Encrucijada entre la escuela y la sociedad actual ¿Es posible transformar esta paradoja?
Encrucijada entre la escuela y la sociedad actual ¿Es posible transformar esta paradoja? Transcribimos el trabajo escrito en el marco de la Cátedra "Problemáticas Psicológicas del Adolescente y el Adulto", a cargo de los profesoras María Cecilia Asensio y Silvia Botta. Por María del Rocío Suárez La sociedad actual está determinada en un proceso histórico donde las relaciones subjetivas y los contextos culturales están cada vez más atravesados por el fenómeno de la globalización. Las sociedades se sienten felices por el acceso al mercado, se mimetizan y pierden la capacidad de análisis y autocrítica. En este pasaje se pierde también la responsabilidad de responder a interrogantes éticos.[1](Marcusse) En este proceso las conjeturas sobre el amor hacia otro (el prójimo), él debe merecerlo (Sigmund Freud). En la actualidad el ser humano está inmerso en una existencia de inclinaciones agresivas con el único fin del goce, del placer por sí mismo y que perturban constantemente los vínculos con el prójimo. Así la sociedad se está transformando en una cárcel de jefes y esclavos que amenaza constantemente a través de la violencia y los desbordes en todas las manifestaciones (adicciones, violencia verbal y corporal, trastornos alimenticios etc.) provocando la ruptura de los lazos sociales, procesos ya insertos en las escuelas. En una sociedad que se dice "civilizada "aparecen cada vez más rasgos y a toda escala de las tendencias agresivas. Esta verdad latente en una sociedad globalizada, pone al descubierto la crueldad con la que se han gestado las generaciones de alumnos que transitan las escuelas. La degradación de la ética, de la moral a cualquier precio, es el espejo que los adultos muestran a sus hijos. Hoy, la escuela no escapa a esta cruda realidad y la declinación ante el "deber ser" como adultos responsables se expresan a diario en las aulas. ¿Qué posición toma la escuela ante una gran fractura social entre lo que se dice y se hace y que los niños, con ingenuidad, expresan, hacen catarsis y piden respuestas? Los niños se expresan desde el mundo en el que se mueven y la escuela ha quedado expuesta dentro de estas situaciones donde los protagonistas en procesos de formación piden verdades ante discursos contradictorios permanentes del mundo de los adultos. El razonamiento lógico acorde a su edad lo traslada a no poder elaborar patrones de conductas que le den la posibilidad de una "identidad", un grado de conciencia emocional equilibrada. Así, los lazos de afecto se deterioran e interfieren en sus diversas tareas cognitivas e intelectuales apareciendo las problemáticas entre el desarrollo del intelecto y las emociones cada vez más expuestas en las aulas. En estas familias multiproblemáticas o con múltiples factores de riesgo, los niños y adolescentes que las integran no alcanzan a desarrollar sus habilidades cognitivas y sociales, porque no han sido satisfechas sus necesidades emocionales en cada una de las etapas evolutivas. Se aprecia cada vez más que los niños que están afectados por problemáticas familiares, muchas veces encubiertas, como maltrato, desatención, materialismo excesivo, abandono del padre o la madre, alcoholismo, adiciones de todo tipo, perversión, engaños, etc, están presentando un rendimiento menor. La escuela debe encauzarse con niños y adolescentes procedentes de hogares con vacíos emocionales muy notorios, que afectan su desarrollo intelectual y su interés por formar parte de algún "proyecto de vida". Así, la educación comienza a transitar un destino ya imparable de la globalización y se hace conjeturas: ¿Cómo actuamos como educadores adultos? ¿Cómo participamos en la sociedad? ¿Cómo educamos a nuestros hijos? ¿Con qué estrategias estimulamos el lenguaje y la capacidad de pensar? ¿Cómo integramos las diferencias que se presentan en el contexto relacional del aula? ¿Cómo manejamos las emociones violentas que los niños expresan a diario? ¿A qué responderán las marcas culturales que quedan almacenadas en las mentes de los niños? ¿Existe la posibilidad de enseñar el "deber ser "frente a un constante bombardeo externo de incoherencias? ¿Qué hacer para aliviar recuerdos desagradables que les han dejado huellas emocionales significativas en la historias de sus vidas? ¿Cómo se le enseña a un niño o adolescente la palabra amor, compromiso, responsabilidad en un contexto de experiencias personales contradictorias? Ante tantas situaciones de impunidad, corrupción, del "todo vale" en una sociedad que amenaza cada día más la credibilidad, la esperanza, la apropiación de valores morales, la escuela debe percibir que el mundo cotidiano trae un niño con un "sensor" emocional e intelectual con señales claras de lo que está sucediendo. Ya no está claro el rol de la escuela en una sociedad "líquida"[2] , donde todo fluye sin control, sin mesura, sin sentido... Dentro de este proceso social moderno, la realidad es que se está cosechando lo que se siembra: cada vez más fracaso escolar, deserción, facilismo. Estas señales la brinda el mundo adulto que no quiere "darse cuenta" que cuando un niño o adolescente almacena de su entorno falta de coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, le será muy difícil borrar de su sistema lo que percibe. Ya es un hecho que estos múltiples factores los atosigan y a la hora de poner en juego el proceso de enseñanza - aprendizaje, los problemas emocionales dificultan los procesos de comprensión.Los niños y adolescentes están desbordados, en su mayoría, con emociones destructivas, formándose un potencial humano con déficit emocional que les causa miedos y sensaciones de vacío existencial, producto de los "guiones" que les han sido establecidos en los vínculos de su formación primaria: la familia. La escuela, en una sociedad tan convulsionada debe recibir estos niños o adolescentes anclados en sus propias historias personales. En el libro, "Una base segura" [3] John Bowlby, con su teoría del apego, describe que la vida de niños que crecen sin el referente de una figura que los contenga durante la infancia, en todos los niveles se volvieron altamente antisociales. Esta sociedad obsesionada por el trabajo, el status social, la satisfacción personal, el éxito...se empaña de riesgos, ante el desarrollo inmaduro o bloqueado en este proceso de formación de la persona. Para concluir, una reflexión sobre el cambio necesario del sistema educativo. Para ir más allá de los síntomas ya instalados en la sociedad, asumiendo colectivamente qué hacer para que los adultos comprendan que las relaciones afectivas primarias tienen el papel central en el desarrollo mental de los niños y adolescentes, salvo una discapacidad diagnosticada. ¿Cómo enfrenta la escuela, como Institución mediadora en la socialización de las personas, esta paradoja que le provoca dilemas internos y externos cuestionándola en su quehacer cotidiano? ¿Cómo mediar el aprendizaje cotidiano que traen los niños y adolescentes con el aprendizaje escolar que es la única prioridad que debe perseguir la escuela? ¿Dejará de ser la educación el "chivo expiatorio" que usan los adultos para deslindar sus responsabilidades, haciéndola responsable de todos los males de la sociedad? Suárez, María del Rocío. Cursa en la UADER la Licenciatura y Profesorado en Pedagogía -Subsede: Gualeguaychú- Segunda Cohorte.
[1] Marcuse, Herbert .[2] Bautman, Sygmunt. " Modernidd líquida". Junio de 1999[3] Bowlby, John."Una base segura" 1988. Editorial Paidós.
[1] Marcuse, Herbert .[2] Bautman, Sygmunt. " Modernidd líquida". Junio de 1999[3] Bowlby, John."Una base segura" 1988. Editorial Paidós.
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