OPINIÓN
Agroquímicos: Ojalá que escuchen a los que saben
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Se reanudó el debate por la regulación del uso de agrotóxicos en la provincia de Entre Ríos. Se hizo sobre un proyecto de ley presentado durante la gestión anterior, y que ahora se debate en la Comisión de Recursos Naturales y Ambiente de la Cámara de Diputados que preside Juan Manuel Rossi, legislador del Partido Socialista.
Desde el lugar que me toca, como damnificada en mi salud por el uso de agrotóxicos en cercanía a la escuela rural donde ejerzo la docencia, quiero dejar estas líneas para que el lector saque sus propias conclusiones sobre a que nos exponemos si se aprueba este proyecto sin modificarlo con las distancias ínfimas que vulneran el derecho a la salud de quienes vivimos en la ruralidad.
Esto no es algo que se me ocurre escribir sin fundamentos. Para ello puedo citar al doctor Medardo Ávila Vázquez y su investigación sobre los daños genéticos; todos trabajos realizados por él y otros en el ámbito del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet); que hablan sobre cómo actúan los pesticidas sobre las células del cuerpo humano. El resultado siempre es el peor: cáncer, abortos espontáneos, malformaciones y daños neurológicos irreversibles.
Puedo citar también al doctor Damián Verzeñassi, quien desde la Facultad de Medicina de Universidad Nacional de Rosario, investigó con sus campamentos sanitarios el impacto nocivo del glifosato en pueblos rurales.
También puedo mencionar lo realizado por el doctor Damián Marino con su trabajo de investigación sobre la presencia de agrotóxicos en el agua, el aire y el suelo, y que además él es un gran defensor de la protección de la salud de los gurises de escuelas fumigadas.
Parece que aquí el gran debate pasa por el tema de las distancias, cuando hay estudios referidos a las derivas incontrolables, como lo afirma el ingeniero Marcos Tomasoni, quien habla de las tres derivas.
La deriva primaria se da en el momento en que pasa la máquina. Sobre eso hay mucha teoría para minimizarla, lo que llaman las Buenas Prácticas Agrícolas, es la más estudiada. Pero la más grande es la secundaria, que transcurre durante las 24 horas siguientes a que pasó la máquina. Por efecto de la radiación solar, la humedad relativa, la temperatura ambiente y otros factores climáticos, en esta deriva se puede escapar de la parcela hasta el 90% de la sustancia que se aplicó.
Y la deriva terciaria es el escape del agroquímico hasta un año después de la aplicación. Es decir, los residuos de esa sustancia aplicada, que son descomposiciones de la sustancia madre, pueden escaparse de la parcela hasta un año después de haber ingresado.
Hagamos hincapié entonces en la salud, y aquí quiero recordar a mi querido amigo Fabián Tomasi que decía “mientras se discuten las distancias, la salud de las personas sigue en riesgo”.
Tomasi fue un trabajador rural y banderillero de aviones fumigadores. Producto de los agroquímicos, su estado de salud se agravó al punto que no pudo continuar con sus tareas y se jubiló por discapacidad. El resto de sus años fue activista contra el uso de los agroquímicos, sustancias a las que se atribuyó su enfermedad y consideraba nocivas. Murió el 7 de septiembre de 2018 a los 53 años en el hospital Sagrado Corazón de Jesús de Basavilbaso.
Leo que el legislador Rossi dice que escucharon a todos los sectores involucrados, le pido llame a dar testimonio a actores de la lucha a favor del cuidado de la salud y el ambiente, como Andrea Kloster, Elio Kohan, Mariela Leiva, los doctores Roberto Lezcano y Darío Gianfelici, la doctora María Fernández Benetti, la doctora Aldana Sassia y Lidia Moreira, por citar algunos. Ellos darán voz a quienes por padecer este flagelo ya no están en este plano.
Por último, sería muy bueno no tener que estar debatiendo este tema, ya que lo ideal sería que no se usen agrotóxicos nunca más, pero eso es solo una utopía.