Asedio al corte
Todos los días leemos una nueva noticia, declaración, aclaración, réplica o contrarréplica, advertencias, amenazas o repudios sobre este tema. Nos cuesta seguirlo porque ya es un culebrón. Si bien en forma aislada, el capítulo diario resulta aburrido, el análisis del contexto nos brinda otra visión…y también preocupación.o
En 2003, desde Gualeguaychú, una caravana cruzó el puente internacional para expresar nuestra inquietud por ENCE. No fue una manifestación común. Sin embargo, el gobierno nacional le restó importancia y talvez alguno haya pensado “ya se les va a pasar”. Pero no se nos pasó: el 29 de Abril de 2005, 80.000 argentinos (mayoría gualeguaychuenses) tapizamos el puente y esa imagen conmovió al mundo. Y también, aunque tarde, a nuestros gobernantes.
A partir de ahí, la Asamblea Ambiental adquirió tal protagonismo, que hasta los más remisos debieron prestarle atención. Eso sí: hubo que hacer un corte, para que tomaran nota de que acá había un gran problema.
Cuando advirtieron que estaba dirigido contra los uruguayos y no contra los sucesivos gobiernos que nos habían defendido mal, éstos - haciéndose las gallinas distraídas- lo apoyaron calurosamente. Vino el Canciller: ¡se nombró una comisión! se concedían audiencias, venían los medios ¡cuántas atenciones!
Cuando el corte empezó a causar algún escozor al gobierno, se preparó de apuro la demanda ante La Haya (después de haber perdido tres años), a modo de canje y como condición para levantarlo, en el marco de esa Causa Nacional proclamada en el acto político del corsódromo. Pese a estos gestos espasmódicos, nunca percibimos una real convicción gubernamental en la defensa de nuestra causa. Sí percibimos mucho seguidismo.
A los seis meses se repuso el corte permanente y a partir de allí se dieron en el tiempo dos efectos: la creciente molestia presidencial por el corte y el paulatino desgaste de la medida. A Botnia nunca le hizo ni fresco; el pueblo uruguayo casi se había acostumbrado, pero en tanto le dificultó a Kirchner la candidatura a presidir UNASUR, su actitud cambió y la estrategia también. De la distracción y el seguidismo pasaron a la confrontación, aunque no franca: era mediante interpósitas personas, que por obediencia debida, venían haciendo a diario y en turnos rotativos, las declaraciones encomendadas. Recién ahora Kirchner se sincera.
REBOTE EN LA ASAMBLEA
¿Y qué es lo que nos preocupa de todo esto?
El daño que está ocasionando a la causa ambiental, la falta de brújula de nuestras autoridades. Por ceguera, primero se perdió un tiempo irrecuperable y ahora, sin rumbo definido, nuestra política exterior está condicionada a las conveniencias ocasionales de la pareja gobernante. Su errática indefinición proviene de una ambigüedad no superada: oponerse al corte que implícitamente antes se alentó y a la vez, mantener el demagógico discurso que los vincula con los piqueteros integrados al gobierno y usados como fuerza de choque en otras partes.
Entonces, para atacar el corte por sus flancos, se lo erosiona mediante un asedio mediático cuyos perdigones van en todas direcciones y eso es lo grave. Primero, pusieron en duda la contaminación, torpeza descomunal que a nosotros nos causa indignación y a otros, seguramente, risa. Después, apuntaron directamente a la propia Asamblea, generando su aislamiento de las comunidades vecinas, con declaraciones hostiles o calificativos como plaga, etc. Antes no se le animaban: ahora le mojan la oreja.
Es cierto que por no encontrar otras alternativas de lucha, la Asamblea se desgastó, sufrió un sensible desbande y ya no es la misma. Y ahí viene nuestra preocupación principal. Habida cuenta que no hay corte eterno y que en algún momento éste se va a levantar, será a partir de ahí, que deberemos reiniciar una larga lucha que nos necesita a todos juntos, como estuvimos al principio. Pero en cambio, si cuando se levante el corte, nos encontrara con una Asamblea desgastada y desanimada: ¿qué será de nuestra causa ambiental en el futuro?
Si el Gobierno cree que el corte es ilegal, hubiera sido preferible que asumiera antes y con seriedad, la decisión de levantarlo. Pero no esta actitud escapista y especuladora, orientada a diezmar en definitiva nuestro principal medio de lucha. Que no es el corte ¡es la Asamblea!
Porque la agresión exterior que estamos sufriendo contra el corte, no hace esa diferenciación. Resulta preocupante que también muchos vecinos de Gualeguaychú han incurrido en el mismo error de apreciación; es fácil perderse cuando la batalla es confusa. Y en ese contexto, debemos resaltar la digna actitud del Intendente Bahillo; cuando percibió que el ataque caía gratuitamente no ya contra él, sino contra la Asamblea y la propia comunidad de Gualeguaychú, no dudó en qué vereda ponerse. Entre las obligaciones que impone el alineamiento partidario y las que corresponden a la conducta de una persona de bien, optó por estas últimas.
SENTIDO COMÚN, SE BUSCA
Todos debemos serenarnos y reflexionar antes que sea tarde. Recordar que cada jalón histórico que ha plantado Gualeguaychú, ha sido posible por haber remado todos juntos: autoridades, entidades y el resto de la comunidad. Que los asambleístas mediten si en lugar de obstinarse en esta disparada hacia delante de cortes, no sería mejor una asamblea más plural, reflexiva y con garantías, para que puedan volver todos los que se fueron. Que nuestros gobernantes nacionales asuman alguna vez que la verdadera política exterior -en los países que la tienen- requiere la mayor profesionalidad, porque su razón de ser es la defensa permanente e integral de cada nación. Si en cambio se la usa –como acá- en función de apetencias mezquinas, de vuelo bajo como la perdiz, se explican actitudes insólitas como la de usar al INTI, curiosamente hermanado ¡con un instituto del país que hemos demandado! para suscribir un informe conjunto que podría resultar demoledor en la instancia judicial internacional promovida.
Ni Argentina como país, ni Gualeguaychú como comunidad, se merecen semejante falta de capacidad en el manejo de nuestras relaciones exteriores.
Hasta el domingo. Si Dios quiere.
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