UN DISCURSO IMPACTANTE
Bullrich y la palmaria demostración de lo insignificantes que somos
La inabarcable magnitud de lo que pasaba empequeñeció todo. Alrededor de Esteban Bullrich estaba sentada gente con poder. Frente a él, quizás, la mujer más poderosa de la Argentina. Que ha marcado nuestras vidas en los últimos 15 años. Pero todo quedó chiquito. Todos quedaron chiquitos e iguales. Sí, iguales, por más poder que se tenga.
Por Jorge Barroetaveña
Ojalá el discurso que pronunció el ahora ex senador nacional Esteban Bullrich sirva de algo. Sus palabras impactantes paralizaron a todos los que las escucharon. No hubo redacción de tele, diario o radio que no se detuviera ante la profundidad de lo que decía. “No hay hombres imprescindibles, hay actitudes imprescindibles”, descerrajó para dejar en claro que la enfermedad que padece no le nubló el pensamiento. Todo lo contrario.
Bullrich tuvo la capacidad de, más allá de su drama personal, dejar reflexiones fuertes, que nos abarcan a todos y nos replantean el pensamiento sobre la realidad que nos rodea.
“Estamos enfocados en la grieta y en el debate violento. Un país que escapa de la política, la desprecia y la condena. Un país en el que la gente se recluye en lo privado, soltando el sueño de ser parte de la construcción de una Argentina mejor. Un país en el que empujamos a la gente a no ejercer el rol más alto de una democracia, el rol de ciudadano, sé que estas palabras pueden parecer la de un soñador, lo soy, pero como en aquella canción que nos invita a imaginar, sé que no soy el único”.
“El diálogo no puede ser solamente táctica, convencimiento y competencia. La lógica transaccional en la que negociar es solamente un cálculo contable nos despoja de sentido y nos convierte en meros mercaderes políticos que dejan de mirar el bien común. El diálogo, la búsqueda de la razón entre dos, debe ser un acto de generosidad, de amor y de caridad cristiana, entendiendo que la verdad y la justicia son valores que encontrar, no propiedad de alguna de las dos partes”.
“El diálogo entendido como una conducta activa, de apertura y de generosa curiosidad en la que los participantes se abren a escuchar a la persona que tienen enfrente. Ese es, para mí, el valor más importante y a la vez mas escaso de la política argentina: la posibilidad de entender que los adversarios nunca son enemigos y que representan a una porción de los argentinos cuyos valores, intereses y deseos son tan atendibles como los de uno y que se puede dialogar, negociar y acordar sin relegar lo que uno es y lo que uno defiende
“No hay ningún problema argentino que los argentinos no podamos resolver si nos ponemos a hacerlo. Pero si nos quedamos en el egoísmo, la chiquita, lo táctico y la especulación, vamos a errar el camino. Einstein decía que si querías resultados distintos no hicieras siempre lo mismo. Ya probamos con la grieta y acá estamos, esta Argentina que tenemos es la resultante de nuestra incapacidad de encontrar soluciones comunes a esos problemas”.
Si se leen y releen estos conceptos, en serio, ¿alguien podría no estar de acuerdo? La realidad marcha por otros caminos lejanos a los dichos de Bullrich. Esta misma semana los radicales se están matando por cargos, despachos y la rémora del 2023. Doce de ellos, que adscriben a la conducción de Martín Lousteau, después de perder la votación para desplazar a Mario Negri, pegaron portazo y armaron rancho aparte. Menos mal que aclararon que no se van de Cambiemos…
Del otro lado. Enrique Cresto, que encabezó la lista de diputados nacionales del Frente de Todos en Entre Ríos avisó que no asume, y se queda al frente del ENHOSA, el poderoso organismo que maneja miles de millones en obra pública. La opción es lógica: antes que una banca entre muchas, con perfil dudoso, es preferible una caja portentosa que da visibilidad si quiero ser gobernador. Lo que votó la gente? Mmmm más vale no explicitarlo.
Ambos hechos, que vienen de lugares diferentes y grupos distintos, abrevan del mismo desinterés por los verdaderos problemas de la sociedad y lo que esta demanda. Son un ejemplo de lo que no debiera ocurrir pero ocurre y la explicación más cabal de porqué la política está desprestigiada y la gente opta pelear por su salvación personal antes que por la colectiva. Justo esta semana que la democracia cumple otro año más y sigue, lamentablemente, cargando deudas en su mochila. Quizá sea lo único rescatable, aparte del discurso de Bullrich.
El día que cada uno entienda que la pregunta para hacer es qué podemos hacer por nuestra tierra y no preguntarnos qué puede hacer nuestra tierra por nosotros, habremos dado el primer paso. Entre tanto grito, tanta grieta y tanto reproche, las palabras de Bullrich se abrieron paso. Marcaron un camino. Hay que seguirlo con la convicción que es lo correcto y que cada semilla que sembremos hoy, la cosecharán las próximas generaciones.