EL LENGUAJE INCLUSIVO, SEGÚN LA TITULAR DE LA ACADEMIA ARGENTINA DE LETRAS
Alicia Zorrilla: “Una lengua no puede alterarse de la noche a la mañana”
En una entrevista exclusiva con Ahora ElDía, en su paso por Gualeguaychú, la académica y lingüista rechazó las pretensiones del lenguaje inclusivo, al señalar que se trata de una toma de posición política por parte de un “grupo minoritario”.
Alicia María Zorrilla dirige desde 2019 la Academia Argentina de Letras (cargo que también desempeñó el copoblano Pedro Luis Barcia).
Doctora en Letras y Licenciada en Filología, docente y autora de obras literarias y lingüísticas, esta especialista en la normativa de la lengua española dio una charla el viernes pasado en el Instituto Magnasco sobre “El horror de los errores”.
Zorrilla le respondió a Ahora ElDía sobre varios tópicos relativos a la lengua, en los que sobresalió por ejemplo la temática del “lenguaje inclusivo”.
En su opinión se trata de una reforma innecesaria desde el punto de vista gramatical, ya que la lengua incluye las diferencias sexuales en elementos como el masculino genérico “hombre”.
La postura oficial de la Academia Argentina de Letras, remarca, es que detrás de esta iniciativa subyace una “posición sociopolítica que desea imponer un grupo minoritario sin tener en cuenta el sistema gramatical del español”.
Además, aclaró que, pese al avance de la escolarización en la sociedad, no se habla ni se escribe mejor nuestra lengua. “Los errores ortográficos y sintácticos son graves”, apuntó.
En relación a la Inteligencia Artificial (IA), concretamente a la posibilidad de que las máquinas creen literatura, Zorrilla aclaró que a esos sistemas los cargan de conocimiento los humanos, al tiempo que alertó sobre la autoría de esos textos.
En las últimas décadas se ha producido una expansión de la escolarización, que se ha hecho masiva. Ello incluye más alfabetización. Producto de este proceso, ¿se habla y se escribe mejor que antes?
Sin duda esa expansión ha ayudado, pero falta mucho para llegar a los resultados deseados. Los errores ortográficos y sintácticos son graves. No puede admitirse en ninguno de los niveles educativos que se escriba “haci” (por así), “ósea” (por o sea) u “opiñón” (por opinión). En cuanto a la sintaxis, por la falta de vocabulario y el desconocimiento de las normas lingüísticas dejan oraciones incompletas que solucionan con las múltiples muletillas que auxilian, pero no sanan: A ver… festejé mi cumpleaños y bueno… nada… con la familia y nada… Algunas personas tropiezan con las palabras y las relacionan mal; entonces escuchamos oraciones como la siguiente: Yo nunca va a ver usted que chismorree con las vecinas. Cunde el uso erróneo de los verbos irregulares: “apretan”, “degollan”, “desplegan”, en lugar de aprietan, degüellan, despliegan. Y aún se escapa algún “haiga” en lugar de haya.
¿Cuál es su postura sobre el lenguaje inclusivo?
Una lengua, un cuerpo lingüístico, no puede alterarse conscientemente de la noche a la mañana. No pueden reemplazarse las letras a y o, que diferencian el género, con la arroba, el asterisco, la e o la x porque se tiene la voluntad de hacerlo en contra del androcentrismo o de reflejar con ello una realidad sociopolítica. Esa sustitución es ajena a la Morfología del español e innecesaria, pues el masculino genérico o masculino gramatical ya es inclusivo, ya cumple esa función como término no marcado de la oposición de género. Si se dice Los hombres no son inmortales o el hombre no es inmortal, se sabe que ese sustantivo hombre, en singular o en plural, se refiere a todos los humanos, mujeres y varones, pues, si solo se refiriera a los varones, cabría la posibilidad de que las mujeres sí lo fueran y vivieran eternamente. En español —como dije—, el masculino es el género no marcado porque se emplea en contextos genéricos e incluye en su significado a los individuos del sexo masculino y a toda la especie humana sin distinción de sexos, y el género marcado es el femenino, que solo designa a ese género tanto en singular como en plural. ¿Cómo pueden leerse palabras como niñ@s, niñ*s o niñxs? La arroba es un símbolo que separa el nombre del usuario del nombre del dominio. En otro ámbito, es un peso que equivale a 11,502 kg y una medida de líquidos que varía según las zonas geográficas y los mismos líquidos. No se relaciona, pues, con nuestras letras. No es una letra. El asterisco (del griego ‘estrellita’) es un signo auxiliar de puntuación, no una letra. La x es una consonante. ¿Cómo puede ocupar el lugar de las vocales? Además, el uso indiscriminado de la e (Les alumnes aprobaron el examen), que se supone que se refiere al sexo de las personas, convierte en estas, a veces, a verbos y adverbios (Te queremes muche): un dislate. La Academia Argentina de Letras coincide, pues, con las demás Academias de la Lengua y con algunos lingüistas en que el llamado “lenguaje inclusivo” es el espejo de una posición sociopolítica que desea imponer un grupo minoritario sin tener en cuenta el sistema gramatical del español. Es una manipulación de la lengua para condenar la invisibilidad de la mujer. No es válida, pues, la estrategia de distorsionar el lenguaje para lograr que la sociedad cambie. Los desdoblamientos léxicos o circunloquios (Los abuelos y las abuelas forman fila para cobrar la jubilación; Les hablo a los ciudadanos y a las ciudadanas de mi país) no son incorrectos, pero sí innecesarios, sobre todo, hoy que se busca un lenguaje claro o llano, una sintaxis, oral y escrita, ágil, despojada de trabas y de redundancias. Entonces, sin convertirnos todos en lingüistas, antes de romper con las reglas gramaticales, debe ponerse la atención en que varones, mujeres y otras identidades sexuales nos respetemos como personas con nuestras coincidencias y nuestras diferencias, y en que actuemos como tales sin dejar de hablar en nuestra lengua materna, pues el sistema gramatical del español no puede dejar de funcionar. Una lengua que interrelaciona nunca excluye.
