VENDER RECUERDOS
Cada vez son más los gualeguaychuenses que se desprenden de sus joyas para llegar a fin de mes
La crisis económica se ramifica por absolutamente todos los sectores, incluso aquellos que suelen emparentarse más con clientes de ingresos medios y altos. Es así que en las joyerías de Gualeguaychú también se observa una gran merma en las ventas, y cada vez hay más personas que llevan a vender sus pertenencias para sobrellevar los gastos diarios.
Juan Pablo es un gualeguaychuense que trabaja en una joyería que persiste hace 44 años en la ciudad. Heredó la profesión de su padre, ya que no está en el negocio de la compra-venta, sino que realiza artesanalmente los anillos y cadenitas que se ofrecen en la vidriera a partir de los $15.000 los más económicos, mientras que las piezas de oro alcanzan hasta las seis cifras.
Lo curioso, es que además de joyero y de reparar relojes, también se dedica a arreglar heladeras. “Con este tipo de gobiernos se suelen venir estas crisis”, aseveró y contó que “en el 2017 cuando me la vi venir me pregunté que más podía hacer con las herramientas que tengo, que son muy costosas, y ahí surgió la idea de hacer un curso de reparación de refrigeración, así que ahora también trabajo de eso, de arreglar freezers y heladeras, hay que hacer de todo”, resumió.
En lo que respecta a la venta de relojes y joyas, aseguró que “está paralizada”. Muchos clientes que antes cambiaban de reloj ahora prefieren reparar uno usado, lo mismo ocurre con las cadenas o los anillos.
“Con el trabajo que tengo en el taller no me puedo quejar”, contó Juan Pablo, que igualmente reveló que “lo que si me pasó este año fue que en dos momentos estuve al día, me traían algo para arreglar y lo hacía para el siguiente, es algo que nunca había pasado en muchos años, por lo general uno tiene cerca de 20 días de demora por el trabajo acumulado”, comentó acerca de su día a día en el taller.
En la misma línea, enumeró una serie de vivencias que dan cuenta del momento económico complicado que atraviesa la mayor parte de la población. Por ejemplo, que cada vez más gente concurre con alguna pertenencia para vender o para consultar qué valor tiene. “Compro sólo cuando necesito material para fabricar, pero la gente me consulta. Muchos se van hasta Buenos Aires a vender por las publicidades que hay de las grandes joyerías, pero después se encuentran con que les pagan 2 o 3 mil pesos más que en Gualeguaychú, y ya no les conviene”, relató y recordó que hace muchos años incluso cruzaban en embarcaciones a Buenos Aires y luego volvían decepcionados.
Otra de las peculiaridades de estos tiempos de escasez es que la gente pregunta todo. “Vienen y me consultan cuánto sale el cambio de pilas, y cuánto está cada una, algo que no existía antes, te dejaban el reloj y después lo pasaban a buscar”, comparó.
Juan Pablo reconoce que al ser propietario y no tener que pagar alquiler puede sobrellevar la merma en las ventas. “A veces uno piensa en cerrar, lo analiza, pero la verdad es que no lo voy a hacer, son muchos años acá, yo hice estas puertas, estas modificaciones”, señaló dentro del local, acerca del esfuerzo realizado para que esté de la mejor manera: “Si tenés que pagar para hacer todo esto es imposible”, marcó,
Es así que Juan Pablo se divide su tiempo entre la joyería familiar de toda la vida, que lo vio crecer desde cuando tenía pocos años y agarraba las herramientas a modo de juego sin saber que ya estaba forjando su profesión, y el arreglo de heladeras.
De esta manera, en la actualidad es uno de los tantos gualeguaychuenses multifacéticos que “se da maña” para poder tener un mejor pasar en medio de la persistente y aguda crisis.