18 personas, más o menos, fotocopias de los DNI y ya está. No es algo difícil.
¿Qué temáticas abordan los proyectos?
Cordón cuneta para la calle República Argentina, la seguridad en el barrio con la instalación de cámaras, gas natural, fibra óptica y luminarias. Algo que acordamos es que la comisión vecinal no va a manejar dinero, sólo tiene el objetivo de hacer las gestiones para que las cosas se hagan.
¿Cómo asumís el desafío? ¿Te sentís preparado?
Soy consciente que tengo una gran oportunidad, podemos demostrar a los demás jóvenes que organizándose las cosas salen, como sucede en los centros de estudiantes. Pero también es una gran responsabilidad porque si hacemos una mala gestión va a pasar todo lo contrario. Espero estar a la altura. Lo cierto es que va a ser una responsabilidad mucho menos demandante que el centro de estudiantes de la Enova, donde representábamos a 24 cursos y a más de 700 gurises; todos los días había algo que hacer, algo que resolver o para ocuparse. Esto ni se compara.