Seguramente está al tanto del Manifiesto de Liubliana, escrito por profesores universitarios de todo el mundo, en el cual se advierte al sistema educativo que hay un declive de la lectura en profundidad en el contexto digital, donde predomina una lectura en barrido y fragmentaria. ¿Usted qué piensa sobre esto?
Estoy de acuerdo, pues se confunde adquisición de conocimientos con información. En el contexto digital, el alumno absorbe esa información, pero le es difícil construir conocimiento con ella y hasta comprender cabalmente su significado. Por eso, no deben dejarse a un lado los libros en papel. Es necesaria la consulta en papel y por vía electrónica.
En la década de los ‘90, el politólogo Giovanni Sartori, en su libro “Homo Videns”, denunció que la imagen estaba sustituyendo a la palabra escrita, menoscabando así el pensamiento abstracto. ¿Cree que esa advertencia tiene todavía vigencia?
Sin duda, la imagen sigue teniendo vigencia, pero no creo que hoy sustituya completamente a la palabra escrita, que es muy poderosa. Lo escrito escrito está, en cambio, la imagen es, generalmente, fugaz.
¿La escuela tiene que seguir insistiendo con la lecto-escritura? ¿O tiene que explorar otros sistemas de representación simbólica vinculados a las nuevas tecnologías?
Creo que la escuela debe seguir insistiendo. Los alumnos deben saber leer muy bien para escribir muy bien, y esa actividad debe ser simultánea. Por ahora, considero que, en general, no se emplean didácticamente las nuevas tecnologías. El maestro tiene que estar muy bien formado para lograr que sean eficaces y, sobre todo, para motivar a sus alumnos desde el conocimiento. De nada valen las nuevas tecnologías si el alumno no aprende, es decir, no se instruye, no elabora y hace suyo lo que le enseñan. Tampoco debe descuidarse la oralidad. Maestros y profesores de lengua y de otras asignaturas deben crear ejercicios para que el alumno se exprese con corrección, con oraciones completas y con un vocabulario decoroso.
Ahora está en boga la Inteligencia Artificial (IA). ¿Hablarán las máquinas y lo harán mejor que los seres humanos? ¿Podrá una máquina crear poesía o literatura?
Las máquinas no son nada sin el hombre que las carga de conocimientos, las entrena, las alimenta. Pueden crear poemas o cuentos con las claves que le da el usuario, pero ¿quién es el autor? ¿Respetan la propiedad intelectual? ¿Alguien podría ufanarse de haber escrito un libro de cuentos, por ejemplo, cuando, en realidad, no lo ha hecho? Hasta se componen tesis universitarias con la inteligencia artificial, pero ¿cuánto investigó el que trató de engañar a sus profesores de este modo?
¿Existe alguna dimensión ética en el dominio del lenguaje? ¿Nos hace mejores personas saber hablar y escuchar, escribir y leer?
Etimológicamente, la palabra ética significa ‘carácter, temperamento, peculiaridad, costumbre, uso’. La ética de la palabra consiste en decirla y escribirla bien por respeto a quienes nos oyen y nos leen. Saber hablar y escuchar, escribir y leer no nos hace mejores; nuestra voluntad y nuestro esfuerzo por lograr que todas estas acciones sean posibles es lo que nos convierte en personas. No olvidemos que somos lo que de la lengua hacemos. ¿Qué virtudes lingüísticas posee quien se despreocupa de su lengua? El estudio no tiene edad ni fecha de vencimiento, y la lengua española tiene sus normas, que todos debemos estudiar para entendernos mejor.