SU EFECTIVIDAD DEPENDE DE CADA PACIENTE Y DEL TRATAMIENTO
“Cascos Fríos”: una alternativa para que las mujeres conserven su pelo durante la quimioterapia
La iniciativa solidaria busca generar un banco de cascos para realizar préstamos sin cargo en toda la provincia, y difundir este método que en algunos casos, según la paciente y el tratamiento de quimioterapia que tenga, permite llegar a conservar el cabello.
Por Camila Mateo
Los cascos fríos caseros están hechos con cinco geles frío-calor unidos por medio de cinta adhesiva. Y según señala la mastóloga de Concepción del Uruguay, Julia Berwart no es un método nuevo.
En ese sentido, la profesional comenta que en la provincia todos los cascos se hacen de forma artesanal, ya que la única empresa que ofrece una maquina con este fin es Neocaps y se encuentra radicada en Buenos Aires.
“La función que cumplen los cascos es enfriar el cuero cabelludo, eso produce que el folículo se contraiga, la cabeza llega a – 18º y evita que la medicación llegue al cabello”, explica Berwart.
Sin embargo, la médica es cauta y advierte: “No hay cifras certeras de la eficacia que tienen los cascos, depende del tipo de pelo, la quimio, del preparado y el uso correcto de los mismos. Lo importante que es que la paciente tiene que saber que está esta posibilidad”.
Y agrega: “Es la paciente la que lo elige, hay algunas que están atravesando por muchas cosas y prefieren cortárselo, y hay quienes realmente la caída del cabello les genera un trastorno muy importante”.
En tanto, Berwart vuelve a aclarar: “La paciente puede realizar todo bien y se puede caer el pelo, depende de la persona y la medicación, en medicaciones más fuertes es más difícil. Pero todas las pacientes deben conocer que es una opción posible”.
La experiencia en primera persona
Carina López es la impulsora de “Cascos Fríos Entre Ríos” y finalizó su tratamiento de quimioterapia hace un año, pero recuerda que, cuando le diagnosticaron cáncer de mamá, en lo primero que pensó fue en su pelo.
“El médico me dijo que desde la primera sesión se me iba a caer. Yo tenía mi cabello largo y lo amaba. Entonces busqué otra opinión, tuve la posibilidad de ir a una clínica especializada en mamas en La Plata, y el oncólogo al final de la consulta me dijo que tenía la opción de conservar el pelo. Lo único que me dijo era que podía llamar a una empresa que es Neocaps, o intentar a hacer los cascos caseros y me pasó un link de un grupo que se llama “Quimio con pelos”. Para mí fue una esperanza. Compré todo e hice los cascos siguiendo un vídeo, aunque para la primera sesión alquilé la máquina. Las enfermeras me dijeron que ellas me iban a ayudar a cambiarme los cascos y eso hicieron”, relata Carina.
Para que el método fuera más efectivo, debió cortarse el pelo a la altura de los hombros y conservó las mechas “por si no funcionaba y tenía que hacerme una peluca”, expresa.
Y continúa “Cuando fui a hacerme los rayos, la oncóloga me preguntó que medicación usé y cómo era posible que conservara el cabello, y le dije. Dentro de mí pensaba ‘ No puedo ser egoísta, tengo que luchar para que los médicos de acá lo ofrezcan”.
Es por esto que cuando terminó el tratamiento, Carina fue a charlar con todos los médicos de la ciudad y “de a poco, con la experiencia de otras mujeres que han empezado, se están abriendo y están incentivando a que prueben la técnica”.
En la actualidad, Carina, junto con otras mujeres, busca crear un banco de cascos solidarios para dar en préstamo a quien esté atravesando el tratamiento de quimioterapia y quiera conservar su pelo. Lo único que piden y, solo si la paciente tiene las condiciones económicas para hacerlo, es que compre los materiales para confeccionar dos o tres cascos propios, y que una vez finalizado el tratamiento los done para que otras personas puedan usarlo.
