Casa Blanca, presidente negro
“La conciencia es esa voz interior
que te advierte algunas veces que
alguien te puede estar mirando”
H.L. Mencken
Por Dr. Raúl Arellano
Quizá pueda resultar una circunstancia anecdótica y/ó histórica la asunción de Barack Hussein Obama a la presidencia de EE.UU. o quizá desde estas latitudes haya una mirada sesgada o esperanzada según quién y desde dónde se lo mire.
Lo cierto es que el presidente número cuarenta y cuatro para los norteamericanos emerge dentro de un contexto mundial muy revuelto y conmocionado; con más preguntas que respuestas y con un panorama global que se parece más a un modelo para desarmar que a un modelo para armar; me animaría a afirmar que tiende más a un modelo para evitar que para imitar.
Pero el show debe continuar y el tema central es cómo y con quién.
Da un poco de preocupación el exceso de optimismo y una exagerada esperanza manifestada no sólo por los ciudadanos norteamericanos, sino por la comunidad internacional en general.
¿Obama nuevo presidente u Obama salvador?; en este caso se recomienda no exagerar demasiado para que un eventual desencanto no sea tanto.
¿El mundo está transitando el fin de la historia, el mundo es testigo del fin de las ideologías, resulta mesiánico el colapso del sistema económico, la guerra por el agua es un secreto a voces? Demasiadas preguntas en busca de una desesperada y urgente respuesta.
¿Y dónde está Argentina?
No me refiero a su ubicación geográfica sino a cuál es el espacio que supimos conseguir en la historia, dónde estamos y con quién caminamos este proceso histórico y sobre todo a dónde queremos llegar.
¿Nos une el amor o nos une el espanto? Un buen tema de debate para intelectuales, para ciudadanos de a pie y sobre todo para dirigentes trasnochados que todavía no se enteraron que significa dirigir y cumplir dignamente ese rol. Definitivamente, se necesitan dirigentes con una visión estratégica, dirigentes interesados en el país más que en los partidos.
Resulta políticamente correcto preguntarnos qué nos espera con Obama como nación, como comunidad viva y cuál sería el grado de esperanza que albergamos sentidamente.
Si bien el grado de interés que puede despertar o no la región para el nuevo mandatario es importante, eso dependerá en gran parte de lo que seamos capaces y de lo que seamos capaces de hacer, porque en un contexto socio-político cada vez más competitivo nadie regala nada.
El presente análisis quizá intente ir más allá de la clase política que no es más que el resultado de lo que es y representa la sociedad; sino llegar a interpretar el sentimiento del pueblo, de su gente y sus circunstancias, porque da la sensación que la gente ha crecido a fuerza de desencantos muchos más que muchos dirigentes y esto es bueno.
¿Cuánto tiempo esperó la comunidad negra terminar de sentirse norteamericana de tiempo completo? y ese momento llegó, no hace mucho tiempo no era ni siquiera una utopía, era una verdadera locura.
Algunas señales son verdaderamente increíbles y dignas de tener en cuenta; que el Capitolio fuera construido por esclavos negros, que el gobierno de Obama diera espacio a los más aptos prescindiendo de su color político entre otros. Mientras tanto la política instalada por la dirigencia política existente se debate infructuosamente entre crear una oposición ó en tener más ó menos prensa para algunos opositores y eso es todo. Todo esto se parece más a una tragedia que a una comedia.
El mensaje que supone este análisis es que el mundo cambió y mucho, ya no es ni ancho ni ajeno y donde las paralelas a veces se tocan. Urge entender que se está jugando tiempo de descuento, que no hay más prórrogas y que de aquí en más toda fiesta se paga.
Por eso cuesta entender que se siga gobernando por el espejo retrovisor y con algunos resentimientos que no hacen otra cosa que avivar heridas muchas veces innecesarias.
¿Qué sería de la comunidad alemana después del nazismo, de los judíos después del Holocausto, de los armenios después de tanta muerte, de los japoneses después de Hiroshima y Nagashaki?
Entenderíamos que el dolor y el sufrimiento no crean resentimiento sino crecimiento y tienden un manto de piedad a sus enemigos y creer en una justicia justa que llega de distintas maneras y no siempre pasando por un juzgado que no siempre resulta justo.
Siempre creí que Dios y las conciencias se ocuparían de los miserables y eso es bastante.
Parafraseando a J. F. Kennedy podríamos decir que no siempre deberíamos esperar qué puede hacer el país por nosotros, sino qué podemos hacer nosotros por el país. También podríamos exclamar que podemos ofrecer al mundo para que el mundo nos considere, nos reconozca y nos dé un lugar digno y merecedor.
Casa Blanca, presidente negro dejó de ser una utopía y hoy día es una realidad; porque ningún país puede ser mejor que lo que su gente es y se atreve.
Enarbolar en Argentina la utopía de ser mejores en lugar de estar mejores y de que somos capaces de cambiar la historia; no sería una mala idea y lograr que cambiar deje de ser un verbo, para ser una nueva actitud.
De ser así, ¡¡¡celebremos!!!
Este contenido no está abierto a comentarios