Brasil la tiene clara
El apabullante triunfo de la selección brasileña sobre los dirigidos por Maradona es apenas un símbolo de la superioridad del vecino país en otros terrenos.No sólo son mejores que nosotros en el fútbol, es decir en aquello en lo que podríamos competir con cierta chance. La preponderancia brasileña es inocultable en los frentes productivo, científico y cultural.Ya no hay dudas: a través de una extraordinaria y perseverante acción estratégica ejercida en los últimos cincuenta años, Brasil arrebató el liderazgo indiscutido de Argentina en América del Sur.El dato incontrastable es que mientras Argentina, en las últimas décadas, cedió sistemáticamente espacios, Brasil consolidó los progresos iniciados durante los '60.No es casual, por tanto, el sitial que hoy ocupa entre las grandes potencias mundiales. El peso internacional del Brasil contrasta con la insignificancia argentina en el mapa global.El país del norte hoy se codea en las grandes ligas, mientras la Argentina juega en la B, en un torneo donde compiten los perdedores. Es más, ya se teoriza sobre el patético "aislamiento" argentino de las corrientes mundiales de intercambio.Mientras Brasil es un país respetado en la globalidad, la Argentina sufre una caída global de su prestigio en el marco de las demás naciones. Mientras Brasil sabe lo que quiere, la Argentina deambula sin rumbo y sin voz.(Digresión: no debiera extrañar, en este contexto, que al margen de la justicia del reclamo argentino por el conflicto pastero, el país sufra un revés diplomático, por falta de gravitación internacional)."Brasil busca construir su propio complejo militar-industrial", se lee en los diarios, para grafican en qué anda la nación gobernada por Lula da Silva. Es que hace tiempo el país carioca es un fuerte proveedor de armamentos.Además, ha desarrollado una industria civil, comercial y ahora militar de vanguardia. Dueños de una tecnología de punta, los brasileños exportan aeronaves militares que no tienen nada que envidiarles a las de los países desarrollados.El desarrollo de Brasil está blindado. Su presencia comercial en el mundo está respaldada por el poder de fuego de sus fuerzas armadas, una de las más competentes del mundo.Pero detrás hay un proyecto de autoabastecimiento, condición sine qua non de todo proyecto hegemónico. Brasil hace tiempo trabaja sobre la autosuficiencia energética, alimentaria y militar.No es casual, en este sentido, que haya superado a la Argentina en dos terrenos claves: producción de hidrocarburos y de alimentos en general (trigo, carne, lácteos y demás).¿Por qué esta asimetría global entre los dos países? O mejor: ¿por qué el éxito brasileño y el fracaso argentino? Aquí, como en cualquier diagnóstico, todo depende del lugar donde uno se pare.Muchos ensayistas ponen de manifiesto conductas políticas y diplomáticas bien definidas durante más de dos siglos: Brasil, al igual que Chile con otro estilo, configura una nación expansiva en todos los frentes.En términos generales, el país del norte continúa con la vocación imperial lusitana en la región. En contrapartida, Argentina es expresión del desguace de la herencia española.Empalmado con esto, Brasil ha seguido un histórico, riguroso e ininterrumpido pensamiento estratégico. Es decir, ha tenido las cosas claras en el largo plazo. Y hoy cosecha esta impronta.Argentina es todo lo contrario: su fracaso está en relación directa con su cortedad de mira. Dos ritmos, dos universos, dos resultados, dos destinos. Pero en última instancia dos dirigencias.La de Brasil es de alto vuelo. La nuestra en muchos sentidos es impresentable.
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