En tanto, los cascos con los que cuentan ya están prestados a tres mujeres: una de Concepción del Uruguay, otra de Larroque y de Gualeguaychú.
Durante la entrevista, también están presentes Andrea y Mónica. En el caso de la primera, ya tuvo su primera sesión de quimio y por lo tanto, su primera experiencia con los cascos.
“Yo llegué a Carina por mi hija, y el contacto se lo pasó la mamá de una amiga. Tuve la suerte de que en ese momento había cascos disponibles. Fui a su casa, me explicó cómo se hacían, después fui con mi hija y le explicó también. La confección de los cascos me mantuvo entretenida para no pensar tanto en la quimio y la enfermedad”, cuenta Andrea que tiene su cabellera rubia intacta.
En tanto, Mónica aún no comenzó con el tratamiento y está aprendiendo a hacer sus propios cascos.
“En una mamografía me salió que tenía algo, me operaron y ahora comienzo la quimioterapia. Ya me habían dicho de Carina en la peluquería y me pasaron su contacto de Facebook. Pusimos un día de encuentro y fui a su casa a la hora de la cena, me explicó como se hacían y me preguntó si podía comprar los geles. A mí me interesó porque más allá de mí misma, hay otras personas que se pueden enterar de esto, hay mucha gente joven que le das la opción de no quedarse pelada, de no verse diferente, porque debe ser chocante verse pelada”, opina Mónica.
De todos modos, Carina aclara que un poco el pelo se puede caer, pero no de la manera que lo haría si no se usaran los cascos. Además, durante el tratamiento, el cabello suele debilitarse y volverse más fino.
Cómo se hacen los cascos
Para confeccionar un casco frío se necesitan dos cosas: 5 geles frió-calor, tres largos y dos cortos, se sugieren dos marcas Body Care y Pump, y cinta adhesiva.
Primero se colocan las tiras largas de gel una debajo de la otra de forma horizontal. En los laterales del gel que queda en el medio, deben disponerse los geles más chicos. Todo se une con mucha cinta.
Luego, se los pone sobre la cabeza de la persona para terminar de unirlos de acuerdo a la forma del cráneo de cada paciente. Y listo.
Según la duración de cada sesión de quimioterapia es la cantidad de cascos que se van a necesitar. Carina explica que deben cambiarse cada media hora y que su uso debe comenzar treinta minutos antes de la sesión, y continuar una hora después de finalizado el tratamiento.
Una persona que debe estar dos horas con la quimio, necesita siete cascos que deben intercambiarse cada media hora.
Antes de su uso, los cascos deben ser guardados con 36 horas de antelación en el freezer y para su transporte se requieren conservadoras con hielo. Se pueden apilar uno sobre otro para hacer más fácil su traslado.
Cómo se usan y cuáles son los cuidados posteriores del pelo
Primeramente la paciente se debe mojar el pelo con un rociador, después se coloca una cofia quirúrgica o de peluquería, y sobre esta recién se pone el casco. Luego, se ajusta una banda elástica alrededor del casco para que se ajuste lo máximo posible al cuero cabelludo, y después se coloca un pañuelo para reajustar.
En cuanto a los cuidados posteriores al uso de los cascos, Carina recomienda “no lavarse el pelo hasta 10 días después de la quimio y hacerlo con shampoo neutro, no con la ducha sino en la canilla suave con agua tibia, apenas en las puntas ponerse crema y se enjuaga, sin secador, sin planchita, sin tintura. Y después, lavarlo solo una vez por semana. Tampoco hay que toquetearlo y se debe usar peines de dientes anchos”.
Una vez finalizado el tratamiento de quimioterapia, aconseja por tres o cuatro meses mantener los mismos cuidados, es decir, lavarse el pelo una vez por semana y no usar secador, planchita, ni tintura”.
Quienes estén interesadas en obtener más información y conocer más acerca de este método se puede contactar con Carina López al 3446-604801.