VEJECES SIN ABUSOS Y MALTRATOS
Combatir el viejismo: “Que a cierta edad ya no somos seres deseables o no tenemos cuerpos deseables es un gran mito”
El pasado 15 de junio se conmemoró el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez. Construir vejeces activas, deseantes y diversas es el desafío de quienes trabajan la temática desde una perspectiva de derechos.
Por Luciano Peralta
Viejos, viejas, adultos mayores, ancianos, de la tercera edad. “No somos viejos, tenemos juventud acumulada”, dijo y disparó una carcajada uno de los integrantes del centro de jubilados Suburbio Sur. Fue en el marco de la presentación de los talleres que, de manera conjunta, realizarán el PAMI y la Facultad de Bromatología de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) en la ciudad.
No importa demasiado cómo se los nombre, importa el lugar que se les dé y la consideración que tengan en la sociedad. De nada sirven las conceptualizaciones políticamente correctas (hoy, la de personas adultas mayores es la que hegemoniza ese lugar) si no son acompañadas por políticas activas de parte del Estado y con campañas de concientización hacia el resto de la sociedad.
El pasado 15 de junio se conmemoró el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez. La fecha, establecida por las Organización de Naciones Unidas (ONU), aparece como una oportunidad inmejorable para reflexionar sobre el lugar que, como sociedad, le damos a las personas mayores.
Según los lineamientos internacionales, tanto de la ONU como de la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, a la que Argentina adhirió, a medida que una persona envejece debe continuar disfrutando de una vida plena, independiente y autónoma, con salud, seguridad e integración. En este sentido, se debe reconocer que las personas mayores tienen libertades y derechos, incluso los de no ser sometidas a ningún tipo de violencia, destrato o discriminación fundada en su edad.
Leandro Trupiano es profesor superior en Ciencias Sociales y diplomado en Políticas de Cuidado, además, hace 15 años trabaja con personas adultas mayores. En la reunión de la “juventud acumulada” estuvo presente, ya que en la actualidad ocupa el cargo de Coordinador de Políticas Sociales de la UGL 34 del PAMI.
“A las violencias naturalizadas les decimos viejismo. Son los prejuicios que tiene la sociedad con los adultos mayores y tiene que ver con el ‘no vas a poder’, con el maltrato muchas veces encubierto, con el manejo de sus recursos económicos, con ocuparle la casa, el maltrato psicológico, el considerar que a una determinada edad ya no puede disfrutar, participar de ciertas actividades o ponerse de novio”, explicó el funcionario para esta nota.
“Hoy hablamos de vejeces y no sólo de la vejez. Pero el viejismo niega esa diversidad y naturaliza sólo un tipo de vejez, que es el viejito que ya no puede hacer actividad, que no tiene más proyectos que tirarle pedacitos de pan a las palomas en la plaza y que no disfruta su presente”, cuestionó.
“La diversidad sexual en las vejeces era un tema tabú hace muy pocos años atrás”, dijo Trupiano. “Que las personas adultas mayores sean objeto de deseo tiene que ver directamente con la idea de viejismo -continuó-, la idea de que a determinada edad ya no somos seres deseables o no tenemos cuerpos deseables es un gran mito. La sexualidad nos acompaña desde el primer momento de nuestra vida hasta el último”.
“La Educación Sexual Integral (ESI) ayudó muchísimo en este sentido, porque no solamente abarca a niños, niñas, adolescentes y jóvenes, sino también a los adultos mayores, que tiene relaciones sexuales, que sienten placer. La sexualidad no se termina cuando se llega a esta etapa, es un derecho que ellos tienen”, enfatizó.
Por su parte, Verónica Giménez, una de las talleristas que, en el marco del programa Construir Seguridad Ciudadana, del Ministerio de Seguridad de la Nación, llegó a Gualeguaychú la semana pasada, también dialogó con Ahora ElDía.
“Se trata de una población muy vulnerable, la violencia está muy naturalizada y eso lo vemos en la mayoría de los lugares que hemos recorrido. La mejor manera de ayudar es concientizar, para que reconozcan cuando están siendo víctimas de abusos y de violencias. Es una franja etaria que está invisibilizada, en el propio barrio y dentro de la propia familia. Llegada una determinada edad, como no sos productivo para la sociedad, es como que no servís”, expresó la tallerista.
“A veces nuestra propia familia es la que maltrata y eso se naturaliza mucho y se justifica. Me grita porque está cansado, porque soy un inútil o soy una carga, esas son las respuestas que nosotros en los talleres recibimos mucho. Son excusas para no reconocer que la propia familia es la que maltrata, la que los expone a violencia psicológica, económica, física muchas veces”, enumeró. Y aseguró que “el maltrato psicológico es el que más se repite”, igual que “la amenaza con que los van a internar, los gritos y hasta los zamarreos”. Eso genera que el adulto mayor “se retraiga, se vaya aislando y muchas veces por miedo no lo cuente: es difícil aceptar que es la propia familia la que maltrata”.
Por otra parte, sobre las herramientas que ofrece el programa del que es parte, contó que “además de la prevención, tienen que ver con la necesidad de que ellos vuelvan a sentir que son útiles, que pueden seguir creciendo y que son sujetos de derecho, porque parecería que los derechos los vamos perdiendo a medida que vamos creciendo, y que son sujetos de deseo”. Para que se entienda esto último: “Cuando en los talleres les preguntamos de qué hablamos cuando hablamos de deseo, las respuestas tienen que ver con el deseo de estudiar, viajar o comprarse algo. Y, sin embargo, lo que nosotros queremos mostrar es que ellos son sujetos del deseo del otro, de que alguien te quiera, de que alguien te cuide, de que alguien te desee”, expuso Giménez.
“Como sociedad muchas veces pensamos que sólo son sujetos de deseo aquellos que son jóvenes, que son los únicos que tienen derecho a enamorarse. Pero el adulto no, porque ‘ya está grande para eso’. Y, sin embargo, ese es uno de los grandes prejuicios en esta temática”, cerró.