EN LA BOMBONERA
Boca logró un triunfo copero para meterse en los octavos de la Sudamericana
El Xeneize ganó con un gol de Cavani y un jugador menos por más de media hora.
Tenía que ser así, con suspenso. Porque así, en definitiva, fue esta Copa para Boca. Todo le costó más de la cuenta, siempre transitó por esa fina cornisa de lo bueno y lo malo, sin término medio. Esta vez, de hecho, hasta con uno menos durante media hora. Por eso, ese gol de Edinson Cavani que abrió el partido, tenía que llevar también ese efecto: anulado primero por el línea (que lo vio en offside) y convalidado luego por el VAR para generar la explosión de una Bombonera que a esa altura ya empezaba a vivir esta serie de los playoffs con algo de tensión. Pero ya está, ya pasó: el equipo de Martínez le ganó 1 a 0 a Independiente del Valle y se metió en los octavos de la Sudamericana. Un alivio. Un desahogo. Un objetivo necesario. Ahora sí, arranca otra historia. Con refuerzos incluidos...
Boca llegó al gol de la mano de su 10 que, a esta altura, es más que su goleador en el año. El Xeneize necesita hoy a Cavani más que la Selección a Messi. Y no es una comparación exagerada. Son 15 goles en los últimos 17 partidos para darle al equipo de Martínez ese punch en el área rival que nunca le sobró en este tiempo. El Matador fue por esa pelota, tras una buena jugada previa del pibe Ceballos y de Merentiel, con la fe que tienen los delanteros de su talla. Y también fue por esa chance con esa convicción de que a esa hora de la noche su equipo ya merecía estar en ventaja. Por eso, cuando le anularon el gol en primera instancia, tuvo esa reacción nacida desde la injusticia: le pegó al piso. Luego, a los pocos minutos, lo festejaría con esa enjundia uruguaya que lo identifica.
En efecto, Boca merecía la ventaja porque la había buscado más y mejor que el conjunto ecuatoriano. Es cierto, no logró asfixiar a IdV como sí lo hizo ante otros rivales, pero fue para adelante y se fue imponiendo con situaciones aisladas. Una del propio Cavani, otra de Merentiel, también con un remate de Saralegui. Con eso le alcanzó para generar buenas sensaciones y para consumar, en ese minuto 39 del primer tiempo, la diferencia que necesitaba.
En el segundo, Boca salió con la idea de aumentar la ventaja, de liquidar la historia, de no estirar el suspenso que lo acompañó durante toda esta Copa. Sin embargo, la roja del pibe Milton Delgado (se le fue la pierna contra Renato Ibarra y estuvo bien expulsado) otra vez devolvió al equipo de Martínez al escenario de la batalla. Para aguantar la ventaja, para defender la clasificación, para bancar la parada. Una vez más.
Con diez, el equipo tuvo que retroceder. De hecho, no sólo Pol Fernández se metió como un central más, sino que hasta Cavani se puso el overol para ser la primera línea de combate como si fuera un volante más. Y así, el equipo luchó más de lo que jugó. Y terminó perdiendo peso ofensivo, al punto que casi no generó situaciones de gol.
Si sufrió hasta el final, fue más que nada por lo corto del resultado, porque Chiquito Romero tampoco tuvo intervenciones para convertirse en héroe. Así, la gente se encargó del resto, de alentar, de festejar y de celebrar lo que Boca tanto necesitaba: seguir compitiendo a nivel internacional. Cruzeiro lo espera ahora en octavos. Lo peor ya pasó. (Olé).